Te conocí en París

Capítulo 41

Ayer me dieron el alta y ahora estaba en mi casa guardando reposo, súper aburrida y haciendo zapping en la televisión.

- ¡Doris! - grité su nombre para que me oyera.

Uno segundos más tarde escuché unos pasos provenientes provenientes del piso de arriba y que bajaban las escaleras.

- ¿Qué pasa, jolie? - preguntó un Jared sonriente.

- Me aburro... ¿No puedo ir con vosotros? - dije incorporándome con cuidado en el sofá.

- Ya te dijimos que no. Bastante movimiento tuviste ayer con la fiesta de bienvenida - contestó mi mejor amiga harta de la misma pregunta y bufé.

Jared rió por lo bajo y yo me eché hacia atrás. Mis amigos caminaron hacia la puerta y la abrieron para salir.

- Ahora volvemos - dijeron al unísono, cerrando la puerta tras ellos.

A saber qué estarán tramando estos dos. Juntos son un verdadero peligro. ¿Desde cuándo teníamos secretos entre nosotros? Estaba guardando reposo, ¡pero no inválida! Bufé de nuevo desesperada, sin saber qué hacer.

- Cariño, me voy - dijo mi madre atravesando el salón.

- ¿Tú también, mamá?

- Sí hija, tengo que hacer un par de cosas. No tardaré en volver - respondió con una sonrisa antes de salir de casa.

¡Perfecto! Ahora sí que estaba sola. La casa estaba en completo silencio exceptuando el sonido de la televisión encendida y no lo soportaba. Al instante, una sonrisa apareció en mi rostro al pensar en mi querido francés. ¿Lo llamó? ¿Estará trabajando? ¿Y si lo despiden por mi culpa? Pero el ansia de escuchar su voz me superó, así que finalmente opté por llamarlo.

Un timbre.

Dos timbres.

Creo que voy a colgar.

Tres timbres. Cuando escuché su voz.

- Hola inglesa, ¿cómo estás? ¿Te encuentras bien?

Sonreí. Me encantaba que me llamase así. Apuesto lo que sea a que me tenía guardada en su móvil como "mi inglesa".

- Mejor, pero aburrida como una ostra - respondí a lo que él reaccionó con una carcajada - ¿Estás trabajando? ¿Tienes algo que hacer ahora?

- No, acabo de llegar a mi casa. ¿Por qué? ¿Necesitas algo?

- Em... Sí. La verdad es que necesito algo.

- ¿Qué se le ofrece a la inglesa más guapa de todo París?

- Te necesito a ti...

Él se quedó callado unos segundos y suspiró, aunque por la forma que lo hizo, supe que estaba sonriendo.

- En diez minutos estoy en tu casa.

Sonreí como una tonta y colgué la llamada.

Apagué la TV y corrí a mi habitación para cambiarme no podía permitir que Philip me viera con el pijama todavía y a la hora que era menos. Rebusqué en mi armario y encontré una camiseta de tirantes roja ajustada y unos leggins negros, lo descolgué de las perchas y me lo puse y me peiné con una cola alta. Hoy hacía calor.

El timbre sonó, bajé las escaleras y con una sonrisa en mi rostro, lista para recibirle, abrí la puerta. A él no le dió ni tiempo a saludarme, ya que en cuanto lo vi, me abalancé a sus brazos enrollando mis piernas alrededor de su cintura lo llené de besos por toda su cara. Philip me sujetó firmemente por los muslos mientras reía.