Nos detuvimos frente a un almacén en las afueras de la ciudad. Él presionó el botón de su visor y una gran puerta automática empezó a abrirse mientras entrábamos al edificio. Allí dentro estaba oscuro, salvo por unas pocas luces esporádicas de seguridad que mostraban una enorme habitación cavernosa. Se bajó del auto y yo empecé a desabrocharme el cinturón mientras él hacia su camino hasta mi lado. Abrió la puerta y agarró mi brazo para sacarme del asiento. Cerró la puerta detrás de mí y me presionó contra ella, su mano envolvió mi trasero y me apretó contra él. Podía sentir lo mucho que me deseaba, mientras se apretaba más duro contra mí. Sus labios se cernieron sobre los míos y pude respirar su aliento.
—Puedes decir que no en cualquier momento —me advirtió mientras se lamía ansiosamente los labios. Empujé mis caderas hacia él más fuerte y él dejó salir un respiro entrecortado—. ¿Entiendes? —preguntó y asentí. Con su mano libre agarró mi cabello y lo haló con dureza, sus labios rozaron mi oreja—. ¿Entiendes? — preguntó otra vez.
—Sí —murmuré en su oído.
—Sí, ¿qué? —preguntó demandando.
—Sí, señor —respondí y él gimió cuando sus dientes tomaron mi lóbulo, tirándolo y succionándolo.
—Buena chica —contestó y sus palabras me hicieron derretir—. Sígueme —dijo y su cuerpo se alejó del mío. Sujetó mi brazo y me llevó detrás de él hacia una vieja escalera en la esquina de la habitación. Hicimos nuestro camino hacia el segundo piso del edificio antiguo aparentemente abandonado. Agarró las llaves de su bolsillo, abrió el cerrojo, y empujó la puerta de par en par. No podía creer lo que veían mis ojos. La gran sala estaba separada en dos diferentes espacios, pintados en un marrón oscuro vivo. Era increíble—. ¿No es lo que esperabas? —me preguntó mientras miraba mi expresión. Negué con la cabeza mientras me hacía entrar y cerró la puerta detrás de nosotros, cerrándola con llave de nuevo.
Dejó ir mi brazo y lo seguí mientras se dirigía hacia el otro lado de la sala. Se detuvo en la mesada de la cocina. Empezó a buscar algo en los gabinetes y yo esperé incómodamente del otro lado. Volvió con una botella de licor y dos pequeñas copas.
—Oh, no puedo —dije, moviendo mi mano. Sirvió dos tragos y deslizó uno cerca de mí.
—Vas a necesitar esto. —Sonrió y tragó su bebida. Mordí mi labio, pero decidí que probablemente era una buena idea. Bebí todo de un trago y traté de hacer mi mejor esfuerzo para no hacer una mueca mientras eso quemaba mi garganta. Él volvió a llenar las copas—. Tengo un gusto muy particular —dijo y volvió a beber, yo hice lo mismo. Miré alrededor de la sala, viendo los hermosos colores oscuros y las obras de arte que colgaban en las paredes.
—Me gusta tu sabor —dije tímidamente.
—Eso no es lo que quise decir —contestó con una sonrisa mientras rellenaba las copas—. Me gusta tener el control —explicó—. Pero nunca haré nada que no quieras que haga —continuó y la conversación fue poniéndome nerviosa. Caminó alrededor de la mesada y colocó su mano en mi cuello, deslizando sus dedos por encima de mi pecho, deteniéndose antes de llegar a mis senos. Arqueé mi cuerpo hacia él y mordí mi labio por la anticipación. Su respiración era pesada y me di cuenta que él estaba luchando con seguir o no adelante con esto.
—Entiendo —contesté.
—Si entendiste no deberías seguir mordiéndote el labio así —respondió en voz baja. Se inclinó para besarme, empujando su cuerpo contra el mío. Me apoyé contra la mesada, el mostrador se clavaba en mi espalda. Recorrí mis manos sobre su pecho y forcejeé con los botones de su camisa. Mis dedos temblaban con nerviosismo. Él capturó mis manos entre las suyas y las retuvo—. ¿Alguna vez has hecho esto antes? —preguntó, sus ojos buscando los míos.
—No es un hábito en mí dormir con los profesores —respondí de manera cortante.
—Eso no es lo que quise decir —dijo él y sabía exactamente a qué se refería.
—No —contesté tímidamente, mirando su pecho, con miedo de hacer contacto visual.
Él se apartó de mí, mostrando una expresión de horror. Sintiéndome avergonzada, crucé mis brazos sobre mi pecho.
—Mírame —demandó pero no me animé a hacerlo—. Mírame —gruñó mientras levantaba mi barbilla con sus dedos. Sus ojos buscaron los míos por un momento y se veía tan molesto como yo—. No puedo hacer esto —dijo tranquilamente y se pasó los dedos por su cabello oscuro. Se giró de espaldas a mí, y deseé poder desaparecer. El alcohol calentaba mi cuerpo y me sentí de repente abrumada por la emoción. Sentí las lágrimas llenando mis ojos. Sabía que no podía detenerlas así que me dirigí hacia la puerta.
—Encontraré el camino a casa —dije de espaldas, tratando de esconder el temblor de mi voz.
El Sr. Payne me siguió y agarró mi brazo al llegar a la puerta, me dio vuelta para enfrentarlo. Mis lágrimas habían empezado a caer y él me miró con tristeza, no podía detenerlas. Me observó por un momento con compasión. Quería gritar. Saqué mi mano de su agarre y me fui, cerrando la puerta detrás de mí. Me abrí paso por la escalera poco iluminada. Me di cuenta que mis libros todavía estaban en su auto, pero decidí dejarlos. Estaba tomando toda mi fuerza para no quebrarme y llorar. Sólo quería estar lo más lejos posible de aquí.
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Se que les prometí una maratón, pero eh estado llena de cosas que hacer en el colegio... y el viernes que les dije que iba hacer la maratón tuve que hacer un trabajo y el finde semana nevo y no había luz... y la semana que pasó estuve preocupada de ver lo de un debate que tengo esta semana...
Ahora si este finde que viene puedo les hago la maratón, no les prometo nada... beso bye :)Voten
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Señor Payne // Hot
Fanfiction¿Como su vida puede cambiar de un segundo para otro? ¿Puede confiar en él?