Capítulo 37: Una desagradable sorpresa

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Las calles de la isla se caminaban mejor entre las sombras y la oscuridad, así lo pensó Jay. En la oscuridad no eran un blanco fácil y podían moverse rápido. Mientras se acercaban cada vez más al castillo de Maléfica, Jay no pudo evitar pensar en qué le diría Mal a Ben. Esperaba que esta vez todo terminara en buenos términos.

Las torres del Castillo de las Gangas se alzaban cada vez más que se acercaban. Y allí estaba, el hogar de Mal, y de su madre, Maléfica. Su tamaño y altura eran intimidantes. Su decoración era siniestra, sucia, y decadente. Jay lo recordó casi tal cual como la última vez que estuvo cerca. Había cambiado un poco, estaba mas destrozado de lo habitual.

Todos miraron a Ben, y se detuvieron al principio de la puerta principal.

—Anda y habla con ella, tu tendrás que hacerlo solo, me temo —dijo Jay.

Ben suspiró profundamente.

—Ben —Evie lo jaló del brazo—, por favor que esta vez termine bien esa conversación.

Él asintió con la cabeza.

—Eso espero yo —dijo.

Y se adentró al castillo de las Gangas.

Lo primero que vio Ben al entrar a aquel sitio fue oscuridad. Pura oscuridad. Pero no se sorprendió de ello. Este era el hogar de Maléfica. Su hogar, bueno, su hogar de alquiler. De todos modos, seguía siendo íntimamente y fría.

Subió las escaleras y se encontró con una sala de estar, allí había un caos, todo un desorden y vandalismo.

Vio una puerta abierta y se adentró, y allí estaba la razón por la cual había vuelto a este lugar.

—Mal —llamó.

Ella se dio vuelta y se sorprendió de ver a Ben en la puerta de su habitación.

—¡Ben! —exclamó con asombro—. ¿Que haces aquí? No es seguro que estes aquí.

—Tú tampoco —dijo Ben.

—Ben, puedo explicar esto —dijo Mal mientras apartaba unas cosas que guardaba en su morral.

—Te escucho —dijo él.

—Volví por unas cosas y luego me iría a Auradon otra vez, fue solo eso, mas nada —dijo Mal.

—Ummm... ¿Esa es la explicación? —Ben preguntó.

Mal le dio una mirada.

—Mal, sabes que esto no puede volver a pasar, sabes que entrar a la isla es peligroso, incluso para ti. Y aún así, lo haces —dijo Ben.

—Pero solo vine por unas cuantas horas —dijo Mal.

—Unas cuantas horas es lo que necesita las fuerzas del mal para atacar y destruir Auradon —dijo Ben.

Mal suspiró profundamente.

—Ya esto sucedió una vez, ¿cuantas veces tiene que volver a pasar? Creí confiar en tu palabra —Ben cruzó los brazos.

—Yo... —Mal intentó decir algo.

—¿Tú, qué, Mal? —pregunto Ben.

—Nada, Ben. Vayámonos a Auradon, ¿te parece?. Trataré de nunca más no poner un pie en mi hogar para que seas feliz, ¿es lo que quieres, verdad? —Mal cerró la puerta de golpe.

—Mal,espera... No es lo que yo quería decir... 

La Descendencia de la Isla de los PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora