Capítulo veinte.

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Hope's POV

—Habitación doce, Hope. —Ordenó Ezra con rostro inexpresivo.

Sonreí de lado y me acomodé la falda del mini vestido que tenía por uniforme en aquel motel de mala muerte. Tomé los utensilios necesarios para limpiar la habitación y él me lanzó un juego de llaves, las escondí en mi escote y comencé a caminar hacia la habitación, la cual estaba un poco lejos de la recepción.

Una vez frente a dicha habitación, saqué el juego de llaves y abrí, encontrándome a su ocupante semi desnudo y con el torso mojado, pues recién salía de la ducha. Sentí un tirón en la vena del lado derecho del cuello y sonreí de manera depredadora, ocultando mi olor ante sus fosas nasales de vampiro.

—Oh, cuánto lo siento, señor. —Musité fingiendo estar apenada. —Volveré después. —Di un paso atrás, haciendo sonar mis tacones contra el suelo de madera.

—No me molestas, pasa, por favor. —Me sonrió, asentí y pasé cargando los utensilios en ambas manos.

Comencé a hacer la cama y, por el espejo del tocador, observé al vampiro dejar caer la toalla que rodeaba su cintura, dejando a la vista su masculinidad. Puse los ojos en blanco y le di la espalda, me incliné en dirección al piso y sonreí al escuchar a su corazón comenzar a acelerar sus latidos ya que gracias a la corta falda del uniforme él lograba ver mi ropa interior.

—Te daré una buena propina si dejas que pruebe tu piel. —Susurró pegándose a mí, sonreí de lado y me giré.

—Por mi perfecto. —Lo tomé por los hombros y salté, enrollando mis piernas en torno a su cintura.

Ataqué sus labios y él me dejó con violencia sobre la cama, comenzó a trazar un camino de besos por todo mi cuello y rompió mi uniforme, al mismo tiempo que clavaba sus colmillos en mi vena y comenzaba a succionar mi sangre.

Gemí, cerrando los ojos, y disfruté del placer que el abandono de mi sangre me provocaba. Enrollé una pierna en su cintura y lo atraje más hacia mí, echando la cabeza para atrás, dándole más acceso a mi cuello.

—Mi turno. —Ronroneé y, en un rápido movimiento, lo tumbé en la cama, para luego subirme a horcajadas sobre él.

Dejé que mis colmillos salieran y los clavé con fuerza en su cuello, provocando que su amigo despierte aún más y que él me tome por la coleta, empujándome contra su cuello con desespero.

Seguí succionando al mismo tiempo que alcanzaba mi arma, una estaca de oro rociada de Tacca Chantrieri. Me separé de su cuello, relamiendo mis labios cubiertos de su sangre, y le clavé sin miramiento alguno la estaca justo en el corazón.

—Pe... rra. —Gimió y un borbotón de sangre le salió por la boca, me bajé de encima de él y me acomodé lo que quedaba del vestido.

—Gracias, pero prefiero Cazadora. —Le corté la yugular y la vida abandonó su cuerpo, de por sí muerto, para siempre.

Di media vuelta y abrí la puerta, donde Arwood me esperaba sombrío, con la gabardina negra puesta y un mechón de cabello cubriendo parte de su rostro.

—No hagas un drama y limpia. —Dije con una gran sonrisa, él me empujó para pasar a mi lado.

— ¿En serio, Hope? ¿No podías matarlo con ropa?

—Iba a dejar que tuviéramos un polvo rápido pero decidí que mejor no. —Me encogí de hombros y comencé a dejar la habitación impecable.

—Fácil. —Masculló por lo bajo y chasqueó los dedos, al hacerlo, la sangre antes derramada por el vampiro desapareció junto a su cuerpo.

—Gracias. —Dije con notorio sarcasmo, lo golpeé con fuerza lobuna y salí enojada de la habitación. —Idiota. —Gruñí y lancé las cosas por el pasillo, dándole a Selma accidentalmente. —Perdona.

—No ha sido nada, ama. —Dijo con voz monótona y sin parpadear, contuve un escalofrío.

Fui a la recepción y me subí de un salto en el mostrador, tirando accidentalmente unos papeles del motel, ocasionando que Ezra gruña y se incline para recogerlos.

—Perdón. —Reí y comencé a rehacerme la coleta. — ¿Algo más de lo que deba de encargarme?

—Habitación veintinueve. —Me dio otro juego de llaves, sonreí y en menos de un parpadeo estuve dentro del ascensor.

Una vez que llegué a la segunda planta, con todo y el uniforme roto, mostrando mi sujetador negro y mis dos cuchillos de caza sujetos dentro de él, llegué hasta el final del pasillo, donde la puerta con el número 29 en acero se mostraba ante mí.

Abrí la puerta e hice una mueca de asco al ver a una pareja de licántropos fornicando en la cama, ambos en su forma lobuna.

—Servicio a la habitación. —Musité y le lancé uno de los cuchillos a la hembra, dándole justo en el corazón y ocasionando que muera casi al instante. —Ups. —Me llevé una mano a la boca de manera teatral y reí cuando él me miró con furia. —No me mires así, llevaba la marca de otro en el vientre.

Él rugió y se abalanzó sobre mí, volví mis ojos aún más grises y brillantes, y salté por encima de él, aterrizando de manera limpia sobre el cadáver de la loba. Gruñí, mostrando mis colmillos lobunos, y él arremetió, intentando morderme el cuello, cosa que no logró y eso le costó la vida, ya que le clavé el otro cuchillo de caza en el estómago, para luego impulsar mi mano hacia arriba, llegando hasta el cuello. Los intestinos no tardaron en caer y él en morir.

Suspiré y me levanté, dejando caer las tripas, que antes habían estado en mis piernas, al suelo. Caminé hasta la puerta y la abrí, Arwood entró sin mediar palabra alguna conmigo y en un chasquear de dedos ambos cuerpos desaparecieron.

—Iré por un trago, tú limpias la habitación. —Le informé de espaldas, arreglándome la coleta, otra vez.

—Te quiero aquí a las 2:30 am.

— ¿Quién eres? ¿Mi padre?—Cuestioné con notable sarcasmo, puse los ojos en blanco y regresé a la recepción. —Abre, debo darme una ducha.

Mi hermano asintió y abrió la trampilla que daba hacia las habitaciones del personal, tomé impulso y salté, cayendo en cuclillas sobre el suelo de hormigón. Ezra cerró la puerta sobre mi cabeza y me sumí en tinieblas.

Bostecé y caminé hacia las duchas, una vez ahí me despojé de mi ropa y me metí en la bañera una vez que estuvo llena de agua caliente. Comencé a lavarme hasta que ya no hubo rastro alguno de restos de mis presas y salí, caminé hasta mi habitación, así desnuda, y entré.

Comencé a buscar algo que ponerme y al final terminé vistiendo algo sencillo pero de color negro, amaba ese color. Terminé de peinar mi cabello y salí por otra trampilla que daba directamente a la calle transitada por los humanos.

Caminé unas cuantas cuadras hasta que por fin me detuve frente al club para cazadores, sonreí y entré con la frente en alto.

Hora de la diversión.



Hora de la diversión

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Cazadora: Licántropos y VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora