Capitulo 15.-'' No tienes ni idea de las cosas que quiero hacerte ''

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Al día siguiente me levanté sintiéndome mucho mejor que el día anterior. Me dirigí a la cocina, consiguiendo un vaso grande de agua y una aspirina. Mi cuerpo estaba un poco dolorido pero no quería pensar en la razón. Me las tomé de un trago y regresé al pasillo en busca de mi tía.

—¿Judy? —grité mientras tiraba de mi camiseta sobre mi ropa interior para cubrirme. Llamé a su puerta, pero no hubo respuesta. Puse los ojos en blanco y volví a la cocina para encontrar algo de comer. Agarré un cartón de huevos de la estantería y decidí hacerme una tortilla. Mientras la mantequilla se derretía en la sartén, volví a mi habitación para recuperar mi celular. La pantalla decía que tenía tres llamadas perdidas. Había olvidado conectar el timbre de nuevo anoche después de dejar el club. Me desplacé a través de los números. Dos de las llamadas eran de Becka y una era desconocida. Sonreí pero decidí devolver las llamadas después de comer.

A la mitad de cocinar mis huevos, mi teléfono sonó otra vez y alguien golpeó con fuerza en la puerta principal. Ignoré la llamada e hice mi camino hacia la sala de estar, enderezando la ropa con la que había dormido la noche anterior.

Los golpes se hicieron más fuertes y abrí de golpe la puerta.

—¿Liam? —dije a la vez que el Sr. Payne se erguía del otro lado.

—¿Estás bien? —preguntó, sus ojos buscando los míos.

—Estoy bien —dije mientras volvía a la cocina para comprobar mi comida, dejando la puerta abierta para que me siguiera—. ¿Qué pasa? —Se veía como si no hubiera dormido en absoluto.

—¿Por qué no respondiste a mi llamada? —preguntó, su preocupación reemplazada por enojo.

—Iba a hacerlo tan pronto como comiera algo —repliqué, sosteniendo en alto la espátula—. ¿Por qué estás aquí? ¡Si mi tía estuviera en casa llamaría a la policía! — Saqué un plato extra y dividí la tortilla por la mitad, tirando tímidamente de mi camiseta. Podía sentir sus ojos en mí.

—Estacioné calle abajo. ¿Ha venido alguien por aquí? ¿Alguien que pareciera extraño? —preguntó vagamente.

—Sólo tú —bromeé y le tendí un plato. Puso los ojos en blanco y tomó la comida, siguiéndome a la mesa.

—¿Por qué? ¿Está buscándome alguien? —pregunté y su expresión se volvió dura.

Pasó los dedos por su cabello oscuro y dejó salir un largo suspiro.

—No puedo dejar de pensar en ti —dijo, sus ojos fijos en los míos. Mis mejillas ardieron al rojo vivo y miré hacia abajo a la mesa, intentando esconder mi vergüenza—. Mírame —dijo duramente y lentamente lo miré a través de mis pestañas. Atizó mi mejilla rosada con el dorso de su mano, enviando una oleada de placer a través de mi cuerpo. Me mordí el labio esperando que hablara. Sin advertencia, sus labios encontraron los míos, ávidamente. Su mano se envolvió en mi cabello, tirando suavemente.

—No podemos. —Suspiré cuando sus labios bajaron por mi cuello. Me dio la vuelta y me empujó boca abajo sobre la mesa.

—Mejor me enseñas tu habitación antes de que te folle aquí mismo. —Sus palabras susurradas bajo y profundo en mi oído mientras tiraba de mis bragas. No pude responder. Mi mente estaba girando y todo lo que quería era sentir su contacto. Deslizó su dedo en mi interior, empujándome más duro contra la mesa.

—Bien —murmuré entre jadeantes respiraciones.

—Buena chica. —Su aliento me hacía cosquillas en la oreja con cada palabra.

Caminé de regreso por el pasillo en las nubes, queriendo sentir sus manos en mí de nuevo. Estaba abrumada por su contundencia y el efecto que tenía en mí. Cuando habíamos estado juntos antes luchó por resistir nuestra conexión pero ahora había cedido a sus impulsos más primarios y ya no estaba preocupado por las consecuencias. Lo miré por encima de mi hombro cuando alcanzamos mi puerta. Sin advertencia, me levantó en sus brazos y me llevó adentro, cerrando la puerta de una patada tras él. Envolví mis brazos alrededor de su cuello, saboreando cada momento que me permitía tocarlo. Me tendió en mi cama y comenzó a desabotonarse la camisa. Me mordí el labio mientras lo miraba desvestirse. Arrojó su camisa a un lado, tirando de su camiseta en un movimiento rápido. Sus ojos danzaron sobre mis piernas mientras se desabrochaba el cinturón, y me retorcí bajo su mirada. Sacó el cinturón de sus pantalones y sus jeans colgaron bajos en sus caderas, deshechos.

—No tienes ni idea de las cosas que quiero hacerte. —Sus palabras salieron lentamente a medida que deslizaba el cinturón marrón de cuero entre sus manos.

Me senté en el borde de la cama y extendí la mano, frotándola sobre su estómago, trazando la musculatura que se hundía por debajo de sus pantalones. Me sonrió con malicia cuando sus manos agarraron las mías. Me empujó con fuerza hacia atrás sobre la cama, su cuerpo descendiendo encima del mío con la fuerza suficiente para sacarme el aire. Luché debajo de él pero su peso me sostenía cautiva debajo del suyo.

—Me gusta cuando luchas. —Su voz estaba llena de deseo y envió sacudidas de placer a través de mi cuerpo. Absorbí una respiración profunda y corcoveé mis caderas contra las suyas. Su agarre se apretó sobre mis muñecas, forzando mis manos sobre mi cabeza. Oprimió sus caderas contra las mías y no pude no ser capaz de tocarlo. Deslizó el cinturón alrededor de mis muñecas y lo apretó—. Eso está mejor —dijo mientras sus manos bajaron por mis costados, agarrándome por las caderas y tirándome más hacia abajo en la cama.

Señor Payne // HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora