¿Qué rayos estaba haciendo? Se sentía estúpida al mirarse al espejo. Se suponía que ella ignoraría olímpicamente a Justin las pocas horas que quedaban pero ¿Entonces qué estaba haciendo? Se miraba, un vestido de color beige champagne adornaba su cuerpo y se amoldaba a este sin parecer vulgar, era con mangas hasta las muñecas y con algunos adornos brillantes que lo hacían ver elegante y más aun con el largo hasta la mitad de sus muslos. No quería parecer tonta al aceptar la invitación de Justin a cenar pero se convenció al pensar que solo sería una cena de despedida y que eso era lo único que pasaría entre ellos pero ahora no estaba tan segura de eso. No sabía si podía resistir la tentación de querer arreglar todo pero a la vez mantener su orgullo por encima de sus sentimientos, y eso era lo que trataba de hacer, no dejarse vencer por sentimientos llenos de amor sabiendo que se estrellaría porque al final de todo su dolor lo único que la levantó emocionalmente del piso fue su orgullo. Por otro lado los niños yacían como tronco en sus camas y es que Justin se había tomado la molestia de cansarlos durante todo el día, y no fue cuando la invitó a cenar que supo por qué lo había hecho.Bajo las escaleras poco a poco, haciendo parecer que era por los tacones de doce centímetros era más por retrasar el momento de verlo frente a frente, sabía que no tenía la guardia muy alta y en cualquier momento sucumbiría y eso la dejaba desprotegida.– Estás hermosa – escuchó una voz susurrarle, levantó la mirada y encontró a Justin vestido formalmente – Siempre lo estás pero hoy has excedido el límite – él la tomó de la mano y la ayudó a bajar los últimos dos escalones. Vio que él la dirigía al jardín trasero y se detuvo haciendo que él notara que no lo estaba siguiendo – ¿Qué pasa?– ¿No iremos a cenar? – él sonrió.– Sí pero creo haberte mencionado que no me gustan las citas rutinarias. Cenaremos en el jardín. Tengo una sorpresa para ti – terminó de susurrar para tomar su mano de nuevo y guiarla al jardín y lo siguiente la terminó de abrumar.En el centro del jardín había una especie de piso hecho de madera con una sábana acolchonada de un color rubí, la iluminación estaba a merced de las velas a su alrededor y la luna que estaba más clara y brillante que cualquier otra noche. Había unas bandejas de plata con sus respectivas tapas y una rosa en un pequeño florero. Él sabía que a ella no le gustaba el rojo pero irónicamente las rosas rojas vivaces eran sus favoritas y así de complicada la amaba. La dejó sentarse y pronto empezaron a cenar, en silencio pero realmente no era uno incomodo ese silencio era tan necesario como el oxigeno; las ideas se aclaraban y los sentimientos se demostraban por la ventana de sus ojos aunque ninguna palabra salió de ellos.Cuando la cena terminó ambos sabían que era el momento de aclarar dudas y de darle un rumbo fijo a eso que ellos no pretendían ni querían tener.– Quiero darte algo – dijo él, le tendió la mano para ayudarla a levantarse y ella dudosa la aceptó. Ella sabía cuan peligroso podría volverse eso y el tacto con él no sería una ayuda a su mente confundida, no se fijó qué sacó del bolsillo delantero de su pantalón hasta que él se lo mostró frente a sus ojos y éstos se humedecieron de repente.– No me lo voy a poner – apenas y pudo decir con su voz quebrada y sus lágrimas atoradas en sus ojos.– Yo te le regalé el segundo día de nuestra boda ¿Por qué me lo devuelves? Necesito verte con él puesto.– ¡Ya basta! Deja tu farsa atrás – gritó ella y esta vez no se molestó en ocultar sus lágrimas – No quiero un tener un regalo que alguien más lo tuvo.– ¿Alguien más? ¿De qué hablas? – preguntó confundido.– Del collar de Lisa, de eso hablo – susurró entre lágrimas.– Creí que el tema de Lisa ya fue aclarado – dijo con el seño fruncido.– Sí, pero no las cosas que le diste a ella. Lo peor es que venías con tu cara muy lavada diciendo que era la única mujer a la que de lo dabas.– ¿Hablas del que aparece en las fotos de nuestros encuentros? – Mierda ¿Cómo se había enterado él de que ella recibía esas fotos? Ahora se sentía más estúpida y por ningún lado aparecía su sentido común y su orgullo para dejar de llorar – Y sí, desde hace un tiempo estoy enterado de esas fotos que recibías – soltó furioso – No debiste habérmelo ocultado y respecto al collar, ese collar no se lo regalé yo.
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30 Días De Subasta{Go Away} 2 Temporada.
RomanceCuando el orgullo es el que manda, el destino se echa a un lado sin importar a quién hiere o lastima , el orgullo es ciego y vanidoso pero después de todo es un escalón para levantarte de aquello que te hizo caer y que hoy te hace más fuerte. Lo mal...