Capítulo 4

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Lágrimas salían de mis ojos sin que yo pudiese evitarlo. Mi padre quería verme y me había regalado unos billetes de avión para que pudiese hacerlo. No podía creerlo, estaba feliz y a la vez asustada. ¿Sería buena idea ir a Francia a ver a mi padre? ¿Cómo reaccionaría mi madre?

Después de varios minutos, escuché que alguien llamaba a mi puerta y por su forma de tocar, sabía que era mi madre.

Ella entró, se sentó a mi lado y sin decir una sola palabra, aunque yo sabía que me estaba preguntando qué estaba pasando.

- Papá quiere que vaya a verle a París.

- ¿Y cuál es el problema? Él es tu padre igual que yo soy tu madre.

- Pero no es lo mismo mamá. No le veo desde que se fue y hace muchísimo tiempo que no mantenemos una conversación padre-hija como solíamos hacerlo. Estoy confusa, no sé si sea buena idea.

- ¿Por qué no?

- Pues porque no sé por qué quiere verme ahora si lleva tres años sin hacerlo. Me ha comprado un billete de avión a París y ni siquiera sé para cuándo, ni si tengo que quedarme en un hotel, ni cuánto tiempo será.

- Si te asusta el dinero, sabes que eso no es problema, cariño. Tanto tu padre como yo nos hacemos cargo de todos los gastos que tengas y de cualquier cosa que necesites. Pero sinceramente, no creo que ese sea el problema.

- ¿Por qué lo dices?

- Quizás tienes miedo de que tu padre esté enfadado contigo al igual que tú lo estuvistes con él.

- ¿Qué? ¡Claro que no!

- Entonces, creo que sería una buena idea que veas a tu padre después de tanto tiempo, él te echa de menos igual que lo haría yo si te fueras lejos y no pudiese verte.

- Pero mamá...

- Cariño, esa es una decisión que debes tomar tú aunque creo que ahora no es el momento. Tus amigos te esperan abajo para seguir celebrando tu cumpleaños. Arréglate el maquillaje y ve con ellos mi amor. Ya mañana pensarás en esto más tranquilamente.

Mi madre tenía razón: no era el momento de pensar en mi padre y en las razones por las que quería verme.

Me levanté decidida y comencé a arreglarme. Diez minutos más tarde estaba despidiéndome de mi madre y de mi abuela para salir a divertirme con mis amigos.

En la fiesta, había perdido la pista de mis primas, Doris y Kaia estaban bailando con dos chicos a los que habían conocido hace unas horas y yo estaba sentada en la mesa bebiendo una bebida de la que no recordaba su nombre. De momento, sentí como alguien se sentaba a mi lado y levantando la vista, pude ver que se trataba de Jared.

- ¿No quieres bailar? - dijo pasando su mano por mi cuello y atrayéndome hacia él.

- Creo que no estoy en condiciones de bailar ahora mismo - sonreí mientras lo decía - pero creo que cualquier chica de este bar estaría dispuesta a bailar contigo.

- No me interesan las demás chicas Alice.

- ¿Y eso por qué? Digo, eres guapo y simpático. A cualquier chica que conozcas le encantaría pasar un rato contigo.

- ¿Te encantaría a ti?

Nuestras caras estaban a centímetros de distancia y yo estaba perdida en sus ojos azules. Rápidamente, miré hacia la pista donde hacía varios minutos estaba Doris, pero no la vi por lo que opté por alejarme un poco de él.

- ¡Por supuesto! Sabes que eres un buen amigo y... - Jared resopló.

- Si tú me dejaras, no solo sería un buen amigo y lo sabes - dijo acercándose de nuevo a mi cara - ¿por qué no lo intentas?

- Por favor, Jared. Creo que este no es momento de hablar de ese tema.

- ¿Y cuándo lo será? ¿Cuándo te vayas a la universidad y nos veamos una o dos veces al año? Sabes perfectamente todo lo que yo siento por ti y tú siempre me dices lo mismo. Yo te quiero, Alice.

En ese momento aparecieron Doris y Kaia pidiéndome que saliera a bailar y nunca antes me había alegrado tanto de que me preguntasen eso.

Sin dudarlo un momento, acepté la invitación de las chicas y me dirigí a la pista con ellas dejando a Jared solo y mirando hacia dónde me encontraba.

- ¿Cómo te lo estás pasando, Alice? Esto sí que es una verdadera fiesta, querida. - dijo Kaia gritando un poco por el volumen de la música.

- Me lo estoy pasando muy buen Kaia. Estoy muy contenta de estar aquí con vosotras dos y el resto de la gente.

- Eso mismo parecía hace varios minutos cuando estabas hablando con mi hermano. - dijo Doris un poco molesta.

- Solo estábamos charlando un poco. No hay de qué preocuparse. - dije sonriendo intentando sonar convincente. - Chicas, necesito salir y tomar un poco el aire. Ahora os veo.

Rápidamente me alejé de mis amigas y salí del club en el que nos encontrábamos. Fuera hacía un poco de frío por lo que me abracé a mí misma intentando entrar un poco en calor.

- Toma mi chaqueta, Alice. La necesitas más que yo.

- Gracias Jared, pero no es necesario.

- Por favor.

- Está bien. - suspiré mientras me ponía su chaqueta - Me queda un poco grande.

- Te ves hermosa. Aunque claro, incluso con un saco de patatas estarías bellísima. No he conocido otra chica igual que tú. - dijo mientras se acercaba hasta quedar de frente a mi - Eres increíble. - acarició mi mejilla mientras yo cerraba los ojos.

Yo ni siquiera podía hablar. Sus palabras, sus caricias y su mirada me habían hipnotizado. Quizás el alcohol y lo confusa que me sentía también estaban influyendo en este momento. Quería hablar, decirle que dejase de piropearme, pero no podía. Jared cada vez se iba acercando más, me miró a los ojos pidiéndome permiso para besarme y yo se lo dí.

Me besó.

Nos besamos.

Y nuestro beso pasó de ser inocente q uno más salvaje, como si quisiera decirme cuánto había echado de menos mis labios desde la última vez que nos besamos.

Nos separamos por falta de aire y él pegó su frente a la mía a lo que yo reaccioné de inmediato.

- Jared yo... Lo siento. Esto no debería haber ocurrido. Eres mi amigo, el hermano de mi mejor amiga y te considero como si también fueses mi hermano. Por favor, haz como si esto no hubiese ocurrido.

- Alice, ese beso ha sido maravilloso, no puedes pedirme que lo olvide así sin más. Y eso de que me consideras un hermano, sabes que no es verdad. Vamos a intentarlo, al menos, hasta que vuelva de nuevo a la universidad. Dame una oportunidad, déjame demostrarte que puedo ser la persona que necesitas.

- Yo... No puedo. - dije consciente de que estaba haciéndole daño.

- ¿Por qué no puedes? Y no me digas que es por mi hermana. Tú y yo somos mayores de edad y no tenemos que estar escondiéndonos por Doris.

En ese momento me di cuenta de lo que había hecho. Es cierto, Jared me atraía pero no lo suficiente como para darle una oportunidad.

Estaba confusa.

Cuando estoy con él hace que me sienta bien, protegida y querida, pero eso no era suficiente, al menos, no para mí. Jared era muy importante en mi vida y se merecía estar al lado de una chica que lo valorase y yo precisamente, no lo soy.

- Jared, yo... - le miré a los ojos y dudé pero, finalmente, logré decir lo que hace horas atrás no me había atrevido a decirle a mi madre - Yo me voy a Francia a ver a mi padre y no sé cuándo volveré.

Te conocí en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora