—¿Estás seguro de que está bien que sigas trabajando?—Preguntó Foxy, en voz baja
—Claro que sí, Fox, no estoy inválido ni nada parecido—Sonrió Joshua
—... No aún—Masculló Foxy
—¿Qué?
—Nada—Respondió, manteniendo un tono casual
Entraron al taller, recibiendo sonrisas de parte del resto de trabajadores, Foxy ya se había presentado por ahí varias veces anteriormente, y ya era querido por varias personas más maduras que él. La mayoría de los trabajadores tenían entre treinta o cuarenta años, y él tan solo tenía veintitrés, pero le causaba gracia que lo trataran como a un bebé por ser el más joven en el taller.
—¡Fox!—Sonrió uno de ellos, su nombre era Mike, y tenía 46 años, después de Joshua, era el mayor del taller
—Hey, hola—Sonrió Foxy, estrechando alegremente la mano del mayor, pero éste lo abrazó y lo levantó del suelo sin mayor esfuerzo—¡Oye!—Rió el pelirrojo
—Cada vez más huesudo ¿Eh? Deberías venir más seguido al taller y esas piernas de mujer bonita se fortalecerán—Comentó Mike
—No estoy huesudo, exagerado—Rodó los ojos, manteniendo su sonrisa
—¿Entonces por qué puedo levantarte tan fácilmente?—Rió el mayor
—Pues porque eres un fortachón, duh—Sonrió
—Como sea, te bajo, pequeñín—Y dicho y hecho, los pies de Foxy volvieron a tocar tierra
Claro, Foxy era el más alto del taller, pero eso no quitaba que fuese el más joven y delgado, así que para los demás era pequeño en cierto modo.
—Vamos, chicos, a sus puestos, que ya vamos a abrir—Habló Martin, el gerente del taller—Gusto verte, Fox.
Martin era un treintañero estresado que había heredado el taller cuando su padre murió y su hermano se mudó del país. Desde entonces, eso de las "canas verdes" estaba muy pronto. Claro que cuando no se estaba preocupando por el trabajo, podía ser alguien agradable, y eso Foxy bien lo sabía.
Foxy se sentó en el suelo, y junto a él se puso de pie Joshua, una vez que todos ya estaban listos, las puertas del taller fueron abiertas
—¿Piensas irte temprano? Espero que no—Preguntó Martin
—Hm... No lo sé, Golden hoy vuelve tarde a casa, así que tal vez yo también lo haga—Respondió Foxy, mientras jugaba con un mechón de su cabello
—Magnífico, no nos hace mal algo de ayuda—Sonrió—¿Vas a querer tu paga o...?
—Mientras me alcance para cenar todo bien.
—¿No quieres cenar conmigo?
—De igual modo debo cocinar para cuando Golden llegue, va a estar agotado y sin ganas de cocinar, así que no, gracias.
—Oh... Claro.
—¡Hey, padre e hijo, llega alguien!—Exclamó uno de los trabajadores, exaltando a Martin y los mencionados
—Como sea, debo dejarte trabajar—Soltó el gerente, antes de retirarse a su oficina, para dejar a padre e hijo trabajar en paz
Las horas pasaban, las manos de Foxy se llenaban de vendas y heridas, pero así estaba entretenido, con sus amigos de ahí
—¿Qué te dije? Tienes manos muy frágiles—Comentó Mike, al ver las dañadas manos del pelirrojo
—Es gracioso oírte decir eso, porque en mi grupo de amigos soy el más fuerte—Respondió Foxy, con una sonrisa de orgullo
—¿Ah, sí? Entonces a todos les hace falta venir algunos días y tener la fuerza de nosotros, a ti también te falta.
—¿Cuándo vas a dejar de decir que estoy muy delgado? Estoy bien, hombre—Rió levemente
—Voy a pensar que solo eres de contextura delgada... Pero eso no quita tus manos frágiles y piernas de mujer.
Foxy solo le brindó una patada a modo de juego... Los juegos en el taller eran algo agresivos, pero se la pasaban bastante bien, y de hecho, Foxy jamás había visto un grupo de gente ya madura que se la pasara tan bien en el trabajo, y es más, le encantaba conocer a ese grupo de hombres, con familia, buena vida y divirtiéndose todo el día.
El sol ya había caído, y Foxy ya estaba en casa, cocinando tranquilamente, tarareando alegremente una canción que tanto le gustaba.
Miró unos segundos sus manos dañadas y rió levemente
—Manos frágiles...—Murmuró entre risas, claro, sus manos estaban heridas, pero esas heridas las había conseguido divirtiéndose bastante.