Capítulo 2

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Los días pasaron rápidamente. Doris y yo nos graduamos, conseguimos aprobar todos los exámenes y ahora estábamos de compras. Necesitaba encontrar algo adecuado para mi fiesta de cumpleaños y, aunque no era una persona a la que le apasiona la moda, sabía que necesitaba renovar mi armario. Y así fuimos tienda tras tienda hasta que encontramos el look perfecto: un vestido estampado de manga corta con unas zapatillas de verano.

- Te ves perfecta, Alice.

- ¿Tú crees? - pregunté dudosa.

- Claro que sí, deberías cómprate ese.

Entonces volví a entrar al probador para cambiarme, compré el vestido y salimos de la tienda. De vuelta a nuestras casas, decidimos ir a la heladería y mientras esperábamos para pedir, alguien me sorprendió tapándome los ojos

- ¿Quién soy? - óí a mi mejor amiga reír e inmediatamente reconocí su voz.

- ¡Jared! grité y automáticamente me volví para abrazarlo. - ¿Qué haces aquí? ¿No estabas estudiando fuera? - Jared es el hermano de Doris y, al igual que ella, era rubio, ojos azules, piel blanca y más alto que yo.

- Claro que sí, pero yo también tengo que descansar y echo de menos a mi familia y amigos. No sabes las ganas que tenía de volver a verte.

- Yo también me alegro muchísimo de volver a verte. Espero que puedas venir a mi cumpleaños. Me haría mucha ilusión que estuvieses presente.

- No me lo perdería por nada del mundo, jolie. - Sonreí al escuchar su mote pues me recordó a la manera que me llamaba mi padre.

- ¡Genial! - y antes de que pudiese añadir algo más, una vocecita se hizo presente detrás de mí.

- Jared, ¿puedes dejar de robarme a mi mejor amiga? - dijo Doris molesta.

- ¡Doris! No seas así, tu hermano solo está siendo amable conmigo. ¿Qué os parece si tomamos el helado los tres juntos?

- A mi me parece bien - se apresuró a decir Jared a lo que Doris contestó resoplando.

- ¡Eso un sí! Vamos, yo invito.

Había pasado una tarde magnífica junto a Doris y Jared, aunque mi mejor amiga se mostró un poco incómoda por la presencia de su hermano mayor. Esto se debe a que desde hace varios años piensa que él está enamorado de mi y, la verdad, aunque intente quitárselo de la cabeza, tiene razón.

En muchas ocasiones él me había declarado sus sentimientos y, aunque me hubiese encantado corresponderle, no lo hice simplemente porque es el hermano de mi mejor amiga. Sin embargo, eso no quiere decir que no nos hayamos besado, hecho que espero que nunca se entere Doris, ya que es parte del pasado.

Después de un largo y magnífico día, por fin llegué a casa. Mi madre no había llegado de trabajar todavía así que fui directamente a mi habitación para dejar todo lo que había comprado: tres camisas, dos pantalones, dos faldas y mi vestido. Mientras iba guardando la ropa, encontré una foto donde aparecemos mi madre, mi padre y yo.

- Te echo muchísimo de menos papá... - dije acariciando la foto mientras una amarga sonrisa aparecía en mi rostro.

A pesar del divorcio y de la rabia que sentí cuando me lo contaron, lo echaba de menos. Extrañaba sus chistes malos, sus quejas y su forma de hablar. Echaba de menos también el interés que mostraba en todo lo que hacía, su manera de animarme y las canciones que ponía los sábados por la mañana. Pero sobre todo, extrañaba tener a mi padre cerca, sus consejos y sus abrazos.

Hacía tres años que no lo veía, exactamente, desde que él decidió volver a su país: Francia. Formamos un gran equipo pero desde que se fue, me negué a tener la misma relación con él y, aunque a veces el orgullo me ganaba, la realidad es que lo necesitaba.

- Seguro que tu padre también piensa en ti, mi niña. - dijo mi madre sobresaltándome.

- ¡Mamá, qué susto me has dado! No te he escuchado llegar.

- Y eso que te he llamado varias veces.

- Me imagino... Lo siento mamá. Ni siquiera sabía que tenía esta foto aquí - intenté guardar la foto pero mi madre me detuvo.

- A ver, déjame verla - dijo mi madre cogiendo la foto - es una foto muy bonita cariño. ¿Recuerdas este día?

- ¡Cómo olvidarlo! Después de montarme en la montaña rusa estuve como tres días enferma sin salir de casa - reíamos mientras lo decía hasta que una pregunta rondó por mi mente. - Mamá, ¿tú crees que papá vendrá el día de mi cumpleaños? Digo, cumplo 18, es un día especial y me gustaría que él estuviera aquí.

- No lo sé, cariño. - respondió algo nerviosa, a mi parecer - De todas formas, ahora lo que tienes que hacer es ponerte cómoda. Comenzaré a hacer la cena y necesito que me ayudes. Te espero abajo.

Te conocí en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora