Despertó nuevamente con tal pelirrojo abrazándolo como si su vida dependiera de ello, y no pudo reprimir una sonrisa que se acomodaba en su rostro.
Con cuidado de no despertar a su dulce bello durmiente, estiró su brazo hasta la cómoda para tomar su teléfono y ver la hora.
Era tarde, pero no le extrañaba haber despertado a esa hora, a parte de que era fin de semana, en la noche no había dormido mucho... Ninguno de los dos.
Se quedó unos minutos ahí, abrazando al dormido pelirrojo, depositando pequeños besos por el rostro de éste de vez en cuando, hasta que el hambre le ganó.
Suspiró, y como todo un ninja, se bajó de la cama logrando que Foxy no despertara.
Se agachó, tomó su ropa interior que estaba en el suelo, junto a todas sus otras prendas, las dobló y las dejó en la orilla de la cama, para buscar ropa nueva para ese también nuevo día.
Una vez ya vestido, y con la ropa del día anterior ya ordenada y lista para ser lavada, se dedicó al desayuno. Poco después, Foxy se apareció con aquel suéter de mangas largas hecho por Eliza, y su cabello lleno de aquellos dulces rizos—Buenos días—Soltó entre un bostezo
—Buenos días, mi vida—Respondió Golden, con una sonrisa—¿Dormiste bien?—Preguntó en un tono algo cantarín
—A-Ah... ¿B-Bien?—Dijo, mientras jugaba con las mangas del suéter
—¿Por qué preguntas? Tú deberías saberlo.
—... I-Idiota.
—Así me amas.
Foxy solo lo observó unos segundos, con aquella expresión tan vulnerable en su rostro que volvía loco a Golden, suspiró, y se fue a la nevera para sacar algo de jugo.
—Ahm... Entonces... Ho-Hoy... ¿Planeas hacer algo?—Preguntó una vez ya sentado junto al rubio
—No ¿Por qué?—Respondió
—Por nada, curiosidad—Se encogió de hombros
—Podría pasar todo el día contigo—Dijo de pronto—Podríamos salir ¿No te parece?—Sonrió—Como ir al cine, a comer, a la playa un rato.
—Está bien—Sonrió también—Solo... No dejes que me golpee con una roca de nuevo.
—No, no lo haré.
Se miraron unos pocos segundos, y no pudieron evitar reír levemente. En serio, adoraban reír juntos.
Poco después de que las risas cesaran, el timbre sonó, a lo que tras una batalla de miradas, fue Foxy el que tuvo que levantarse a abrir, por más que le costara.
—¿Joy?—Preguntó—Pensé que te dije que Golden ya no...
Pero no pudo terminar su oración, pues Joy jaló del brazo de alguien, y ahí la tenía, frente suyo.
Golden solo jugaba con la taza que ya estaba vacía, hasta que la voz emocionada de su pareja lo sacó de su trance
—¡Golden, ven rápido!
Suspiró—¡Ya voy, bebé!
Se puso de pie, y a paso algo pesado, fue hacia la puerta.
Y ese momento fue para enmarcar, aquellas miradas plata volvían a encontrarse. Él la miró de pies a cabeza, intentando procesar aquello, mientras ella, bueno, ella hacía lo mismo. Foxy y Joy se lanzaban miradas cómplices, ambos con una enorme sonrisa en su rostro.
—Golden... Querido—Habló la mujer, con una sonrisa en su rostro
Pero antes de que el rubio pudiera responder, el aire había abandonado sus pulmones, y había caído con fuerza al piso.
Para cuando sus ojos se volvieron a abrir, estaba en el sofá, y lo primero que pudo ver, fue a Foxy mirándolo con preocupación
—Golden—Habló ya con una sonrisa—Despertaste—Comentó, mientras estiraba sus brazos hacia el mencionado, quien gustoso aceptó abrazarlo
Pero al abrir los ojos nuevamente, aquella sorpresa aún estaba allí, y lo saludó con una mano, manteniendo una sonrisa nerviosa en su rostro.
—Hola, hijo—Dijo ella, con una amplia sonrisa
Golden soltó a Foxy, y se quedó mirando a tal mujer.
Era su madre.
Aún no se lo creía.
Tenía a su madre frente suyo.
No, no podía ser ella... ¿O sí?
Pero es que... Su rostro, por más años que habían pasado, no podría olvidar ese rostro.
Samantha Anders, la tenía en frente. Pero no se podía mover ¿Qué debía hacer?Suspiró, tragó saliva con pesadez, y tras observarla por unos pocos segundos más, dijo
—Ahm... Hola.