Capitulo 11

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La vida le jugaba en contra y el destino le hacía un mal tramo, aturdida por los aplausos como si millones de personas aplaudieran en su oído lo miró con un dejo de ira en su mirada, Justin camino unos cuantos pasos hasta llegar al escenario imponiendo respeto al pasar, miro con recelo al chico de los mil quinientos dólares y esbozó una sonrisa triunfante, él se atrevía a reclamar como premio aquello que alguna vez no valoró, su esposa. Dolida, bajo del escenario, la habían tratado como un objeto, nunca se sintió tan miserable en su vida como en ese momento la vendieron como una prostituta, sus mejillas ya estaban húmedas y sus ojos nublados por las potentes lágrimas que salían de ellos a cascada, cerró los ojos un momento dispuesta a calmarse y por lo menos tratar de subir su ánimo para reflejar dureza y tranquilidad, no lo lograba, se sentía acongojada pero sobre todo humillada ¿Cómo alguien después de esto tendría algún tipo respeto por ella? Seguramente le faltarían el respeto como a una cualquiera.

- Espero que no te haya molestado el que comprara a mi esposa – escuchó una voz a sus espaldas ¿Comprar? Su tono frío y seco la hizo estremecerse, de nuevo era el Justin Bieber frío, era increíble como él se refería a su, actual, esposa de esa manera tan despectiva.

- No me compraste – trataba que su voz no se debilitara en medio del camino aunque eso lo dijo más para levantar su ánimo y para autoconvencerse que para hacerle saber a él – Solo pagaste para que estuviera contigo – eligió las palabras más fuertes para hacérselas saber intentando que en su voz no se viera reflejada cada una de las emociones que la embargaban y le provocaban gritarlas en su cara.

- Cariño, no te mientas a ti misma – con un poco de fuerza reunida para voltearse, no perder el control y dejarle saber las cosas en claro sin verse frágil, se giro sobre sí misma, fue tan tonta de cometer el error de mirarlo a los ojos, un brillo apagado estaba en ellos, su mirada era firme sobre ella, los músculos de su rostro estaban tensos y sus labios formaban una línea recta y fina que dejaban entrever su carácter firme y posesivo sobre ella – Sabes muy bien que pague por ti, ahora me perteneces, doblemente – su vista se nubló al oírlo hablar tan plácidamente sin alguna pizca de remordimiento.

- Deja de decir eso si es que aún aprecias tu miserable vida ¿Por qué no vas y compras una de esas mujerzuelas con las que te acuestas?

- Porque no ponen la mínima excusa para acostarme con ellas, y ya estoy cansado de eso – aludió serio sin escrúpulos, la mirada fría de ella escondía lo sorprendida que estaba ¿Se atrevió a restregarle en la cara que se había acostado con un sin número de mujeres? Él no le otorgaba el respeto que como esposa merecía, rió internamente ante su pensamiento estúpido ¡Claro que no! ¡La engaño embarazada! Por supuesto que no tenía respeto por ella.

- Entonces paga por una que se atreva a negarte la proposición – el dolor tomaba parte de sus oraciones y las pronunciaba con un tono escupiéndole las palabras en su cara sin rodeos ni pelos en la lengua, se veía dolida aún le afectaba su presencia y mucho más si le producía un ligero cosquilleo en su estómago que maldijo por lo bajo al sentirse tan frágil e indefensa frente a él, él la conocía perfectamente, lo más seguro es que él supiera que ella solo trataba de poner un escudo contra las emociones que causaba en ella.

- ¿Para qué? Si estás tú, no tengo que buscar en la calle lo que tengo en casa, además deberías agradecerme el que yo sea el que te compró y no un desconocido que puede hacerte quién sabe qué – en un rápido movimiento la tomo de la cintura adueñándose por completo de ella y de sus emociones, sonriéndole cínicamente como si le alegraba tener el control, porque lamentablemente él tenía el control, un grito desesperado aludió en su interior al sentir sus fuertes manos en su cintura y atrayéndola a sí mismo, maldito posesivo que la hacía debilitarse frente a él con solo acariciar un poro de su piel. Su corazón acelerado dejaba ver lo tan nerviosa que estaba en esa situación pero su mirada aún seguía con ese escudo de evitar emociones.

- ¡Ja! ¿Te has escuchado? Cariño – le recalcó ella con un dejo de ironía en su labios que curvaban una sonrisa llena de puro sarcasmo – Lo nuestro TERMINO porque buscaste en la calle lo que no se te había perdido y con respecto a que un desconocido puede hacerme quién sabe qué, créeme que prefiero estar con un desconocido que el calvario de estar contigo ¿Entiendes? Cariño - ______ se celebró a sí misma lo firme que se había escuchado su voz ante su respuesta, el orgullo tomaba el mando de la situación, los músculos de su rostro nuevamente se tensaron provocando que la rabia se adueñara de esos ojos color miel que tantos suspiros le robaron.

- Bueno, pensaba tener piedad contigo solo por lástima pero si lo quieres llevar a este extremo, está bien. Si tú dices que es un calvario así será porque no creas que aún se me olvida que me ocultaste a mis hijos por tres años, por cierto hoy estuve todo el día con ellos ¿Adivina qué? No preguntaron por ti en todo el día, veamos quien tiene el mejor lugar – Sus palabras arremetieron contra ella, a esto le llamaba una bofetada emocional en donde las más crueles palabras eran dichas por las personas equivocadas siendo manejados por la ira, rabia, decepción y todas las emociones incontrolables. Ella se soltó de él al escuchar sus filosas palabras que hicieron que un nudo se formara en su garganta cerrándola por completo, él era cruel, en eso se había convertido en un hombre sin escrúpulos ni vergüenza, un hombre frío y nulamente emocional.

- Te equivocas si piensas que soy la misma adolescente con la que puedes jugar como solías hacerlo cuando éramos novios – con rabia y agonía escupía las palabras como si el guardárselas fueran un amargo sabor, los ojos de él se entrecerraron por, según él, semejante estupidez que acababa de escuchar.

- Yo nunca jugué contigo – sentenció él tensando su mentón y acercándose a ella amenazante – Sabes muy bien que todo lo que te dije era verdad. Incluso cuando te dije que te amaba, no mentía - lágrimas entrometidas empezaron a asomarse, unas ganas incontrolables de abrazarlo con todas sus fuerzas hasta dejarlo sin aire la invadieron pero no podía dar su brazo a torcer, los tres años de dolor no habían pasado en vano para ella.

- Eso pensaba yo, que sabía muy bien cómo eras pero te vine a conocer tres meses después que nos casamos justamente con otra mujer en lo que era nuestra cama así que por favor no vengas a restregarme cosas que no son ciertas como el que algún día me amaste.

- ¿Por qué te engañas a ti misma? – soltó él luego de unos instantes, corazones heridos hablaban con la poca fuerza que les quedaba. En un pasillo lejos de la fiesta y de la algarabía se encontraban ellos dos dándose muerte a espada de filo recordando cada hecho que destruyó su matrimonio.

- No me engaño a mí misma, es solo que ya no soy la niña inocente con la que te acostaste cada vez que te dio la gana – la forma en la que lo dijo pareció estremecerlo, él nunca se acostaba con ella, ellos hacían el amor, los dos, ambos estaban de acuerdo en entregarse el uno al otro sin importar el después. Se alejó de él soltando lágrimas incesantes que lamentablemente no podía retener, el dolor y la decepción eran mayores que la barrera que había formado para que ninguna de sus amenazas llegara a tocarla.

- Estarás a las siete en punto en la puerta de mi casa, mañana, con mis dos hijos – sus escalofriantes palabras hicieron que ella se detuviera en seco, estremeciéndose en cada una de ellas como si un balde de agua helada le hubiera caído a ella de sorpresa, se giro sobre sí misma mirándolo a los ojos, inmediatamente apartó la mirada, la forma en la que la miraba hacía que se sintiera vulnerable ante él y por conocerla perfectamente se daría cuenta.

- ¿Con mis hijos? Estás demente, la subasta es que pagaste por mí no por mis hijos.

- Lo sé, sin embargo ¿Dejaras de verlos durante un mes?

- ¿Un mes? ¿La subasta no es de una semana? – él desintió.

- No creo que NUESTROS hijos puedan estar un mes sin ti así que te espero a las siete de la mañana en mi casa.

- Pues no iré – espetó cruzando sus brazos por su pecho, él rió por su actuar, a su parecer le parecía graciosa en esa posición, él se acercó a su oído y susurró sutilmente.

- Si no lo haces te demandare por incumplimiento de contrato y te quitare a nuestros hijos – le beso la mejilla y se largó dejándola como una presa sin escapatoria, su mente procesaba toda la información tan de golpe que había recibido, se estremeció al darse cuenta que todo era un plan de él para quedarse con sus hijos. Y una vez lo maldijo a él por ser tan cretino y se maldijo a ella misma por ser tan tonta al no pedirle divorcio en el mismo momento en el que se dio cuenta que la engañaba nuevamente maldijo por sentirse débil ante él mientras él aprovechaba su estado de vulnerabilidad en la que la había dejado después de esa conversación tan ‘amena’ que tuvieron como los esposos Bieber.

30 Días De Subasta{Go Away} 2 Temporada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora