Capítulo 30: El regreso rápido.

117 7 1
                                    

Mal dejo la preparatoria de Auradon en la motocicleta que Ben le había regalado, la morada motocicleta había sido devuelta a Auradon cuando Ben mandó a unos asistentes a la Isla a enviar la invitación para la pequeña Dizzy. Ella se sentía algo mal por hacer esto, pero este era un secreto que guardaría con ella misma, y luego se lo contaría con calma a Ben y Evie. Mal volvió a oler la carta, y sentía que la Isla la llamaba otra vez.

Ven aquí. Sé que quieres volver, parecía que la Isla le decía eso. Por mas loco que sonara.

Mal aceleró y condujo hasta el Puerto de Bella, se detuvo en el muelle. Mal prometió no volver a usar su libro de hechizos, pero eso no significa que no podía usar un hechizo que ella hubiera memorizado, la magia de Maléfica era negra, y Mal lo sabía, incluso un simple hechizo estaba infectado con esa magia malvada. Pero eso a ella no le importaba, esa magia corría por sus venas. Así que cerró sus ojos, y pronunció su propio hechizo: —Fuerte y veloz llévame ya, el agua mi carretera solida será —dijo apuntando hacia el océano.

Estaba a solo unos cuantos kilómetros de su hogar. Nadie se había enterado aún, así que aún no había sido atrapada. Solo a buscar unas cosas y listo, de regreso a Auradon, especialmente porque el domingo era ese baile en honor a los héroes.

Mal aceleró, y condujo sobre el agua, no quería llegar por el puente principal debido a que la descubrirían fácilmente, por lo qué, corrió cerca del Estrecho de Úrsula, a unos metros de la barrera. Acelerando con una mano, y apuntado la barrera con otra ella lanzo su hechizo. —¡Elfos y gnomos, abran este domo! —gritó con todas sus fuerzas. Un pequeño agujero se abrió, y Mal aceleró, el agujero era lo suficientemente grande para que ella pasará, pero desafortunadamente el agujero estaba alto, por lo que Mal tenia que pensar en un hechizo para saltar, y pronto. —Llévame alto, llévame lejos, da un gran salto como conejo —dijo ella, y la motocicleta brillo con un destello verde y saltó sobre el agujero. Mal gritó mientras iba en el aire, pero aun así sentía una adrenalina que no sentía desde hace mucho. Cuando aterrizó dentro de las aguas de la Isla en el Estrecho de Úrsula, Mal condujo hasta un pequeño muelle. Estaba en casa. Llegó al Muelle Fantasmal.

Hogar aprisionado hogar.

¡Esperen!, la cúpula aun seguía abierta. Mal se giró, y apuntó su mano hacia donde había pasado antes. —¡Elfos y gnomos, cerrar este domo! —conjuró ella con la poca cantidad de magia que el agujero permitía. El pequeño agujero se cerró rápidamente.

Mal guardó la motocicleta detrás de unas cajas de maderas viejas, y la cubrió con un largo pedazo de tela. Nadie la vería allí.

Se adentró al muelle, ajustó su chaqueta ante el frio de la noche. No escuchó nada, ni un ruido. Era extraño encontrar una parte de la Isla de los Perdidos que estuviera en completo silencio. Por alguna razón lo llamaban el Muelle Fantasmal, no había ni un alma que se escuchara o se sintiera en ese lugar. Mal apresuró su paso, no tenía ganas de quedarse en ese sitio mucho tiempo.

***

La plaza central de la Isla estaba decorada de la manera mas espantacular que Mal hubiera visto. Miles de lámparas fantasmales de todos los colores decoraban el lugar, las tiendas todas estaban abiertas, había un show de marionetas diabólicas de Stromboli y el Doctor Facilier. Madre Gothel y la Reina Malvada tenían cabinas de fotos, ambas viejas vanidosas se peleaban por tomar autorretratos de ella mismas. Úrsula abrió un pequeña tienda donde servía pescados y patatas fritas, y en gran parte todos sus menús. El Juez Claude Frollo vendía rápidamente sus crepés. Había un escenario donde las Manzanas Podridas cantaban de manera grosera y ruidosa su canción famosa: Nunca Me Llames. En resumen, todos parecían celebrar un festival de la Isla, al igual que los festivales de Auradon a la que ella había asistido. Claro estaba la diferencia de un festival de la Isla de los Perdidos, y uno de Auradon. Mal se recogió el cabello y se lo guardó en su capucha. Nadie debía verla, o todos estos villanos le harían lo peor.

La Descendencia de la Isla de los PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora