– ¡Jasmine Alice Bieber! – gritó Justin corriendo todo lo que sus piernas le permitían en medio del mar de gente en el aeropuerto de la ciudad. Su hermana estaba tomada de la mano de Sebastián, estaba a tan pocos metros de distancia desatar su furia que sus piernas anduvieron más rápidas – ¡Jasmine Bieber, detente! – gritó de nuevo. Su hermana se giró lentamente mirándose pálida y sin aliento – ¿Qué crees que haces? Te vienes ahora mismo para la casa, y no saldrás en un buen tiempo, así que despídete de tu amiguito – A pesar del rostro de Jasmine –impresionada– lleno de lagrimas su actitud seguía en pie. La tomó por el brazo encajando sus dedos en su codo y no fue hasta que una voz varonil lo detuvo.– Ella no se irá a ninguna parte – declaró Sebastián escéptico. Justin se giró junto con Jasmine y esbozó una sonrisa irónica.– ¿Qué dices? – se burló.– Justin… se que eres el esposo de mi hermana y… el hermano de Jasmine pero con todo respeto te pido que dejes a Jasmine ser mi novia. Sé que éste no es el mejor momento ni lugar para pedirlo pero en verdad yo amo a tu hermana, y pienso que realmente es amor porque ninguna chica me hace sentir como ella. De verdad necesito estar con ella porque si no es así, no sé qué hago aquí.– Justin necesito que me dejes crecer – susurró Jasmine levantando la mirada. Viendo en un espejo a través de ellos, todo el dolor que causó en su hermana e inmediatamente las lágrimas acudieron a sus ojos. El labio de su hermana temblaba levemente mientras las lágrimas yacían en su rostro como las muy conocidas Cataratas del Niágara. En Justin se removió algo en su interior y supo que la compasión albergaba su corazón. Su hermana podría estar enamorada mientras él le destruía cada una de las ilusiones. Su vista se posó de nuevo en Sebastián quien adivinaba el debate interno de Justin.– No permitiré que te lleves a Jasmine a un lugar en el que no pueda saber de ella. Puedes ser su hermano mayor, pero hasta allí.– ¿En qué momento se permite que un niñato como tú le puede hablar a un hombre como yo?– No seas insensato Justin. La cruda verdad te azotó en la cara – soltó Sebastián. El seño fruncido en la frente de Sebastián y sus labios apretados hacia dentro le indicaban a Justin que Sebastián estaba más que enojado. De pronto, Jasmine sintió que la mano de Justin dejaba de ejercer fuerza sobre su brazo. Lo miró sorprendida, mientras en el rostro de Justin aparecía una sonrisa sincera, en el rostro de Jasmine se veía el corazón en su garganta y la expresión de Sebastián era más acentuada en lo confundida.- Te dejaré estar con mi hermana solo si la traes a casa antes de las nueve – espetó Justin alzando más su sonrisa. Su hermana y –ahora– su nuevo cuñado le sonreían y decidió caminar a la salida del aeropuerto. Se giró al iniciar el quinto paso hacia la salida y vio a Sebastián tomando del rostro a su hermana.- ¡Sebastián! – gritó de nuevo. Él sonrió burlón y ella lo miró sorprendida e irónicamente con una mirada descuartizadora – A las nueve – recordó y ésta trató de jurarse que no voltearía a desatar su ira de nuevo. Necesitaba entender que su hermana no sería por siempre la misma niña de cinco años que alzaba en brazos cuando llegaba a casa o que dormía en sus brazos cuando todo le asustaba.Estacionando el auto en frente de su casa, notó que el auto de su esposa no estaba. Un miedo corrió por su frente junto con una gota de sudor limpiándola con el dorso de su mano. Se dirigió a la puerta y la abrió rápidamente. Por inercia subió los peldaños de la escalera de dos en dos y fue a su habitación. Encontró todo como lo había dejado, fue a la habitación de los niños y encontró las gavetas blancas de madera, vacías y todas abiertas, pasó la mirada por toda la habitación. Alguien se había llevado varias cosas de los niños…. Incluyendo sus carritos favoritos. Corrió a su habitación de nuevo y abrió las gavetas delante del espejo. Vacías. Vacías totalmente. Revisó el baño, abrió la caja de cosméticos. Vacía de nuevo. Por último abrió el armario donde ambos compartían el espacio. Absolutamente vacío. Solo había una prenda de color rosada colgada en un gancho, la tomó, la llevó a su nariz. Cerrando una de las puertas del armario, se deslizó sobre la puerta oliendo el aroma de su mujer, lágrimas aceleradas e impulsadas hirvientemente bajaban a su rostro y pasaban por sus mejillas ásperas y frías por la falta de tacto de una piel suave que tenía el privilegio de acariciar todas las noches. El dolor apuñalaba su corazón de forma primitiva y brusca. Su esposa nuevamente lo había abandonado, llevándose consigo, a los niños y en su mano, su corazón.
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30 Días De Subasta{Go Away} 2 Temporada.
Любовные романыCuando el orgullo es el que manda, el destino se echa a un lado sin importar a quién hiere o lastima , el orgullo es ciego y vanidoso pero después de todo es un escalón para levantarte de aquello que te hizo caer y que hoy te hace más fuerte. Lo mal...