Capitulo 43.- '' Antes de matarte, quiero que la veas morir. ''

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***Tercercapítulo... Larazon de porqueestasemanaes especia... EsporquehoyesmiCUMPLEAÑOS (cumplo 17 años) estoyvieja... mededicoel capítulo y Cumpleañosfeliz, medeseoami(alone) :3


A la mañana siguiente me desperté sola.

Palpé junto a mí y mis dedos encontraron un pedazo de papel que se arrugó debajo de mis dedos. Lo tomé y lo sostuve delante de mis ojos.

Teextraño.

Teamo.Liam

Sonreí y me empujé fuera de la cama para prepararme para las clases.

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Estos últimos días comenzaron a apretujarse. Pasé todo mi tiempo libre preparándome para la graduación y las vacaciones. Me escapé un par de horas para pasar un rato con Becka y Claire, sabiendo que no llegaría a ninguna de las fiestas de graduación. Liam y yo íbamos a California la noche de la ceremonia.

Agarré una bolsa y me dirigí al otro lado de la ciudad a la casa de Liam. Estaba emocionada por enseñarle el nuevo bikini blanco que había comprado para nuestro viaje. Subí corriendo las escaleras de su piso y deslicé la llave que él había hecho para mí en la cerradura. Liam estaba sentado en el sofá con la cabeza entre las manos. Un pequeño trozo de papel colgaba de sus dedos. Me miró cuando entré. Sonreí pero no me sonrió en respuesta.

—¿Qué está mal? —pregunté, tirando mis cosas en el mostrador y corriendo a su lado. Tuve cuidado de no tocarlo. Cuando estaba molesto recurría a su viejo yo y se volvía muy distante. Respiró hondo, cerrando los ojos y extendió el trozo de papel. Lo tomé y abrí para leer el contenido.

 

Antes de matarte, quiero que laveasmorir.

Dejé caer la nota al suelo y puse mis manos sobre mi boca.

—Oh, Dios mío —susurré. Liam asintió pero no miró hacía mi. En cambio, se quedó mirando en la distancia.

—Tenemos que llamar a la policía —dije, mi voz temblando. Se pasó las manos por el cabello, debatiendo sobre qué hacer a continuación.

—Me encargaré de esto. —Se levantó de su asiento y se dirigió hacia la puerta. Di un salto, bloqueando su camino. Puse mi mano sobre su pecho. Sus ojos mirando hacia bajo a mi mano y luego a mí. Me eché hacia atrás, no queriendo presionar mi suerte.

—No puedes ir más allí. ¡Harás algo de lo que te arrepentirás! —Pude sentir el nudo formándose en mi garganta y tuve que parpadear varias veces para evitar que mis lágrimas cayeran.

—No voy a hacerle nada. Sólo quiero poner fin a esto de una vez por todas. —Sus ojos ardían en los míos. Mordí mi labio y salí del camino—. Bloquea la puerta. No dejes que nadie entre en esta maldita casa. No me importa si está en llamas. ¿Entiendes? —gritó. Asentí y lo seguí hasta la puerta. Lo vi desaparecer por las escaleras a través de la mirilla. Me volví de espaldas a la puerta y apoyé la cabeza contra ella mientras me deslizaba hasta el suelo y abrazaba mis rodillas contra mi pecho.

Se sentía como si una eternidad hubiera pasado desde que Liam se fue y me mantuve comprobando mi teléfono para asegurarme de que no estaba apagado. No había llamado o enviado mensajes de texto y no podía sacar de mi mente la preocupación. Un golpe rápido llegó a la puerta por encima de mi cabeza. Casi salté fuera de mi piel y gateé por el suelo unos metros de distancia de ella. Me di la vuelta y observé cómo alguien movía la manija y golpeaba más fuerte.

—¿Liam? —La voz frenética de Angela llamó desde el otro lado de la puerta. Mi teléfono vibró sobre el mostrador y salté para agarrarlo, temerosa de que Angela lo oyera.

«¡NoesSophia! ¡Voy en camino

Miré hacia la puerta y de nuevo al teléfono. Tecleé tan rápido como mis dedos temblorosos lo permitían.

«¡¡¡¡Angelaestáaquí!!!!»

«¡NOladejesentrar

Sostuve el teléfono contra mi pecho mientras su voz se hizo más fuerte y más histérica.

—¡Puedo oírte allí dentro! Por favor, por favor, ¡déjame entrar! —Me mordí el labio y caminé hacia la mirilla. Si Angela era la que estaba escribiendo las notas no tenía ninguna razón para pretender que no estaba allí. Si le digo que Liam no estaba en casa, tal vez se iría.

—¡Él… él no está aquí! —grité, mi voz quebrándose. Ella se quedó en silencio por un momento y luego golpeó de nuevo.

—Por favor, ¡déjame entrar! ¡Voy a morir! —chilló ella. Di un paso atrás. Eso era muy dramático incluso para una mujer despreciada.

—¡Vete! —grité, tratando de no sonar asustada—. ¡Voy a llamar a la policía! — Intenté mantener mi voz firme. Ella golpeó, rápidamente y gritó una última vez. Después de un momento, el pasillo estuvo en silencio y miré por la mirilla para ver si ella se había ido. De repente, apareció un ojo mirando hacia mí. No era Angela. Salté hacia atrás y puse mi mano sobre mi boca para evitar gritar. Estaba respirando con tanta fuerza que pensé que iba a perder el conocimiento.

Señor Payne // HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora