Capítulo 30

98 29 6
                                    

Philip abrió la puerta de su casa y entramos. Una vez dentro, me invitó a sentarme, pero yo prefería quedarme de pie. Philip fue a la cocina y yo aproveché para mirar todo lo que había a mi alrededor, sorprendiéndome por encontrar mi pulsera en la mesa del salón, justo donde la dejé la última vez que estuve aquí.

- Lleva en la mesa desde que te fuistes. Y de ahí no se moverá hasta que tú vuelvas a cogerla.

No respondí. No tenía intención de cogerla, no después de todo lo que había pasado entre nosotros. Esa pulsera era mucho más que un regalo, era la prueba de un amor efímero de un par de días. Me crucé de brazos ante su confesión y le reté con la mirada.

- ¿Por qué me has traído a tu casa? ¿Acaso no ibas a venir con tu novia?

- Ella no es mi novia, y lo sabes.

- No me hagas reír... - dije con una sonrisa irónica en mis labios - ¿Qué es lo que quieres?

- Ese chico...

- Jared. Se llama Jared - lo interrumpí.

- Ese chico, Jared, ¿es tu novio?

- ¿Y qué si lo fuera?

Después de lo que pasó en el parque con Monique, la Alice débil y enamorada se había esfumado, dando paso a una Alice dolida y fría que estaba dispuesta a hacerle pagar todas las lágrimas que derramó por su culpa el día que se fue. Ahora, Philip iba a saber quién era Alice Grestel. 

- Solo quiero saberlo.

- Pues... Digamos que tenemos una relación parecida a la que tú tienes con Monique.

- ¿Cómo de parecida? - preguntó.

- ¿Tengo que explicártelo o acaso no has visto lo del parque? - respondí con ironía.

- Alice - suspiró - No te comportes así conmigo, por favor.

- Así, ¿cómo?

- Pues de esta manera. Tú no eres así.

- Digamos que... He cambiado. Cuando fui cariñosa contigo, me engañaste. Así que ahora, lo único que me nace contigo es esto.

- Ese engaño tiene una explicación y necesito que me escuches.

- ¿Una explicación? - pregunté incrédula - Tendría explicación si hoy en el parque hubieses tratado a Monique como se merece, porque ella es una de las razones por las que tú y yo no estamos juntos.

- Ella es solamente una amiga. Yo te quiero a ti.

Su confesión hizo añicos mi frío corazón. Me quedé sin habla mientras un nudo se iba formando en mi garganta. Ha dicho que me quiere, ¿por qué ahora y no hace una semana cuando me fui? Philip cogió mi mano y fue en ese instante cuando volví a reaccionar.

- ¿Pero a qué estás jugando? - alcé la voz mientras aparté mi mano de la suya - ¿Te crees que soy tonta y que no me doy cuenta de las cosas? Sé que la sigues queriendo y no hace falta ser muy lista para saberlo. Me lo has demostrado hoy. Eres un cobarde, ¡un maldito cobarde! - grité.

De repente sujetó mi cara con sus manos atrayéndome hacia él y me calló con un beso. En ese preciso momento, sentí como mi mundo se venía abajo y que esa Alice débil y enamorada volvía. Hacía tanto tiempo que no me besaba, que incluso se me había olvidado su manera de hacerlo: lenta y apasionada, salvaje pero cariñosa.

Rápidamente recordé todo lo que había pasado entre nosotros y me separé de él. Le observé confundida, le empujé y le pegué una cachetada haciendo que volviera la cara. Philip se llevó la mano a su mejilla sobándosela y soltó varios quejidos.

Te conocí en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora