Capitulo 30.- '' Quiero despertar con tu sonrisa ''

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Como había predicho, mi casa estaba vacía cuando llegué. Estacioné en el garaje y me aseguré de bloquear la puerta detrás de mí cuando entré en casa. Puse mis libros sobre la mesa y Me dirigí por el pasillo hasta mi habitación. Abrí la puerta de mi dormitorio y me quedé en la puerta, incapaz de mover los pies.

-¿Así que disfrutas del dolor? -preguntó Liam, sus ojos cafes brillaron en los míos con esa insinuante sonrisa-. Cierra la puerta -dijo en un tono bajo, de jefe. Entré y cerré la puerta detrás de mí, recostándome contra ella-. Si Angela sabe de ti, no va a decir o hacer nada al respecto -dijo él con confianza.

Leyó la mirada confusa en mi cara y respondió a mi pregunta no formulada.

-Está casada. La última cosa que quiere es que su marido sepa que le gusta follar a otros hombres.

Sus palabras me apuñalaron. Tenía la esperanza de que Liam nunca hubiese llegado tan lejos con ella. Bajé la vista hacia el suelo, mordiéndome el labio.

-Realmente, no era mi tipo. Me gusta mi mujer toda para mí.

Se acercó a mí y puso sus dedos en mi barbilla, levantándola para que lo mirase a los ojos. Mi corazón empezó a latir rápido en mi pecho.

-Respira Cassie.

Atraje un poco de aire mientras me apoyaba en la puerta. Cada emoción inimaginable me inundó y dejó a mi cabeza nadando en mareos. Poco a poco pasó su dedo a lo largo de la línea de mi mandíbula, mientras su otra mano se deslizaba por debajo de mi cintura. Sus dedos se deslizaron sobre mi hueso de la cadera y hacia abajo por el muslo. Se detuvo debajo de la rodilla, tirando de repente de mi pierna a su costado y apoyándose fuertemente contra mí. A medida que su rostro se acercaba pasó rozando desde mi boca a la oreja.

-Echo de menos tu sabor en mis labios.

Toda la fuerza dejó mi cuerpo, y si no se hubiese estado presionando con tanta fuerza contra mí, me hubiera derretido en el suelo. Dejé escapar un suspiro pesado cerca de su oído, y sentí su cuerpo responder contra mí. Apoyó su frente en la mía, su pulgar trazando mi labio inferior. Deslicé mi lengua, tocando suavemente la punta de su dedo. Un pequeño gemido escapó de sus labios y empujó su dedo contra mi boca. La abrí mas, dejando que su dedo se deslizase dentro, mientras gentilmente me arremolinaba a su alrededor. Su boca corrió abierta a lo largo de mi cara.

-Debería irme.

-No -le contesté, con voz más desesperada de lo que pretendía. Él sonrió, apoyando su frente contra la mía mientras cerraba los ojos.

-He tratado de mantenerme lejos de ti Cassie, pero no puedo. Consumes todos mis pensamientos. Después de la graduación deberíamos irnos de aquí por un tiempo.

No me había dado cuenta de que la graduación estaba a sólo dos semanas de distancia. Más importante aún, ¿Liam me había pedido que me fuese con él, a solas?

-¿A dónde? -pregunté, sin creer que hubiese oído bien.

-A cualquier sitio. No importa. Sólo... lejos de aquí. Quiero despertar con tu sonrisa. -Su mirada era seria e hice mi mejor esfuerzo para no sonreír como una tonta. Por dentro estaba saltando arriba y abajo alegremente. La montaña rusa emocional que este hombre había puesto en mí finalmente había alcanzado su punto máximo-. Di que sí. -Sus brillantes ojos cafes quemaban con deseo.

-Sí, señor -sonreí.

Él apretó con fuerza sus labios contra los míos. Electricidad surgió entre nosotros mientras me aferraba desesperadamente a su toque.

-Sé una buena chica. -Él sonrió, pero había una advertencia subyacente en sus palabras. Me moví a un lado y salió de mi habitación, dejándome queriendo más de él.

Pasé el resto de la noche poniéndome al día con el trabajo escolar y decidiendo sobre qué ponerme para la graduación. Cada pensamiento volvía a Liam. Era evidente que estaba más dañado emocionalmente que yo, pero algo sobre nosotros juntos funcionaba. Él ansiaba el control y yo necesitaba a alguien que me impidiese ser autodestructiva.

Esa noche soñé con Liam y yo. Nos imaginé en una pequeña casa en Michigan con una valla blanca. Éramos muy felices y atentos, saludando a nuestros vecinos al pasar, pero mientras se abría la puerta de nuestra pequeña y pintoresca casa, mis pensamientos se retorcieron en una espantosa pesadilla. El rostro contraído de un loco Sr. Payne con un látigo en mano. En la pared estaba alineada una mujer que, encadenada y esposada, pedía ser liberada. Me senté en mi cama, bañada en sudor e incapaz de controlar la respiración.

-¿Todo bien por aquí? -preguntó tía Judy mientras encendía la luz del dormitorio. Utilicé mi mano para cubrirme la cara de la intrusión hostil.

Señor Payne // HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora