Capitulo 39

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Su cabeza daba tantas vueltas que creyó que explotaría, tantos pensamientos enredados que no sabía por dónde empezar. Los besos, el porqué de ellos, su reacción cuando él la miraba, el orgullo herido de haber aceptados ambos besos que él le dio y su guardia baja ante los sentimientos, necesitaba pensar cada una de las cosas y esa noche aclararía su mente y tomaría una decisión, aunque sabía perfectamente que esa decisión no era la mejor para sus sentimientos tal vez podría ser la indicada, el amor no siempre prevalece y esa noche sería el ejemplo perfecto. Había escuchado la puerta abrirse pero su mente divagaba a kilómetros de su cuerpo, soñaba con que al día siguiente sus sentimientos se arreglaran pero ni siquiera podía pensar bien ese momento sin volverse loca con sus pensamientos ¿Cómo soportaría toda una noche enderezando su cabeza teniéndole a un lado en la cama? Sus ideas ya se estaban volviendo realmente molestas y eso que apenas comenzaba la noche. De pronto una idea a su mente vino a su cabeza como ayuda divina. La otra habitación. Sin percatarse aún de su presencia que la ponía nerviosa tomó unas sabanas del armario y se encamino a la puerta cuando sintió una mano en su brazo.– ¿A dónde vas? – le preguntó con voz dura. No dejaría que se fuera, no si ya estaban tan bien y de pronto su mente le hace una mala jugada para hacerlo ver como el villano de la película – ¿A dónde vas? – pregunto de nuevo llevándose una decepción al saber lo que hacía. Huiría de él, de lo que le hacía sentir y de sus propios sentimientos.– Dormiré en la habitación de invitados – dijo en un hilo de voz.– ¿Hay alguna razón para eso? ¿Por qué no duermes aquí?– No puedo – le dolió escucharla hablar así. No podía estar cerca de él, se sentía rechazado y humillado, ese es el precio que paga por haberse enamorado, sin embargo, no se arrepentía.– No puedes seguir así – susurró.– ¿Así como? – y su tono fue tan fingido que él supo que solo ganaba tiempo para pensar en una excusa.– Así, huyendo de las cosas que tienes que afrontar – la atacó. Ella levantó la mirada enfurecida y su rostro se torno rígido. La estaba llamando cobarde, y en cierto lo era, pero eso solo sabría ella y nadie más.– No huyo de las cosas que tengo que afrontar, huyo de un daño que no pienso volver a sufrir.– Estás huyendo de tu realidad y sabes que es así.– ¡No es así! Crees que tienes el control de todo y no es así. Déjame decirte que no eres el Amo y Señor de todo – estalló diciendo – No puedes andar por ahí con el lema de que se hace a tu manera o no se hace, deja ya esa máscara. Eres un imbécil Justin y por más cosas materiales que tengas, estás vacío.– No te permito que me hables así.– Pues ¿Qué crees? Ya lo hice. Y no me retracto de la verdad porque es así. Eres un falso ¿Por qué no te muestras así de pedante delante de las revistas más famosas? Sabes que de la apariencia que tengan de ti depende tu vida económica.– Eso es cierto – soltó sin escrúpulos – Es cierto que muestro otra faceta de mí al medio, pero también es cierto que tengo una esposa mal agradecida, orgullosa y que no sabe callar cuando lo necesita. Querida tú no eres perfecta créeme que lo que yo tengo de falso tu lo tienes de impulsiva y vaya que soy falso.– ¿Lo ves? No puedes aceptar la verdad sin ofender a alguien más.– ¿La verdad te ofende? – se burló. Ella se maldijo por dentro mil veces y como castigo se mordió la lengua, había hablado de más y ella se tropezó con la piedra que ella misma puso. Le salió el tiro por la culata.– No es la verdad y ya déjame ir que estoy cansada.– Pues a mí no me da la gana de que te vayas. Te quedarás aquí y dormirás en esta habitación.– ¿Pero quién te has creído como para prohibirme hacer algo? – preguntó cohibida de la rabia.– Una vez más te recuerdo que no gasté tres mil dólares en vano. Que si yo los pagué en una subasta fue porque quería a mi esposa a mi lado donde debe estar y así es. Así que deberías por lo menos tener la decencia de no contradecirme.– Mañana en la noche se acaba este maldito trato – dijo ella apretando sus dientes al punto de dolerle la mandíbula.– ¿Sí? Es cierto – expresó con cierta ironía – Pues déjame decirte que en veinticuatro horas pueden pasar más de lo que te imaginas – y finalizó con un sonrisa llena de pura maldad, estremeciéndola de pies a cabeza >>Que el Señor nos agarre confesados<< susurró ella.

30 Días De Subasta{Go Away} 2 Temporada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora