Capítulo 5: Una poción.

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—Asegúrate de que tener bien ese inventario, mama es muy meticulosa con las muestras —dijo Zyma aquella mañana a su hermana. Luego comenzó a colocar unos frascos de vidrio sobre el mostrador de cristal.

Yzma: Pociones y Elíxires, era una tienda donde la vieja ex-emperatriz la administraba. Allí se vendían toda clase de pociones, elíxires, cremas, y productos químicos necesarios. Desde un elixir anti-edad de sábila seca (la Reina Malvada lo compraba por cajas), Pociones para calmar dolores y molestias (más eficientes que un analgésico) y también toda clase de productos químicos para otros usos como: Alcohol, Amoníaco, Ácido Sulfúrico, entre otros.

Zyma no era hija única, tenía un hermano llamado Zevon (quien no hace mucho había intentado dominar Auradon) y una hermana llamada Yzla (quien siempre se la pasaba con el profesor Yen Sid y un grupo de niños villanos).

—Las voy a separar en pociones, elixires, y otra clase de productos químicos —dijo Yzla anotando lo que había dicho—. Lo tendré todo a tiempo antes de irme a la escuela.

—Nos vemos allá, tengo que adelantarme a llegar primero, tengo que reunirme en el Consejo de Tiranos —dijo Zyma, saliendo por la puerta principal de la tienda de su madre—. ¡Me voy, Mama! —gritó ella.

***

—¿Por qué llegaste tan extremadamente tarde al consejo? —le preguntó Regina a Zyma mientras se dirigían a su próxima clase.

—Tuve cosas que hacer, nada de tu incumbencia —respondió Zyma.

—Hay pero que carácter, y dicen que yo soy la amargada —dijo Regina.

—Creí que decían que eras la más zorra —Zyma río fuertemente.

—Si lo soy entonces lo aprendí de ti —respondió Regina.

—La estudiante supera a la maestra. Vengan esos cincos —Zyma levantó la palma de su mano, y Regina la chocó.

Eran inseparables. Desde que eran niñas se conocían. Zyma recordaba vívidamente como sus madre solían ir a la peluquería de Lady Tremaine a arreglarse el cabello, y ella y Regina jugaban a cortarle la cabeza a las muñecas, aunque Zyma siempre prefirió aplastarle las cabezas a las muñecas con un mazo, mientras que Regina tenía su propia mini-guillotina de juguete (en realidad no cortaba cabezas, pero si podía cortar por la mitad un dedo).

—¿Cómo le va a tu mama en la pista de carreras? ¿Tiene más clientes? —preguntó Zyma a Regina mientras pasaban por una hilera de casilleros oxidados, donde se podían oír los gritos de los de primer año.

—Uno que otro duende, generalmente Cruella es la que más asiste al lugar —dijo Regina. Todavía recordaba a la vieja obsesionada por los dálmatas correr tan velozmente que podía dejar rayones negros en toda la carretera.

—¿Y Yzma? ¿Los negocios van terriblemente bien? —preguntó Regina.

—Por ahora solo suministramos algunos químicos al profesor Yen Sid para su clase de Ciencias Extrañas. También le vendemos productos químicos y armoníacos para el salón de Lady Tremaine. Y la generosa Reina Malvada quien siempre compra cajas completas de cosméticos.

La vieja consejera del emperador Kuzco ahora dejó su lujoso pasado atrás. Zyma recordaba siempre las palabras que le decía su madre: «¿Que hace una villana cuando la encierran en una isla?. Sencillo, querida, explotamos nuestras habilidades y conocimientos, abrimos una tienda y estafamos a la gente.» —Yzma le había dicho cuando Zyma era niña.

Zyma admiraba a su madre. Ella era fabulosa. Toda una emperatriz. Amaba esas pestañas exageradamente grandes, esa cintura pequeña, y ese modo exagerado de vestir.

Entraron al salón de Ciencias Extrañas, quien su estimado profesor Yen Sid tenía listo toda para la clase, habían frascos con cosas llenas de colores brillantes y humo saliendo.

Esto es sencillo, pensó ella.

La química se le daba muy fácil. ¡Era obvio!

Su madre le enseñó todo sobre el arte de las pociones y elíxires, filtros y brebajes. Zyma conocía todo sobre la química, su madre le enseñó a como mezclar, separar, calentar, usar piezas y utensilios de laboratorio. Cuando tenía seis años ya lograba memorizar todo los elementos de la tabla periódica, y a los diez años se encargaba de fabricar los compuestos y productos químicos que su madre vendía.

—Aunque no podamos crear pociones para volvernos gigantes o volver diminutos a alguien, aquí podemos hacer nuestras propias pociones y elixires mágicos —dijo el profesor Yen Sid a mitad de la clase—. Hoy aprenderemos a cómo hacer una poción que pueda hacer que las personas te obedezcan —dijo él grandiosamente. Los estudiantes frente a él parecían fascinados, mientras que otros eran más pesimistas.

—Debo decir que, hoy no pensaba enseñarles esta poción, debido a que la magia está prohibida en el reino. Incluso aquí en esta isla, por la cúpula es completamente inútil. Pero creo que la poción lleva un extremado rigor y proceso químico, debo decir que solo un estudiante ha hecho esta poción perfecta, así que manos a la química.

Zyma se emocionó mucho, ella podría hacer esa poción de manera perfecta, aún sin magia en la escuela, era divertido tratar de intentarlo. Un intento desesperanzador nunca estaba demás.

Mientras tomaba los ingredientes del cajón de la esquina, escuchó a su Yen Sid hablar en voz baja con su hermana Yzla.

¿Qué podía querer el viejo brujo con mi hermana? Desde hace mucho tiempo él y su hermana se la pasaban juntos, y Yzla siempre salía en la noche. No era como si a Zyma le importaba donde estuviera su hermana o que hacía, pero si le daba algo de curiosidad. Los ignoró y siguió en lo suyo.

Zyma tomó un poco de esto, mezclo algo de un frasco con un líquido que olía como a orina, y ratas muertas, y con un pipeta media la cantidad específica, todo lo hacía rápido, y de una manera extremadamente meticulosa. Nadie en el salón podía llevarle el ritmo de trabajo.

—¿Cómo lo haces todo tan rápido?, yo apenas estoy por la mitad —Regina miró impresionada a Zyma.

Zyma le guiño un ojo. —Herencia familiar.

Cuando terminó el producto final, logró hacer una poción de manera perfecta. Así que enfrascó el líquido y lo tapo hasta que el profesor pasara a revisarlo por su mesa de trabajo.

Yen Sid miró a Zyma limándose las uñas y aplicando mascara de pestañas. El viejo brujo fue dispuesto a castigarla por no estar cumpliendo con el trabajo. —Señorita Zyma, supongo que ya terminó con la asignación —dijo el seriamente.

Zyma le dio una mirada y sonrisa soberbia, saco de abajo del cajón una frasco de color amarillo. —La poción no funciona, pero tiene que tener un color amarillo cuando su poder no funciona, profesor. Así que dígame que soy la mejor de la clase y terminemos con esto —Zyma miraba despectivamente como lo hacía Yzma cuando se sentaba en el trono del emperador y atendía a los aldeanos.

Regina le dio una sonrisa a Zyma. Reza, el sabelotodo, esta rojo de envidia. Los demás estudiantes rodaron los ojos y soltaron unas risitas.

Yen Sid murió con desdén. —Bien. La señorita Zyma ya terminó con lo asignado —se alejó con las manos en la espalda.

Zyma sonrió para sí misma, se sentía bien ser la mejor de la clase. No había nadie en esta isla quien pudiera vencerla en lo que respecta a la química. Una habilidad como esa servía de mucho. Y Zyma descubrió que si su madre la viera por primera vez estaría orgullosa de su hija.


La Descendencia de la Isla de los PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora