Las formas de la ira

2.2K 160 86
                                    

—Así que… te gusta Cristina—soltó Antonio mientras observaba a sus dos amigos jugar con su consola en un estado supremo de concentración.

—Cierra la Boca, Anto—masculló el chiquillo de ojos azules y mejillas enrojecidas, sentado a su costado izquierdo, sin quitar la vista de la pantalla.

—Suenas nervioso, Chie—agregó Tomás, tan pegado a la televisión como los otros dos.

—No sueno nervioso—se quejó.

—¡Pero si no tiene nada de malo!—dijo Tomás tranquilo—a mí también me gusta un poco.

Melchor dejó de jugar inmediatamente y miró a Tom como si hubiese insultado a su mismísima madre. Tomás sonrió de medio lado sin devolverle la mirada y apretó el botón en el medio de su control, terminó el solo de la canción perfectamente y alzó los brazos en el aire, triunfante.

—¡Caíste!—chilló él—y definitivamente apestas en Guitar hero.

—No es justo—reclamó Melchor mirando la pantalla. Tomás había ganado toda la tarde, y justo hora que por fin iba a ganarle, lo distraían de manera tan ruin—solo ganaste por cien puntos ¡Exijo once de veinte!

—Se vuelve aburrido cuando gano siempre…—se pronunció Tomás fingiendo hastío— Mentira, que sean once de veinte. Por otra parte—agregó—si no estuvieras tan enganchado de Cristina no te hubieses desconcentrado.

Melchor se puso rojo tomate, programó otra partida con el control y esperó que cargara el juego y se le fuera la vergüenza.

—Vamos Melchor—terció Antonio—, no puedes mentirnos, lo tuyo con Cristina se sabe desde que tenemos cinco.

—Bazofias—se defendió—. Ella es increíble para ser una chica, eso es todo—los otros dos carcajearon al unísono—¡Dejen de reír!—solo logró que lo hicieran más fuerte.

—Yo también pienso que Cristina es increíble para ser una chica, pero eso no significa que quiera besarla, y salir con ella, y casarme con ella, y tener hijos con ella—comentó Antonio mientras la canción empezaba.

Melchor sintió como se le enrojecía aún más la cara. Podía ser que nunca hubiese soñado con salir con Titi, o casarse con ella, mucho menos tener hijos… pero besarla no sonaba tan mal ¡No sonaba para nada mal!

—Yo también creo que ella es increíble y tampoco quiero besarla ¿Ves la diferencia entre nosotros?—ironizó Tomás con tono de sabelotodo—Además, a diferencia de ti, yo ya la besé. Créeme, no es la gran cosa.

Warg pigse detuvo de pronto, justo antes de que Tom comenzara a jugar. Miraron a Chie, quien tenía en sus manos el control del primer jugador.

Ambas orbes azules del muchacho se clavaban de lleno en Tomás, podría haberle matado solo con esa mirada. Era el nacimiento de una prematura y terrorífica mirada Valencia.

Tomás tragó sonoro y quiso pedirle—por favor—que parara, pero su orgullo era más grande. Juntó fuerzas y lo enfrentó, a pesar de que las rodillas le tiritaran.

La ira inconmensurable de Melchor era casi palpable, nunca antes le habían visto así, y, a pesar que su furia confirmara su enamoramiento por Titi, hubiesen preferido no tener que ser víctimas de los penetrantes ojos del chiquillo.

—Eso no fue un beso—siseó entre dientes, para luego relajar la expresión—. Que tu boca y la suya hayan colisionado no significa que la hayas besado.

Anto soltó un risilla nerviosa y miró a Tomás buscando apoyo moral.

—Claro—dijo el mayor—tienes razón.

Aprendices de SherlockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora