—Pregunta. —Tenía tantas preguntas atravesando mi mente pero no sabía si era apropiado hacerlas.
—¿Qué hiciste por el Alcalde para que sienta que te debe? —Levanté la mirada hacia él y sonrió.
—Si no fuese por mí el nunca habría conseguido pasar la universidad. Fui su tutor, lo ayudé a mantenerse por el buen camino. —Él me abrazó un poco más fuerte y le devolví la sonrisa.
—Y yo aquí pensando que lo habías ayudado a enterrar a una prostituta o algo así —bromeé. Él soltó una carcajada profunda.
—No, las prostitutas muertas no comenzaron a apilarse hasta después de que él se convirtió en Alcalde. —Le di una palmada juguetona en el pecho y me mordí el labio. Tenía un millón de preguntas más.
—¿De dónde vas a sacar la cantidad de dinero que ella está solicitando de un sueldo de un maestro? —le pregunté. Él suspiró y me soltó, pasándose las manos por el desordenado cabello.
—Mi padre. De hecho, él es la razón por la que ella y yo no duramos en primer lugar. —Él negó con la cabeza ante el doloroso recuerdo—. Sophia comenzó a darme clases privadas en mi último año. Yo era más de salir con mis amigos y meterme en problemas. No tomaba mis cursos seriamente. Una noche una cosa llevó a la otra. Te ahorraré los detalles, pero mi padre se enteró de que nos estábamos viendo. Fue a Sophia y le ofreció dinero para permanecer lejos de mí. — Sus ojos se veían tristes mientras miraba a lo lejos—. Ella lo tomó y nunca miró hacia atrás. Para agregar insulto a la injuria, comenzó a hacer alarde de un chico nuevo en la ciudad. Dondequiera que iba los veía juntos. No fue hasta la universidad cuando ella me llamó y me rogó que fuera a verla. Salimos durante unos meses. —Él miró hacia el suelo—. Corrimos a Las Vegas en un capricho y nos casamos. Todo era perfecto otra vez hasta que me enteré de que mi padre le había pagado. Me rogó que me quedara con ella, pero no pude. Ahora quiere hacer mi vida miserable. —Sus ojos se clavaron en los míos.
—Lo siento mucho. —Di un paso más cerca de él y sostuvo la mano en alto.
—No quiero que me tengan lástima, Cassie. Eso fue hace mucho tiempo atrás. Sólo quiero a esa perra fuera de mi vida de una vez por todas. —Decidí cambiar el tema.
—Entonces, si tu padre es rico, ¿por qué estás trabajando como profesor? —le pregunté. Él sonrió con una sonrisa de medio lado.
—No lo sé. Hice de tutor durante la universidad y realmente lo disfruté. Había algo realmente gratificante al ver esa mirada en el rostro de alguien cuando entiende algo nuevo. —Su estado de ánimo había cambiado y ahora estaba más feliz—. Además, me gusta estar en control, pero estoy seguro que ya te has dado cuenta de eso. No quiero volver a salir lastimado así alguna vez. —Pasó los dedos a lo largo de mi mandíbula y me golpeó juguetonamente en el trasero con la otra mano.
—¡Ay! —Salté cuando él acercó mi cuerpo ruborizado al suyo.
—Creo que he respondido suficientes preguntas por hoy. —Su boca se cernió sobre la mía. Miré sus labios y de nuevo sus ojos, rogándole silenciosamente que me besara. Pasó el pulgar por mi labio inferior.
Pasamos el resto del día en la cama juntos. Estaba agotada y hambrienta.
—Ve a tomar un largo baño agradable. Voy a prepararnos algo de comer. —Me dio un rápido beso en la frente y me dirigí al baño blanco brillante. Me empapé en la bañera hasta que el agua se puso fría.
—¡Eso huele delicioso! —le dije mientras me sentaba en la mesada de la cocina y retorcía mi cabello mojado en un moño.
—Gracias. —Él sonrió colocando un plato delante de mí. Había hecho raviolis de queso con salsa de hongos. Me comí cada bocado en el plato mientras me miraba, casi sin tocar la comida.
—¿No tienes hambre? —Incliné la cabeza a un lado.
—Sólo estaba pensando en cómo el dinero cambia a las personas. —Mis cejas se juntaron cuando él me miró. Finalmente registré que estaba preocupado de que yo tomaría un soborno si me lo ofrecían y la posibilidad estaba ahí. Podía empañar la reputación de su familia si alguien se enteraba de lo nuestro.
—No te haría eso. No soy ese tipo de persona. No soy ella —le aseguré, estirándome y poniendo mi mano sobre la suya. Se quedó mirando mi mano por un momento antes de entrelazar sus dedos en los míos y apretar suavemente. Él asintió pero no dijo nada. Comprendí por qué era difícil para él confiar. Sólo tenía que demostrarle que no le rompería el corazón. Saqué mi mano de la suya y entré a la habitación para agarrar mi teléfono. Regresé a la mesada y volví a sentarme con éste presionado en mi oído. Él pareció confundido por un momento.
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Señor Payne // Hot
Fanfiction¿Como su vida puede cambiar de un segundo para otro? ¿Puede confiar en él?