Capítulo 17

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- Alice, esto está de muerte - comentó Philip mientras cenábamos - ¿Cómo se llama este plato?

- Me encantaría decírtelo pero es secreto inglés - respondí sonriendo - Es una receta súper secreta que solo unos privilegiados tienen el gusto de probar... Así que, puedes considerarte como tal.

- Gracias por la parte que me toca.

- Ha sido un placer, señor.

Philip y yo recogimos la mesa y limpiamos todos los utensilios de cocina que habíamos utilizado. Parecía mentira que estuviésemos tan compenetrados haciendo estas labores de la casa siendo la primera vez que compartíamos una experiencia así.

Varias horas más tarde, Philip y yo estábamos viendo una película. Yo quería ver una romántica pero mi querido francés quiso una de miedo por lo que ahora estaba sumamente aterrorizada pero muy cómoda entre sus brazos protectores.

- Creo que ya es suficiente - dijo Philip riendo mientras apagaba la televisión - Ni siquiera has visto los diez primeros minutos.

- Puedes creerme cuando te digo que esta es la película de miedo que más me ha gustado.

- ¿Y eso por qué? Si se puede saber, claro...

Recuerdo que la última vez que vi una película de miedo fue en compañía de Jared y, la verdad, no me había gustado en absoluto. En cambio, con Philip todo era diferente.

- Bueno... Digamos que las películas en francés me gustan más que en inglés.

- ¿Estás tomándome el pelo?

- Puede - respondí riendo.

Philip se colocó encima mía y comenzó a hacerme cosquillas. Empecé a reírme a más no poder, me volvía muy vulnerable y no podía defenderme.

- Para, por favor - reírme era lo único que no podía dejar de hacer en ese momento. Philip se contagiaba de mí pero no porque yo le estuviera haciendo cosquillas precisamente.

- ¿Sigues teniendo miedo? - me preguntó cuando paró, al fin.

- En ningún momento de la película tuve miedo, Philip - me miró extrañado.

- Entonces, ¿por qué has estado pegada a mí como si fueses un koala?

- Porque en tus brazos me sentía protegida - sonreí.

Las mejillas de Philip se tornaron de un rosado que me llenaron de ternura y, en un abrir y cerrar de ojos, Philip se abalanzó sobre mí y comenzó a besarme delicadamente.

- A ti te protegería hasta de mí mismo, mi niña.

Esa frase me había calado en lo más profundo de mi ser. ¿Hasta de él mismo? ¿Por qué habría dicho tal cosa? Antes de que pudiese contestar, Philip siguió hablando.

- Creo que es hora de dormir, ¿vamos?

- Vamos - respondí con una sonrisa en los labios.

Philip me guió hasta su habitación, que era mucho más grande que la mía, y abriendo uno de los cajones de su armario, sacó una camisa que supuse, sería mi pijama.

- Ponte esta camiseta.

- Gracias.

- Te dejo unos minutos para que puedas cambiarte tranquila.

Philip salió de su cuarto y se lo agradecía. Me estaba dando intimidad y realmente la necesitaba. Era la primera vez que dormiría con una persona que me gustaba y, aunque mi corazón me decía que fuese más allá y pasara la mejor noche de mi vida, mi cabeza me decía lo contrario.

Me cambié y observé las fotos que mi chico tenía en su habitación. Me sorprendí cuando encontré una foto con Marc entre sus cosas y mi sorpresa fue todavía mayor cuando también encontré otra con su querida ex novia. En ella, Philip y Monique estaban mirándose a los ojos, parecía que las palabras sobrasen entre ellos, se veían felices. Parecían la pareja perfecta. Sentí una punzada de celos y unas ganas tremendas de echarme a llorar. ¿Cómo podía tener todavía esta foto aquí? ¿Tendría más? ¿Sentiría algo por ella?

En ese momento, Philip llamó para asegurarse de que ya me había cambiado y entró. Al instante, supo que había estado viendo las fotos pues ni siquiera me molesté en esconderlas. Rápidamente me quitó las fotos de las manos y mirándome se explicó.

- Iba a tirarlas.

- Lo siento, no era mi intención molestarte - me excusé, consciente de que no lo estaba diciendo en serio. En cierto modo, me alegraba saber que todavía guardaba ciertos recuerdos porque así comenzaba a tener una idea de a qué atenerme. Siempre le he dado más importancia a los hechos que a las palabras.

- No te preocupes - dijo mientras volvía a dejar las fotos en su escritorio - Vamos a dormir.

Philip deshizo su cama y me invitó a entrar con él. Me acurruqué entre sus brazos y él, como si se tratase de un acto reflejo, comenzó a acariciar mi brazo.

- Philip, ¿puedo preguntarte algo?

- Sé lo que vas a preguntar y no creo que sea el momento. No tengo ganas de hablar y mucho menos de pensar en otras personas que no seamos nosotros, ¿te parece si hablamos mañana? - asentí - Duerme inglesa - dijo dándome un beso en los labios - Esta noche yo velaré tus sueños.

Como si sus palabras tuviesen magia, me dormí entre sus brazos.

Unas horas más tarde desperté con un calor sofocante. Me giré y vi que Philip seguía a mi lado. Estaba agarrado a mi cuerpo como si tuviese miedo a que me vaya y, la verdad, es que yo también tenía un poco de miedo. Se veía muy tierno mientras dormía y de momento, comenzó a murmurar algunas palabras.

- Alice...

Esbocé una débil sonrisa al saber que estaba soñando conmigo y seguí escuchándolo.

- No... Vayas...

Pobrecito, estaba teniendo un mal sueño. Quizás, podría estar soñando con el día en que volviese a Inglaterra, es decir, dentro de dos días. Había pasado tan rápido... Casi consiguió ganarse mi corazón cuando volvió a hablar en sueños.

- Monique... Perdón...

Mi estado de ánimo cambió rápidamente y con cuidado, me deshice de su agarre. ¿Por qué esa niña estaba presente incluso en sus sueños? ¿Por qué estaba pidiendo perdón?

Miré el reloj y vi que marcaba las cuatro de la madrugada. Philip se movió y volvió a abrazarme, aunque, para ser sinceros, lo último que quería era que lo hiciera. Lo único que quería saber era por qué su maldito subconsciente soñaba conmigo y con su ex novia mientras que pedía perdón. ¿Con quién estaba disculpándose? ¿Conmigo o con ella? Lo miré como si esperara a que respondiese a todas mis dudas. Creía que ya había terminado de hablar en sueños pero mi francés, incluso estando dormido, es capaz de sorprenderme.

- Te quiero, Alice.

Esas eran las palabras exactas que necesitaba para calmar mi nerviosismo, mis miedos y mis celos.

- Yo también a ti, Philip.

Lo besé con cuidado y cerré los ojos, volviendo a caer en los brazos de morfeo. O mejor dicho, en los de Philip.

Te conocí en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora