Capítulo 33

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Los rayos de sol entraban por la ventana de mi habitación haciendo que comenzara a despertarme. Me volví hacia el lado derecho de la cama, comprobando que Doris todavía seguía dormida. Miré el reloj de la mesita de noche y vi que eran las nueve de la mañana. Hora de levantarse.

Me levanté de la cama y entré en el baño. Quince minutos más tarde, estaba saliendo de mi habitación para ir a desayunar.

- Buenos días - dije entrando en la cocina.

- Buenos días cariño - respondió mi padre - ¿Cómo has dormido?

- Muy bien. Muy cómoda - contesté - ¿Dónde está mamá?

- Me imagino que durmiendo todavía. Ayer estuvimos paseando por la ciudad y me imagino que estará cansada.

- Sí, eso tiene que ser. Mi madre a esta hora suele estar despierta - dije con una sonrisa - ¿Cómo os fue?

- Pues muy bien, estuvimos comiendo y cenando por ahí. Tu madre me pidió que fuésemos a los sitios que habías fotografiado, pero quedamos en que iríamos los tres juntos, ¿qué te parece la idea?

- ¡Me parece una idea fantástica! ¿Cuándo iremos? - pregunté ilusionada.

Hacía mucho tiempo que no estábamos los tres juntos y que, después de tantos años, mis padres hubiesen planeado algo así, me llenaba de felicidad.

- Cuando tú quieras, Alice - respondió mi madre entrando en la cocina.

- ¡Pues que sea cuanto antes! - le contesté.

Mis padres se rieron de mi efusividad, pero es que no podía ocultarla. Tenía dieciocho años, sí, pero saber que mis padres querían hacer algo así, como una familia, hacía que volviese a tener, como mínimo, cinco años.

- Buenos días Alice - dijo mi madre tocándome el hombro.

- Buenos días, ¿has dormido bien?

- Sí, muy bien - respondió ella sonriéndole a mi padre, a lo que él contestó con una sonrisa mucho más amplia.

Estaba claro que me había perdido algo y quería saber qué era. No era normal que mis padres se comportasen de esta forma, o al menos, yo no lo consideraba normal.

- Venga, salgamos fuera, he preparado el desayuno - dijo mi padre.

Los tres salimos al jardín y nos sentamos en la mesa donde había varias tostadas y croissants, mantequilla y mermelada, zumo de naranja y té.

- Entonces, ¿cuándo saldremos los tres juntos? - pregunté.

- ¿Qué os parece mañana? - contestó mi madre.

- ¡Genial! Iremos los cinco y os enseñaré cada rincón en el que estuve, incluída la escuela de Bellas Artes - respondí.

- Buena idea, cariño - añadió mi padre.

- Entonces, no se hable más. Mañana saldremos los cinco por París. Voy a despertar a Doris y Jared para decírselo.

Me levanté de la mesa dejando solos a mis padres. Estaba feliz, contenta, pletórica, ilusionada, emocionada y unos cuantos adjetivos más.

Entré en mi habitación en el momento en el que Doris se levantaba de la cama.

- ¡Buenos días! - exclamé.

- Buenos días nena - respondió mi mejor amiga con una sonrisa - ¿A qué se debe tanta alegría?

- Se debe a que mañana mis padres y nosotros tres vamos a salir por París. ¿Sabes qué significa eso? ¡Qué vamos a hacer algo como una familia! - añadí sin dejar que me respondiera - ¡Estoy tan feliz!

Te conocí en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora