Capítulo 61

84 26 5
                                    

Habían pasado varios meses y, a día de hoy, puedo decir que estaba loca y completamente enamorada de Philip. Nuestra relación se había fortalecido bastante y, la verdad, después de todos estos meses juntos, me había dado cuenta que teníamos mucha complicidad. Soy feliz, muy feliz.

- ¿Lista para pasar todo un fin de semana juntos? - preguntó Philip abrazándome por la espalda.

- Más que lista - respondí volviéndome hacia él y depositando un beso en sus labios - podemos irnos cuando tú quieras.

Como podéis imaginar, este fin de semana iba a hacer uso de mi fantástico regalo de Navidad y pensaba aprovecharlo al máximo.

- Tened mucho cuidado - dijo mi padre desde la puerta de mi casa - y si tenéis algún problema, llamadme e iré lo más rápido posible.

Naturalmente, a mi padre no le hizo mucha gracia que fuese a pasar el fin de semana lejos de aquí, en un hotel y con Philip, pero al final terminó cediendo con la condición de que le llamase antes de dormir.

- No te preocupes papá. Estaremos bien - contesté abrazándolo.

- No te olvides de llamarme.

- No lo haré.

- Philip, cualquier cosa...

- No se preocupe señor, volveremos sanos y salvos el domingo por la noche.

- Eso espero.

Mi novio y yo subimos a su coche y nos dirigimos a Pontoise. Lo cierto es que el viaje fue bastante ameno a pesar de que hubiésemos tardado casi el doble de tiempo. Sin embargo, estar en compañía de Philip hacía que los minutos pareciesen segundos... Y eso me encantaba.

- ¿Es aquí? - pregunté mirando un hermoso y majestuoso edificio.

- Eso pone en Google Maps.

- Es precioso.

- ¿Cómo crees que serán las habitaciones? - preguntó en tono seductor.

- No sé, pero estoy segura que me harás conocer cada uno de los rincones de la nuestra.

- ¿A qué estamos esperando entonces? - dijo con una sonrisa - Averigüémoslo.

- Estoy deseándolo.

Entre risas, Philip y yo cogimos el poco equipaje que teníamos y nos dirigimos al interior del hotel. La recepción era preciosa y estaba muy bien distribuida y amueblada. Casi al instante, una recepcionista muy amable nos atendió y nos indicó cuál era nuestra habitación. Mi querido francés y yo estábamos asombrados por el lujo, la comodidad y las instalaciones de las que disponían en ese hotel.

Una vez que entramos en la habitación, lo primero que vimos fue un baño gigante compuesto por un inodoro, un lavabo, un espejo increíble, bañera jacuzzi y una ducha con hidromasaje. Sí, sí, como os lo cuento: a falta de una, dos. Además, la habitación tenía una majestuosa cama king size situada justo enfrente de una televisión de pantalla plana de, al menos 46 pulgadas.

Yo, que me guío mucho por impulsos, lo primero que hice fue tirarme en la cama disfrutando del espacio y de la tranquilidad que comenzaba a reinar en esa habitación. Estaba segura que aquí, Philip y yo ni siquiera nos tocaríamos a la hora de dormir (y cuando no estuviéramos durmiendo, estaba segura que no nos sobraría espacio).

- ¡Qué pasada! - exclamé.

- Lo mejor para mi hermosa novia - respondió tumbándose a mi lado.

- Esto te ha tenido que costar una fortuna, Philip.

- No es para tanto.

- ¿Estás loco? ¿Un fin de semana en un hotel de cuatro estrellas, tú y yo, con una súper cama y dos duchas y dices que no es para tanto?

Te conocí en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora