Capitulo 26.- '' ¿Cómo podría estar enojado contigo? ''

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'―¿Qué estás haciendo? ―le pregunté mientras empujaba el cabello fuera de mi cara. Los ojos del Sr. Payne bailaron sobre mi desaliñado atuendo.

―Pensé que un baño te hará sentir mejor ―dijo con tristeza y reconocí la expresión de su rostro. Sintió lástima por mí. Tropecé hacia delante, colocando mi mano sobre su pecho.

―Por favor, no te vayas. ―Traté de contener las lágrimas, pero se escapó una de mi ojo.'

Liam frotó mi mejilla con la yema de su dedo pulgar. Me empujé hacia adelante, cerrando mis labios contra los suyos. Él respondió y mi boca se hizo más hambrienta por él. Deslicé mi lengua por sus labios, pero él me agarró de los  hombros y me apartó de él.

―Ve a bañarte. Te sentirás mejor. ―Con eso, salió de la habitación. Comencé a llorar mientras me sacaba lentamente mi ridículo atuendo y lo arrojaba en el suelo frío. Metí mis dedos de los pies en el agua, la cual estaba perfectamente caliente. Poco a poco me sumergí, el agua escociendo mi dolorido trasero.

Pensé en cómo mi vida había cambiado drásticamente después de los últimos días. Había estado en una espiral descendente, pero después de conocer al Sr. Payne me sentía como si tuviera una razón para levantarme por la mañana, una razón para presentarme a clase. En este momento él sentía como si hubiera arruinado mi vida, pero yo me sentía como si la hubiera salvado. Él me había salvado. Finalmente estaba viviendo.

Me bañé rápidamente y salí de la bañera. Agarré la gran toalla blanca que colgaba en el gancho al lado del lavabo y la envolví sin apretar alrededor de mi cuerpo. Secando la niebla del espejo, miré mi reflejo. Estaba pálida, pesados círculos oscuros debajo de mis ojos. Abrí el cajón debajo del tocador y encontré un cepillo de dientes sin abrir y el tubo de pasta de dientes. Me lavé los dientes de forma rápida y pasé mis dedos por el cabello, haciendo mi mejor esfuerzo para desenredarlo.

Cuando me vi tan bien como sea humanamente posible, dadas las circunstancias, deshice la toalla y la dejé caer al suelo. Con un profundo suspiro, abrí la puerta del baño. Miré a mí alrededor. El Sr. Payne no estaba a la vista, pero podía oír su voz apagada viniendo del otro lado de la habitación. Caminé por el amplio espacio a la puerta de su dormitorio. Estaba abierta y él estaba dentro, de espaldas a mí con su teléfono en la oreja. Él estaba enojado y me pregunté si debía colarme de nuevo al cuarto de baño y agarrar la toalla. Mi brazo rozó la puerta y ésta se abrió más, crujiendo. El Sr. Payne se dio la vuelta y sus ojos se clavaron en los míos. Me mordí el labio nerviosamente mientras permanecía de pie frente a él, obligándome a no cubrir mi cuerpo.

―Llámame si te enteras de algo. Me tengo que ir ―dijo en el teléfono mientras sus ojos se estrechaban, bailando sobre mi cuerpo. Dejó su teléfono en el tocador mientras caminaba lentamente hacia mí― Cassie ―susurró en voz baja y no podía decir si estaba molesto. Sus estados de ánimo cambiaban tan a menudo que era difícil hacer un seguimiento de cómo se sentía acerca de mí en cada momento.

Se detuvo, a centímetros de mí, disfrutando de la vista.

―¿Estás enojado conmigo? ―pregunté. Él se rió de la idea.

―¿Cómo podría estar enojado contigo? ―Parecía que la idea realmente le lastimó. Se inclinó, besándome suavemente en la frente. Apoyé la cabeza con más fuerza contra sus labios y puse mis manos suavemente sobre su musculoso pecho―. Estoy enojado conmigo mismo ―confesó―. Vístete. Tengo que llevarte a casa. ―Se dirigió a su tocador y sacó una camiseta blanca y un viejo par de sus jeans oscuros deslavados.

―Pero... dijiste que no era seguro para mí. ―Tomé la ropa de él y la sostuvo sobre mí.

―No es seguro para ti conmigo. ―Tenía una expresión de dolor en su rostro. Di un paso hacia él, pero levantó la mano para que me detuviera. Pasándose las manos por su cabello oscuro, dejó escapar un profundo suspiro―. Puedes tener la cama, me quedo con el sofá. ―Caminó a mi lado y salió a la sala de estar principal, sin darme la oportunidad de objetar.

Me puse la camisa blanca de gran tamaño y abrí su cajón para poner los pantalones de vuelta. Escondido dentro entre los otros estaba una pequeña foto de una mujer con el cabello largo y castaño. Miré detrás de mí a la puerta para asegurarme que el Sr. Payne estuviera todavía en la sala principal. Tomé la imagen para ver si había un nombre en el reverso. En una escritura cursiva perfecta estaba el nombre de Sophia. La metí de vuelta en el cajón y deslicé el par de pantalones. Me metí en la cama y me deslicé bajo las sábanas. Esa noche soñé acerca del Sr. Payne con la mujer misteriosa. Me lo imaginé besándola y abrazándola. Me desperté de repente, mi corazón latiendo fuera de mi pecho, incapaz de recuperar el aliento. El Sr. Payne estaba en el umbral oscuro, su rostro duro como la piedra.

―Fue sólo una pesadilla ―le aseguré, mordiéndome el labio. Me di cuenta por la mirada en su cara que sabía que estaba soñando con él. Se dio la vuelta y salió de la habitación sin decir una palabra. Caí en la almohada y derivé de nuevo en el sueño.

Señor Payne // HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora