Maraton 3/4
—¿Liam? —grité, pero no hubo respuesta. Mi pulso se estaba acelerando.
—Paciencia —dijo en voz baja en mi oreja. Su mano bajó por el interior de mi muslo. Cuando llegó a mi tobillo, sentí el familiar frío del metal haciendo clic en su lugar. Puso mis piernas más separadas y aseguró la otra de tal manera que estaba completamente indefensa. Me mordí el labio cuando sentí su mano corriendo de regreso hasta el interior de mi pierna, parando en la parte superior de mi muslo.
—Esto me pertenece ahora —dijo mientras sus dedos se deslizaban lentamente contra mí. Mi respiración se enganchó en mi garganta—. Dime que me perteneces —hablaba bajo y en calma—. ¡Dímelo! —ordenó mientras deslizaba uno de sus dedos dentro de mí con dureza.
—¡Te pertenezco! —le grité. Se rió con sadismo, su aliento haciendo cosquillas en mi cuello.
—Buena chica. —Sus labios se arrastraron sobre mi hombro.
Empujé involuntariamente mi pecho hacia él, rogando por su toque. A medida que su boca alcanzó mi pecho, su lengua lo rodeó gentilmente antes de morderlo con suavidad. Dejé escapar un grito de dolor y se detuvo por un segundo antes de continuar con el siguiente. Mordió, tirando con los dientes y grité, halando contra las ataduras. El metal se clavó en mi piel y de inmediato dejé de luchar. Sus labios se movieron más abajo y pude sentir la curva de una sonrisa.
Él lamió y mordisqueó mi cuerpo, sus dedos clavándose con fuerza en mi piel. Podía oír un bajo zumbido mientras algo vibraba contra mí. Era suave y frío al tacto. Lo subió por mi vientre y lo pasó alrededor de mi pecho izquierdo, haciendo que el pezón se endureciera.
—¿Has jugado alguna vez con uno de estos antes? —preguntó. Me mordí el labio y negué con la cabeza mientras lo hacía rodar por mi pecho. Lo deslizó más bajo, contuve la respiración mientras lentamente lo acercaba más a mi lugar de placer.
En el momento en que me tocó tiré de las restricciones, tratando de alejarme de la abrumadora sensación.
—Shhh... —susurró, pero no se detuvo. Él lo deslizó hacia atrás y adelante entre mis piernas.
Sacudí las caderas lentamente con el movimiento y pude sentir su aliento en mis labios.
—¿Quieres que te haga venir? —preguntó.
—Sí —dije en voz baja, moviendo mi cara cerca de la suya, queriendo desesperadamente sentir su boca en la mía. Se apartó un poco, justo fuera de mi alcance.
—¿Sí, qué? —preguntó, su mano se movía más rápido en mi contra.
—Sí, señor —gemí.
Retiró su mano y abrí la boca para protestar, pero antes de que pudiera hablar el dispositivo de plástico se deslizó por mis labios. Poco a poco lo empujó aún más mientras sus caderas empujaban contra las mías. Podía sentir la longitud de él contra mi muslo.
—Más profundo. —Su cara rozó contra la mía. Abrí más la boca, dejándolo que se deslizara hasta que sentí sus dedos sobre mis labios. Él lo sacó lentamente. El plástico húmedo y frío bajó por mi pecho. Mientras llegaba a mi punto de placer, se deslizó dentro de mí. Gemí mientras se empujaba más y más duro. Podía sentir un orgasmo construyéndose en mi interior. Apreté mis piernas, tratando de traerlo más cerca. Sacó el juguete y se mantuvo todavía dentro de mí, deteniendo mi orgasmo.
—¡No te detengas! —suspiré. Sus caderas se sacudieron un poco y me empujé con fuerza contra él.
—Dime lo que quieres.
—Te quiero a ti. —Yo estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para que él continuara.
—¿Quieres que te folle? —preguntó mientras empujaba con fuerza. Grité en voz alta en su oreja.
—Sí —suspiré, rogándole que continuara.
—Pídelo bien. —Mordisqueó mi oreja y su toque tuvo un enlace directo con cada parte de mi cuerpo.
—Por favor. —Halé contra las restricciones.
—Por favor, ¿qué? —Se retiró, casi completamente.
—Por favor, fóllame —supliqué. Empujó de nuevo en mi interior con fuerza, golpeando mi cuerpo contra la pared de frío cemento. El placer era insoportable.
Gemí en voz alta. Sus labios se encontraron con los míos y me besó con fuerza mientras mi cuerpo se apretaba alrededor de él. No se detuvo hasta que la última onda de placer corrió a través de nuestros cuerpos. Se agachó y desató mis piernas de la pared. Mientras se paraba, haló la tela de mis ojos y empezó a soltarme las manos. No dijo ni una palabra o siquiera me miraba...
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Señor Payne // Hot
Fanfiction¿Como su vida puede cambiar de un segundo para otro? ¿Puede confiar en él?