Capitulo 10.- ''Voy a castigarte''

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Condujimos en silencio durante unos pocos minutos mientras hacíamos nuestro camino por la avenida principal. Las calles estaban abarrotadas con personas que estaban fuera pasando un buen rato. Envolví mis brazos alrededor de mi cintura deseando haber cenado antes de beber.

—¿Te divertiste? —preguntó el Sr. Payne, mientras los músculos se flexionaban al apretar su mandíbula. 

 

-Si y mucho—respondí, con más ímpetu del necesario. Él miró al frente optando por no responder—. ¿A dónde vamos? —pregunté, después de unos pocos minutos más de silencio incómodo.

—De regreso a mi casa, necesitas comer algo —dijo mientras me miraba por el rabillo del ojo.

Pensé en protestar, pero estaba muriéndome de hambre. Sabía que mi tía no tendría mucho de comida en su casa.

—Tengo que llamar a mi tía. Si llega a casa y no estoy allí… —dije, mientras sacaba mi teléfono del bolsillo. Él alargó la mano poniéndola sobre el teléfono antes de que pudiera marcar.

—Envíale un mensaje. Dile que vas a quedarte en casa de una amiga. No se verá bien que estés pasando el rato con tu profesor.

Me miró, esperando mi aprobación. Asentí y él retiró su mano. Envié un mensaje rápido haciéndole saber que estaba pasando la noche con Becka. Siempre podría decir que tuvimos un cambio de planes cuando el Sr. Honor me llevara a casa más tarde. Deslicé el teléfono de vuelta en mis jeans, justo cuando llegábamos al viejo almacén. Estacionó el auto y se quedó sentado por un momento, pensando en algo más. Fuera lo que fuera, no lo compartió conmigo.

Me sentía increíblemente nerviosa alrededor de él ahora. Abrí mi puerta y lo esperé fuera. Hizo un gesto para que subiera por las escaleras, poniendo su mano en mi espalda mientras caminaba. Su contacto era electrizante contra mi piel. Me mordí el labio y traté de pensar en cualquier cosa excepto en su toque. Después de entrar, él fue a la cocina y empezó a sacar cosas de la nevera. Me senté en un taburete en la mesada y le observé trabajar. Preparó un sándwich, con una ensalada de huevo a un lado y un gran vaso de agua. Moví el vaso a un lado pero él lo empujó más cerca, dándome una mirada severa. Tomé el sándwich y le di un pequeño mordisco.

—Gracias —dije en voz baja antes de darle otro mordisco. Asintió, pasando sus manos a través de su cabello oscuro. Tomó la botella de licor que seguía puesta en la encimera y se sirvió una copa. Lo observé mientras lo tragaba y se llenaba otro trago, repitiendo el proceso varias veces—. Lo siento… por lo de antes —susurré, evitando su mirada. Él sacudió su cabeza y pensó por un momento antes de responder.

—Soy yo quién debería disculparse —contestó—. Nunca debería haberte traído aquí. No puedo hacerte esto. —Mi corazón se hundió ante su confesión. Él bebió otro trago. Me sentí enferma, no por el alcohol sino por sus palabras. Me aparté de la encimera y me dirigí a la puerta.

—Ya dijiste eso —dije enojada, mientras las lágrimas brotaban en mis ojos. Ser rechazada por él dos veces en un día era demasiado. Agarré el pomo de la puerta abriéndola ligeramente antes de que él la empujara para cerrarla desde detrás de mí. Me di la vuelta para enfrentarlo, una lágrima deslizándose por mi rostro.

—No dije que no quisiera hacerlo, dije que no podía —explicó, mientras limpiaba una lágrima de mi mejilla con su pulgar. Envolví mi mano alrededor de la suya y presioné mi mejilla más fuerte contra su palma—. No quieres esto —dijo en voz baja, mientras mi cara se movía a centímetros más cerca de la suya.

Extendí la mano y comencé a desabotonar su camisa de nuevo, esta vez con manos más estables. Su cuerpo era fuerte y tonificado, sus músculos se flexionaron bajo la punta de mis dedos. Empujé la camisa por sus hombros y él dejó caer sus brazos, dejándola caer al suelo. Sus ojos se volvieron hambrientos y levantó su camiseta sin mangas y la sacó sobre su cabeza. Sus dedos trabajaron rápidamente para desabrocharse el cinturón mientras sus ojos se quedaron bloqueados en los míos. Se sacó el cinturón de sus pantalones y lo dobló en sus manos mientras desabrochaba el botón de sus jeans.

—Estás siendo una chica muy mala. —Su voz estaba mezclada con ira y deseo. De repente sentí pánico cuando noté que todavía sostenía el cinturón en su mano—. Ven aquí —ordenó. Me aparté de la puerta y di un pequeño paso más cerca de él.

—¿Qué vas a hacerme? —pregunté nerviosamente. Agarró mi mano ilesa fuertemente en la suya y la empujó contra su abultada cremallera. Jadeé en voz alta mientras lo sentía presionándose contra mis dedos.

—Voy a castigarte —susurró en mi oído.

 

 

Señor Payne // HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora