Capítulo treinta.

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Cedric terminó sobre Arwood, quien se había puesto frente a mí para protegerme con su cuerpo. Oculté mi embarazo con rapidez y me apresuré en acercarme a separarlos, Cedric no cedía en su ataque en defensa de su hermano, por lo que no tuve otra opción mas que darle una patada en la entrepierna. Lanzó un aullido lastimero y rodó lejos del cuerpo arañado de Arwood, lloriqueando por lo bajo.

Intercambié una mirada con Colm, quien se debatía entre ayudar a su hermano o quedarse de mi lado y no hacer nada. Me crucé de brazos y alcé una ceja, desafiante, su decisión definiría dónde iba a dormir hoy, si a mi lado o en el sofá, si es que hay un sofá en este lugar.

Al final eligió a su hermano, por lo que saltó sobre Arwood, así que me coloqué frente a él y Colm se detuvo antes de derribarme o tocarme siquiera. Le di un puñetazo en el estómago y cayó ante mí de rodillas.

— ¿Arwood?—Lo miré sobre mi hombro, él posó sus ojos negros en mí mientras se incorporaba con cierta dificultad.

—Observa.

Miré a Luther y la sangre hirvió en mis venas al ver la sonrisa burlona de Mickey dirigida hacia la familia del Alpha, quien se había levantado del suelo, donde había terminado tras el ataque sorpresa de Arwood. Al notar mi mirada en su persona me dio una mueca bastante extraña.

—Hola, hermana querida. —Sacó un puñal de su espalda y apuntó a mi hijo con él. —Vengo a terminar con tu trabajo.

—Toca un solo cabello de mi hijo y te juro que te descuartizaré y quemaré vivo, comiendo fresas con crema batida y chocolate mientras escucho tus gritos de agonía. —Amenacé con expresión sombría, y un ligero antojo. Tragó con fuerza y el puñal desapareció tan rápido como había aparecido.

—Vaya, eres demasiado sádica cuando te lo propones.

—Woody.

Le lanzó otra descarga de rayos de magia negra, el cual atravesó su pecho, y mi hermano menor cayó al suelo con un golpe sordo y los ojos inexpresivos, desprovistos de vida.

—Wow, gracias, ya me estaba hartando su actitud. —Miré a mi derecha y Milo sonrió en mi dirección. —Hola, hermanita. —Se acercó a mí y besó mi mejilla. —Necesitamos tu ayuda, urgentemente. La tuya también, brujo.

Asentimos y, tras mirar sobre mi hombro a mi hijo y los demás, salí del castillo, encontrando a mis hermanos ayudando a caminar a mis mentoras. Me llevé una mano a los labios, sorprendida, e intercambié una mirada preocupada con Arwood.

— ¿Qué ocurrió?

—Asedora, esa traidora pasó. —Contestó la mentora menor, apoyando una mano en su estómago.

—Llegó al motel y comenzó a masacrar a cualquiera que se interpusiera en su camino. Ezra murió para que nosotros lográramos salir. —Dijo Ryan con expresión neutra, cerré los ojos con fuerza y negué con la cabeza.

—No puede ser.

—Lo perdimos, Hope, ya no está. —Milo pasó un brazo sobre mis hombros y me atrajo a su pecho, lo abracé con fuerza.

Miré al césped bajo mis botas y luego subí la mirada de golpe al escuchar un grito, me giré y observé a Aurora mirar a la mentora del medio con ojos aterrorizados, para luego correr hacia ella con las palmas brillantes.

— ¡Mamá!—Exclamó, posando una de sus manos brillantes sobre el hombro herido de la mentora.

—Hola, querida. —Le sonrió débilmente, alcé ambas cejas, verdaderamente sorprendida.

— ¿Eres hija de una de mis mentoras?

—Por eso mi miedo hacia ellas, la abandoné para estar con Cedric y nunca me lo perdonó.

Cazadora: Licántropos y VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora