Capítulo diecinueve.

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Colm's POV

— ¡Mathyas no corras! ¡Y mantente cerca de mí!—Exclamé mientras observaba al niño de rizos dorados correr entre las piernas de mi clan. — ¡Mathyas!—Repetí, frustrado.

—Esto de la paternidad es difícil, ¿eh?—Se mofó Spencer cargando a mi sobrina, quien tenía los ojos abiertos y miraba todo con la fascinación que solo una bebé de cinco meses podía tener.

—Déjalo que corra, si ocurre algo tu clan lo protegerá al igual que la manada. —Cedric se encogió de hombros.

—Todos lo quieren y lo sabes. —Siguió Luther y estiró el cuello, intentando ver a su sobrino. —Okey, ya no lo veo.

Sentí a mi corazón detenerse de nuevo antes de tomar velocidad y zigzaguear entre la multitud, en busca de mi pequeño revoltoso.

— ¡Mathyas!—Exclamé desesperado, no lo veía en ninguna parte. — ¿Alguien lo vio?—Pregunté a nadie en particular de la manada o de mi clan.

—Se adelantó unos cuantos metros hace dos minutos. —Contestó una mujer lobo encogiéndose de hombros.

Corrí hasta salir de la multitud y giré sobre mí mismo, buscando a mi hijo con ansiedad. No me lo perdonaría si algo le pasara, mucho menos Hope. Comencé a sudar frío cuando llegué al borde del acantilado y no encontré rastro alguno de mi hijo.

— ¡Mathyas! ¿Dónde estás?—Grité y me asomé por el borde, el aire abofeteó mi rostro.

Nos encontrábamos en un acantilado a 500 metros del océano turbio y grisáceo que se extendía hacia el horizonte, y no había rastro alguno de Matty.

Me quité el saco que llevaba puesto, ya que eran principios de Enero y hasta yo, que soy un vampiro, tengo frío; al igual que comencé a quitarme la ropa hasta quedar solo en bóxer.

Iba a saltar y buscar a mi pequeño.

— ¿Papi? ¿Qué estás haciendo?—Me giré con rapidez a tiempo de observar al niño caminar tomado de la mano de mi cuñada.

— ¡Mathyas!—El alivio me inundó y lo abracé con fuerza, acariciando sus rizos dorados. — ¡No vuelvas a darme ese susto en mi vida! ¡Por poco y vuelves a matarme! ¿Dónde estabas?

—La tía Aurora me llevó a hacer pis detrás de unos arbustos, papi.

—Oh. —Si estuviera vivo posiblemente mi rostro estaría más rojo que un tomate. —Debiste avisarme.

—No, porque si no me habría hecho pis en los pantalones.

Reí quedamente y alboroté su cabello antes de ponerme la ropa con rapidez inhumana, bajo la mirada divertida de mis hermanos, quienes habían llegado cuando me disponía a ponerme el pantalón.

— ¿Qué? ¿Acaso interrumpieron tu chapuzón?

—Nosotros cuidamos a Matty, ve y nada tranquilo.

—Cierren la boca, idiotas. —Ellos soltaron una estruendosa carcajada y yo me acomodé el saco. —Ya los quiero ver peor que yo cuando tengan niños.

—Para nuestra suerte eso aún no ocurre.

—Tú lo has dicho, hermano, aún no ocurre. —Palmeé su espalda y tomé a Matty en brazos, poniéndolo sobre mis hombros, con sus piernas a cada lado de mi cuello mientras él se sostenía de mi cabeza. — ¿Quieres comer algo?

—Sí, papi. —Asentí y caminé entre mi clan y la manda hasta llegar con Misty, la cocinera de todo el lugar.

— ¿El pequeño demonio tiene hambre?

Cazadora: Licántropos y VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora