Ridículo. Así se sentía. Por lo general Antonio se caracterizaba por tomar decisiones decentes, bueno, no estaba muy orgulloso de esa precisamente.
Entró solo porque tenía que hacer alguna cosa durante toda la noche, quedarse frente del bar mirando la puerta como idiota no lo haría sentirse más brillante e irse significaría que las casi dos horas de viaje hasta aquel lugar habrían sido en vano.
Miró a ambos costados y lo miraron de vuelta de una forma tan lasciva que deseó que se lo tragara la tierra, parecía que mirar la puerta no era tan mala idea después de todo. Él no lo sabía en ese momento pero era carne fresca en un sitio donde las caras nuevas no eran muy comunes.
Casi podía oír la voz de Cristina en su cabeza.
Hay un bar en el pueblo vecino, uno de “esos bares”. Quizás si vas allá conozcas más gente y puedas definirte mejor, ya sabes, tu sexualidad.
Claro que se definiría, como asexuado, porque si su propio pudor no lo llevaba por un camino más “normal”, las miradas de los otros visitantes del bar definitivamente lo harían.
Avanzó con todo el cuerpo contraído sin fijar los ojos en nada vivo por más de un segundo, se sentó en la barra sintiendo la atención en él. Esto definitivamente fue la peor idea que se le pudo ocurrir a Cristina.
Es cantinero se le acercó con cara de pocos amigos y sin preguntar nada se quedó parado esperando la orden mientras limpiaba afanosamente un vaso de vidrio azul. Antonio no pudo pronunciar palabra al principio, estaba lo suficientemente cohibido como para olvidar su nombre, ni hablar de pedir algo para beber.
Trató de juntar un par de silabas pero de su boca solo salieron sonidos guturales y trabalenguas mal pronunciados. Él cantinero modificó su cara de pocos amigos a una de menos amigos aun y se retiró sin decir palabra alguna.
Anto se tapó la cara rojo tomate y decidió que se quedaría toda la noche sentado ahí sin hablar con nadie reflexionando sobre sus actos como castigo. Se sentía más que ridículo, él era en esos momentos la definición grafica de un completo idiota.
—Pero mira lo que trajo la marea a estas orillas decadentes—una voz ronca y profunda le obligó a mirar a su derecha. Junto a él un chico sonriente se apoyaba en la barra y lo miraba, no con lujuria, no con deseo, solo con interés. Su cabello era oscuro al igual que sus ojos, usaba barba de tres días y el pelo, que apenas le tocaba los hombros, se le ondulaba un poco en las puntas. Alto, recio, guapo—Cuéntame muchacho ¿Te equivocaste de lugar o sabes bien en lo que te estás metiendo?
Balbuceó lo mejor que pudo, le hubiera gustado afirmar su seguridad, definir sus decisiones y defender su posición, pero en cambio de sus labios solo salió un burdo intento de lenguaje, seguido de cerca por la mayor cara de tonto que se había visto por aquellos lugares. Cristina pagaría por darle aquella estúpida idea, definitivamente lo pagaría.
—Eso lo deja todo claro—agregó el desconocido con la sonrisa a flor de boca—Mira, yo se que estás perdido y crees que este es un buen lugar para resolver tus dudas pero no lo es, este es el peor lugar para ponerte experimental—explicó el joven señalando a los otros ocupantes del local—para ellos eres presa fácil y carne nueva, no dudaran en comerte. No les va a importar que seas primerizo, ingenuo o menor de edad.
Antonio observó a su alrededor asustado hasta la medula ¿En que tipo de lugar había ido a parar? Pensó en alguna manera de escapar, pero el primer bus de vuelta a Los Robles no saldría hasta seis horas más, no conocía a nadie en ese pueblo y apenas se ubicaba en las calles.
Su acompañante pidió dos cervezas y le acercó una, luego suspiró largo y tendido y ladeó un poco su cabeza.
—Bien muchacho, solo porque soy una buena persona te haré un favor esta noche y me quedaré contigo para ahuyentar a esos buitres. Por cierto soy Felipe.
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Aprendices de Sherlock
Genç KurguHubo una época en que Melchor, Cristina, Tomás y Antonio fueron buenos amigos, que digo buenos, los mejores amigos, pero crecieron sin poder evitarlo y antes de que lo notaran ya no se conocían. ¿Es prudente juntar sus caminos nuevamente o todo ter...