Capítulo 6: Blanca como las Nieves, hermosas como unas rosas

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—Debemos recoger el dobladilló de la falda, es muy largo y se puede ensuciar al caminar —dijo Evie mientras observaba su creación en una de sus clientas.

No era cualquier clienta a la que atendía, era la mayor enemiga de su madre, Blanca Nieves. Su nueva marca de ropa estaba teniendo mucho éxito, muchas princesas y nobles del reino pedían sus diseños. Y la hermosa señora le había pedido que viniera a su castillo para que le diseñara un vestido para el Baile Anual en honor a los Héroes de Auradon. Evie se sorprendió, generalmente ella y Blanca se dirigían solo algunas palabras de cortesía, y tampoco se veían mucho.

—Bueno, usted es la experta, se que lo vas a hacer hermoso —dijo Blanca Nieves con su encantadora y dulce voz.

Evie sonrió, mientras observaba a Blanca Nieves en el enorme espejo de la habitación, Blanca Nieves giraba y el vestido comenzó a girar como una flor volando en el viento. Ella entendía por qué su madre estaba celosa de Blanca Nieves, ella era bellísima, con piel blanca e inmaculada como la mas fina porcelana, sus labios diminutos eran como dos rubíes intensos, sus cabello corto era del color de las plumas de cuervos negros, y su mirada era suave y destellando felicidad. La edad parecía no afectarle, seguía viéndose joven.

Con razón el espejo mágico le dio el título de la mas bella de todas, pensó mientras Blanca se daba una vuelta para ver el movimiento de las telas.

—Puedes ponerle algo de brillo en la capa de atrás —Blanca le sugirió a Evie.

—Por supuesto, Su Majestad. Creo que le daría un toque especial —Evie sonrió a la vieja princesa.

—No tienes que llamarme Majestad, puedes decirme Blanca —dijo la princesa sonriendo.

—De acuerdo, Blanca.

—Lo ves, asi tenemos mas confianza entre las dos —Blanca Nieves le tomo la mano a Evie.

Evie estaba sorprendida, nunca en su vida se imaginaba ser amiga de la persona quien su madre apodo: la causante de todas sus desgracias. Si la Reina Malvada lo hubiera visto, estaría furiosa y su cara tan roja como una manzana.

Pero esto era Auradon y ella no estaba en la Isla.

—Escuche que eres la novia de Doug, que suerte tienen los dos de encontrar el amor. Una joven tan bella como tu con un chico tan amable y decente como Doug —Blanca Nieves estaba cambiándose el vestido de Evie.

—Si, es como un cuento hecho realidad, el me enseño que puedo ser mas que solo una cara bonita —Evie suspiro de felicidad.

—Y lo eres, escuche que eres muy inteligente, y además eres talentosa para la moda. Tienes un gran futuro por delante, querida —Blanca Nieves camino con una bata de seda azul hacia Evie y le tomo las dos manos.

—Gracias, majes, perdón, Blanca —Dijo Evie disculpándose.

—Ben me dijo lo duro que fue vivir en la Isla para ustedes, pero lo bueno mi niña es que todos podemos cambiar, y a pesar de lo difícil que sea la vida, se puede avanzar hacia un futuro mejor. Créeme yo lo viví —dijo Blanca Nieves.

Luego abrió sus brazos y le dio un cálido abrazo a Evie. Evie estaba que alucinaba con tanta felicidad, belleza, y bondad. Era justo como debía ser la vida en Auradon.

Perfecta.

Dulce. Llena de oportunidades, y de personas que aprecian tus esfuerzos. Muy diferente en la Isla, donde no importase que tanto Evie se esforzara en maquillarse o arreglara su cabello, su madre nunca apreciaba su esfuerzo.

—Majestad, disculpe, pero el príncipe y la princesa han venido a visitarla —dijo un sirviente tocando la puerta.

—Oh vaya, que agradable sorpresa. No los esperaba hoy. Ya me preparé para recibirlos. ¿Evie te quedarás para conocer a mis hijos? —Nieves esta emocionada.

La Descendencia de la Isla de los PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora