Me desperté justo después de las seis con la alarma del teléfono zumbando en mi oído. Me había quedado dormida en frente de la televisión en la sala de estar. Afortunadamente mi tía nunca llegó a casa anoche o indudablemente me habría despertado para regañarme sobre lo incómodo que ponía a sus compañeros masculinos tener a alguien tendido en el sofa. Corrí a la ducha y me deslicé en un par de jeans rasgados y una camiseta.
Cuando llegué al instituto. Me dirigí hacia el gimnasio, tomando el camino largo para poder pasar la clase del Sr. Payne, su puerta estaba cerrada, pero a través del cristal de la ventana pude verlo ponerse su camisa de manga larga gris. Vi un profundo tatuaje tribal envuelto alrededor de su musculoso hombro que se detenía justo en la nuca del cuello. Se dio la vuelta mientras se arreglaba la camisa cerrada y pasé corriendo por la ventana esperando que no me viera mirándolo.
Hacer ejercicio fue en completo desastre. Hoy las chicas decidieron torturarnos con pelotazos, pero ya que mi mente estaba en otro lugar, me pareció ser golpeada más que las otras. Con un fresco dolor de cabeza y el ego magullado, me dirigí a mi siguiente clase. Matemáticas fue tan aburrida como de costumbre, fue un alivio cuando el timbre sonó y por fin pude salir de clases. Me dirigí a la cafetería. No parecía haber ningún lugar donde sentarme sola así que apreté mi bandeja en el extremo de una mesa e hice mi mejor esfuerzo para evitar el contacto con alguien. No es que las personas de aquí fueran horriblemente malas; tan solo no me gustaba invertir en una relación que pronto terminaría. Quizás eso era debido a que todos despegaríamos pronto a iniciar nuestras propias vidas, o quizás porque tengo la tendencia a mudarme mucho, o quizás todavía estoy aprendiendo a afrontar la muerte de mis padres.
El timbre del almuerzo sonando me sacudió de mis pensamientos. Era la hora de la clase del Sr. Payne y consideré fugarme. Estaba segura de que me había visto mirarlo embobada a través de la ventana por la puerta de clases y no quería que me mirara raro. Recordé su amenaza sobre llegar tarde y a regañadientes me dirigí a clases. Me escabullí en el interior mientras los otros estudiantes estaban pululando. Nunca notó mi presencia y me sentí agradecida. Las chicas lo adulaban como si fuera una especie de estrella de rock. Parecía avergonzado, pero algo en su expresión me hizo pensar que disfrutaba de la atención.
—Tomen sus asientos. Es tiempo de una prueba sorpresa —anunció y la sala gruñó colectivamente. Estaba emocionada de no tener que hablar con nadie, así que la prueba fue una distracción bienvenida. A la mitad del período me esforcé por encontrar respuestas para la mitad de las preguntas de la prueba. Esto era raro en mí, ya habiendo leído la mayoría del libro en mi tiempo libre. Me mordí el labio y retiré mi cabello detrás de la oreja. Alguien dejó caer un libro de texto cerca del frente de la clase con un pesado ruido sordo. Salté en mi asiento y alcé la mirada nerviosa. Mis ojos atraparon al Sr. Payne mientras me miraba fijamente. Mi corazón saltó hasta mi garganta y mordí con más fuerza mi labio inferior. Él se lamió los labios de esa manera increíblemente sexy que hacía antes de romper el contacto visual conmigo y revolver entre los papeles sobre su escritorio. Bajé la vista a mi hoja. Pero bien podría haber estado en griego. Escribí algunas tontas medias respuestas y caminé hacia la parte delantera de la clase para entregarlo justo cuando el timbre sonó. Puse mi hoja sobre el escritorio y abandoné el salón tan rápido como me fue posible.
Mi corazón latía a mil por minuto así que me metí en el baño y salpiqué agua fría en mi rostro. Escuché a un grupo de chicas abrir la puerta por lo que me deslicé en un compartimiento para estar sola hasta que pudiera calmarme. El segundo timbre sonó y todo el mundo se suponía que iba a estar en su siguiente clase, pero el grupo de chicas seguía quedándose. Reacia, abrí la puerta para poder irme.
—¡Oye! Eres la chica inteligente de la clase del Sr. Nevins, ¿no? —preguntó una chica de cabello rubio rizado.
—Supongo que soy yo —respondí tímidamente—. Mi nombre es Cassie.
—Soy Clare, y esta es Becka —respondió haciendo gestos hacia la chica con un cabello corto poco natural de color rojo. Sonreí y asentí sin saber qué decir a continuación, así que me volví a la puerta—. ¿Quieres “volar”? —dijo Claire tras de mí y me detuve por un momento, no muy segura de qué responder.
—Seguro —contesté. Ya estaba llegando tarde a mi siguiente clase y llegar a la mitad sería peor que no llegar en absoluto. Una sonrisa cruzó el rostro de Claire y sacó una pequeña lata de mentas de su bolso. Lo abrió y sacó un porro. Me había drogado una vez antes, así que sabía qué esperar. Claire encendió el porro y se lo pasó a Becka quien tosió y escupió.
—¿Estás bien? —pregunté cuando su cara se volvió roja. Ella asintió y Becka empujó el porro en mi cara. Le di una pequeña fumada y luché para mantenerlo.
Mis pulmones quemaron debido a la dura intrusión y empecé a escupir y toser peor de lo que Claire había hecho.
—Toma —dije sosteniéndolo para que Claire lo tomara otra vez. Espontáneamente ella estalló en un ataque de risa. No sé lo que era tan divertido, pero su risa fue contagiosa y pronto todas estábamos jadeando por aire y riéndonos más y más fuerte mientras nos pasábamos el porro unas cuantas veces más.
—Chicas —llamó una fuerte voz desde afuera de la puerta.
—Shhh… —susurró Claire completamente demasiado fuerte.
—Salgan aquí ahora mismo —gritó la voz nuevamente y pude notar que estaba perdiendo la paciencia.
—¡Ve tú! —dijo Claire, empujándome hacia la puerta.
—¡No! —protesté.
—¡Estoy en libertad condicional! —susurró Becka y quien estaba del otro lado de la puerta golpeó, causando que todas nosotras saltáramos y dejáramos de hablar.
—Bien, mierda —murmuré en voz baja y las chicas corrieron a toda prisa a un compartimiento. Respiré profundamente y empujé la puerta para abrirla. Del otro lado estaba el hombre más hermoso sobre el que nunca había puesto mis ojos, el Sr. Payne, su mandíbula se apretó y sus ojos se entrecerraron. Él estaba enfadado, pero no pude evitar reírme.
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Señor Payne // Hot
Fanfiction¿Como su vida puede cambiar de un segundo para otro? ¿Puede confiar en él?