Capítulo cuarenta y cuatro.

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Mi cuerpo voló por los aires, pasando por encima de las cabezas de quienes peleaban de mi lado, impactó con fuerza contra la fachada del castillo y cayó con un golpe sordo sobre el césped maltratado unos metros debajo. Tosí, expulsando tierra y sangre, y me quedé inerte unos segundos, disfrutando del descanso momentáneo que mi cuerpo estaba obteniendo.

Diez segundos después me levanté mientras un gruñido de dolor salía de mis labios, estiré mis extremidades y tomé dos espadas cortas con cada mano, una de oro y otra de plata, para luego regresar a la batalla, la cual, lamentablemente, estábamos perdiendo.

— ¡Hope!—Me llamó Calíope, quien se encontraba sobre una de las cabezas de su mascota, comencé a correr hacia ella y salté, Calíope me tomó por la muñeca y me ayudó a subir a la cabeza a su derecha. — ¡Acabemos con esto de una buena vez!

— ¿Qué tienes en mente?—Grité mientras afianzaba el agarre en mis muslos sobre el cuello del perro, para luego doblarme hacia la derecha y cortar tres cabezas. Regresé a mi lugar original otra decapitación después.

— ¡Yo también tengo un medallón!—La observé sacarlo de debajo de su ropa, asentí.

— ¡Hay que sacar a quien quiera que esté ahí!

La observé cortar la palma de su mano derecha con una de sus cuchillas, hice lo mismo y nos tomamos de las manos, con el medallón en medio de ambas, cerré los ojos y esperé.

— ¡Esme...Esme...Esme!—Llamó Calíope y gritamos al sentir nuestra piel calentarse de sobremanera, apreté los dientes y algo salió disparado del medallón.

Levantamos la mirada y encontramos a una chica, como de nuestra edad, de cabello rojo carmesí montada en un enorme dragón violeta. Una especie de antifaz metálico escondía sus ojos del resto y usaba un hermoso vestido negro con detalles en tornasol, el dragón rugió y tres chicos aparecieron detrás de Calíope y yo.

— ¿Qué tal, bellas damas?—Saludó el que estaba detrás de mí. —Yo soy Troyan.

—Yo Chandler. —Se presentó el que estaba detrás de Calíope y señaló al chico en la cabeza restante. —Y el que tiene cara de amargado responde al nombre de Ewan.

— ¡Te escuché!—Gritó por encima del ruido de la batalla, se levantó de encima de la cabeza del perro con espada en ristre y se lanzó hacia un grupo de vampiros que tenían acorralada a Aurora.

— ¿Dónde está Esme?

—Está por allá. —Contesté, señalando a la chica encima del dragón, quien se encontraba muy ocupada junto a su dragón en acabar con un puñado de licántropos en su forma lobuna.

— ¿Qué año es este?

—Dos mil diecisiete. —Miré con atención sus ropas. — ¿De qué año son?

—Perecimos en mil ochocientos cuarenta y tres. —Troyan me guiñó un ojo al ver mi mirada sorprendida e imitó el acto de Ewan, solo que él tenía en su poder una ballesta, la cual no dudó en comenzar a disparar apenas tocó el césped ensangrentado.

—Con su permiso, bellas damas, la batalla clama mi nombre. —Se despidió Chandler y saltó, solo que esta vez cayó sobre el lomo del dragón, Esme nos miró y asintió. No tengo la menor idea de cómo lo hizo para mirar a través de su antifaz metálico.

— ¿No te parece algo...?

— ¿Escalofriante? Claro que sí.

Una jauría de lobos negros saltó sobre nosotras, me levanté de encima del cuello del perro y los recibí con mi espada. A mi lado, Calíope encendió sus látigos y los hizo chasquear, acabando con un buen número de lobos.

Cazadora: Licántropos y VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora