Capítulo 29

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Bajamos de la habitación para comer y juntos preparamos el almuerzo. Nos decidimos por algo sencillo: espaguetis, pisto y ensalada.

- Pues nos ha salido bien la comida - dijo Doris haciéndonos reír.

- ¡Pues claro! Algunas sabemos cocinar - contesté.

- Espero que no lo digas por tu prima - respondió haciéndonos reír nuevamente.

- Pasaré por alto tu comentario querida Doris, solamente por todo lo que hemos vivido esta noche... - respondió mi prima con una sonrisa en sus labios.

Uno de nuestros teléfonos comenzó a sonar e inmediatamente, nos quejamos por el sonido tan fuerte y molesto que se escuchaba. Vanessa corrió a responder la llamada y, una vez que lo hizo, se acercó a nosotros de nuevo.

- Chicos, ¿qué os parece jugar un partido de volley en un par de horas? - preguntó Vanessa.

- Suena bien - respondí.

- A mí también me parece buena idea - dijo Jared.

- ¿Y tú Doris?

- ¿Los franceses no descansáis ni cuando tenéis resaca?

- No seas aguafiestas nena - contesté a su pregunta.

- ¡Está bien! Si no hay más remedio... Iremos a jugar ese maldito partido de volley.

Terminamos de comer entre risas y bromas sobre el estado de ánimo con el que Doris se había levantado hoy. Recogimos los platos, vasos y el resto de cosas que habíamos utilizado y fuimos a prepararnos para nuestro gran partido. Mi amiga y yo le dejamos ropa a mi prima para que se preparase con nosotras. Yo me había dejado las mallas grises pero me había cambiado la camiseta por una blanca de tirantes un poco más ajustada. Las chicas iban igual que yo, excepto por las mallas, ya que Doris las tenía celestes y Vanessa, negras.

- Chicas - dijo Jared tocando la puerta de mi habitación - ¿Estáis listas?

- Sí, pasa - respondí.

Jared llevaba una calzonas negras y una camiseta del Chelsea, su equipo favorito. Recuerdo que esa camiseta se la regalamos Doris y yo por su diecisiete cumpleaños, y desde entonces, se había convertido en su camiseta favorita.

- Vanessa, los equipos son de seis personas y nosotros somos cuatro, ¿quién más va a jugar con nosotros? - preguntó Jared.

- Pues me imagino que dos de mis amigas. No lo sé - respondió ella.

- ¿Y en el equipo contrario? - volvió a preguntar.

- ¡Ay ya! - exclamó Doris - Da igual quién juegue en contra, no los vas a conocer y, de igual manera, les vamos a ganar.

- Solo preguntaba... - dijo Jared.

- Bueno chicos, ¿nos vamos? - preguntó mi prima.

- ¡Vámonos!

Nos dirigimos al parque entre risas. Sabía que estos días serían maravilloso pero no me imaginaba que me lo pasaría tan bien y llevando, solamente, dos días aquí. Llegamos al parque y entramos en la pista, donde todavía no había nadie.

- Venga chicas, vamos a calentar - dijo Jared.

- Vamos - lo apoyó Vanessa.

Comenzamos a calentar todas las partes del cuerpo, de arriba a abajo: desde los tobillos hasta el cuello, pasando por las muñecas. Todo iba de maravilla, hasta que llegaron el resto de las personas que jugarían con nosotros.

- No me lo puedo creer, otra vez... - susurré.

Jared me miró, como si estuviese preguntándome lo evidente, y yo asentí ante su pregunta no formulada. Inmediatamente, mi amigo se colocó a mi lado, como si con ese gesto quisiera protegerme de las personas que tenía delante: Philip y Monique.

Te conocí en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora