Capítulo 22: Bebé llorón.
Lo que más detestaba en mi puta vida era correr estando indispuesta pero debía entrenar, no podía faltar y mucho menos decir que estaba enferma. Tenia que ponerme los cortos y entrenar, era solamente hoy, ya en mi tercer día de menstruación estaría mejor, seguramente.
Dormí en la casa de Paulo, quien se encargó de dejarme en mi casa para que busque mis cosas y pueda irme a entrenar, se levantó temprano aunque él tenga que entrenar mucho más tarde que yo. Su entrenamiento empezaba a las 10 de la mañana y el mío a las nueve pero debíamos estar en el club 30 minutos antes de que comience para poder cambiarnos y así prepararnos bien para el entrenamiento, incluso a veces nos citaban antes para que desayunemos todos juntos pero eso lo hacían cuando un partido se acercaba y sabían que todas debíamos tener una buena alimentación.
Parte final del entrenamiento, estirar. Oh dios mío como amaba saber que el entrenamiento llegaba a su fin, ya había hecho mi trabajo y podía irme a dormir a casa. Amaba entrenar, amo el fútbol pero no me siento de diez como para seguir estando en el club con los ovarios apunto de estallar, hacía lo que podía. Terminé lo mío y corrí con alegría al vestuario, ahora tocaba bañazo y a casita.
Me sequé todo el cuerpo con mi toalla, me puse mi ropa y empecé a guardar las cosas en mi bolso.
-hey.-me llamó una de las chicas.
-¿qué paso?-pregunté sentada en los bancos del vestuario mientras terminaba de doblar la ropa.
-¿tienes bastante afinidad con lo niños, verdad?-me preguntó Natalie con una sonrisita.
Dios mío no.
-si, ¿por qué?-pregunté preocupada mirandola.
-¿me puedes hacer un pequeño favorcito?-preguntó la española con una sonrisa de ángel en su rostro.
-¿qué pasa?-pregunté mirándola con atención.
-¿puedes cuidar a mi hermanito menor por unas horas?-preguntó rogándome con la mirada.- Tiene dos años, te pagaré y todo. Son solamente tres horas y te tienes que quedar en tu casa con él, duerme toda la tarde. Por favor, no hago tiempo para cuidarlo hoy.
Mierda.
-está bien, traelo a mi casa en un rato.-dije. No quería que note lo cansada que me encontraba pero no era tanto tres horas. Espero.
Caminé con mi bolso en mi hombro después de que Natalie me abrace y bese toda la cara como agradecimiento, caminé hasta mi auto para finalmente irme a mi casa, tenia que acomodar un par de cosas para él nene. Mi hermano se encontraba con un guía turistico que le mostraría varias partes de la ciudad ya que yo no podría hacerlo por los entrenamientos y esas cosas, además, aunque vivo acá hace meses no soy de recorrer la ciudad todo el tiempo y suelo perderme en ella, no soy una guía de maravillas. Largué un gran suspiro cuando entré al auto, mierda que estaba cansada, mierda no tendría que haber aceptado pero ya está, amo a los niños.
Logré llegar a mi casa sin dormirme en el camino, puse un poco de música de fondo en mi casa pero demasiado bajita, no quería ponerla tan alta porque seguramente me dolería la cabeza, solía pasarme eso cuando me venía y más cuando no dormía mi tan preciada siesta. Acomodé las cosas de la casa, el reloj marcó las tres en punto de la tarde cuando Natalie tocó el timbre de mi casa, obviamente antes le había indicado cual era mi casa.
-muchas pero muchas gracias, tía. En serio te debo una.-me dijo mientras me entregaba al niño que primero me miró con desconfianza pero no hizo nada.
-de nada, no hay problema.-contesté sonriente.
-te mando un texto cuando lo paso a buscar, en serio, muchas gracias.-dijo y se dio media vuelta para irse. Estaba muy linda, seguramente saldría en una cita o tendría algo para hacer.
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Sweet Creature.-Paulo Dybala.
Fanfiction"¿Entonces? ¿No sentís nada por mí?-preguntó Paulo con la mirada más penetrante que me dieron en la vida.