Capitulo 32: Antihéroes y héroe al rescate

87 8 1
                                    

Lo primero que pensó Evie al escuchar lo que le dijo Freddie fue que Mal estaba en problemas. Ella sabia que no eran muy populares en la isla, e ir sola a la Isla de los Perdidos era como adentrarse a un nido de serpientes. O en este caso, un nido de villanos retorcidos ansiosos de venganza.

Por lo que Evie tenía que hacer el viejo plan que hicieron hace tiempo cuando Mal volvió a su antiguo hogar. Sabían que Uma no estaba en la Isla de los Perdidos —lo cual seguía preocupando a Evie— y quizás sería más fácil andar por la ciudad, pero... ¿Quien sabe que nuevo villano los estaría esperando para vengarse?

—Debemos darnos prisa —dijo Freddie a Evie.

El grupo conformado por la hija de Facilier, Carlos, Jay, y Evie estaba esperando a Ben cerca de la limusina real que abría la cúpula de la Isla. —¡Ben apresúrate! —exclamó Evie.

En respuesta Ben salió rápidamente mientras ajustaba su gorro color negro. Evie había diseñado nuevos atuendos para ir a la Isla de los Perdidos. El de Carlos consistía en una chaqueta de cuero blanco sin mangas, una camisa negra y pantalones cortos de color rojo. Jay usaba su habitual chaleco, y pantalones de mezclilla negro con retazos de cuero naranja. Freddie usó sus antiguas ropas con las que llegó a Auradon, solo que esta vez Evie le añadió mas detalles en tonos negro. El de Evie era una vieja chaqueta azul, falda negra con leggins negro y rojo. Pero el de Ben, curiosamente, era el que mas destacaba, llevaba una chaqueta de cuero gastado color azul real con detalles dorados, y unos pantalones negros desgarrados, una camisa amarilla sobresalía con el emblema de la casa real distorsionado. Evie le cerró la chaqueta. —Asegúrate de que nadie lo vea. No queremos que sepan que el rey de Auradon esta en la Isla de los Perdidos.

Ben asintió. Evie no quería volver a pasar por la situación de Ben con Uma, pero tenia que traerlo, él no los dejaría ir solos.

Todos se adentraron en la limusina real. Las calles de Auradon estaban vacías, mientras la limusina real se dirigía al borde de las playas, prácticamente en la costa. Finalmente llegaron al punto más meridional junto a la bahía, donde sabían que un puente invisible que conectaba la Isla con el reino estaba en pie.

—Espero que no encontremos una nueva sorpresa en la Isla —dijo Carlos mientras conducía la limusina hacia el final del camino. Las luces de la Isla de los Perdidos atravesaron la niebla—. ¡Cielos! en realidad parece casi bonito desde aquí.

—En casa, otra vez —dijo Evie suavemente.

—No hay lugar como este —dijo Jay.

—Esperemos que no —dijo Carlos—. Una isla llena de villanos retorcidos y sedientos de venganza es más que suficiente.

—Bueno, ¿qué estamos esperando? —preguntó Ben, que sabía que tenían que hacer esto antes de que todos se acobardaran—. Bueno, Freddie, adelante.

Freddie sacó el control remoto de la guantera. —Aquí vamos.

Hubo una ligero destello chispeante. A través de la bruma, los chicos casi podían ver la cúpula abriéndose mientras el puente se manifestaba lentamente ante sus ojos. Jay condujo el coche hacia adelante, y los chicos presionaron sus caras contra las ventanas, viendo cómo el puente se materializaba frente a ellos mientras conducían sobre el agua. Evie sabía que todos pensaban en el primer día que habían salido de la isla, a excepción de Freddie y Ben, por supuesto. Ahora estaban volviendo, otra vez. ¿Realmente ellos estarían en Auradon sin tener que volver a su antiguo hogar?

Justo cuando llegaron al otro lado, Freddie se giró y apretó el control remoto, y el puente desapareció.

—No manejes dentro de la ciudad —dijo Evie —. Deberíamos esconder el coche en alguna parte. ¿El viejo garaje, otra vez?

La Descendencia de la Isla de los PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora