Capítulo treinta y dos.

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El llanto del bebé inundó la habitación.

Dejé de pujar y volví a recostarme entre los enormes almohadones de la habitación. Arwood besó mi frente con rapidez antes de correr hacia la mentora menor, quien llevaba en brazos a nuestro hijo.

—Es Korbin. —Musitó Arwood tomándolo en brazos con delicadeza, sollocé y Aurora secó mi frente con un paño húmedo.

—Lo hiciste bien, Hope. —Masculló Ryan a mi lado mientras movía los dedos, intentando hacer que la circulación volviera a ellos. —Y tienes un agarre de acero.

Reí y Arwood me pasó a mi pequeño, lo tomé en brazos y aprecié su rostro rosado e hinchado. Sonreí y besé su cabeza, donde ya había un poco de cabello, negro como la noche.

—Esperemos que saque tus ojos. —Murmuró Arwood sentándose a mi otro lado, le sonreí y él besó mi nariz. —Hiciste un gran trabajo, Hope, nunca había escuchado gritos tan agudos.

Lo golpeé con mi brazo libre ocasionando su risa, miré a mi mentora y ella cubrió mi cuerpo con una manta, miró mi vientre aún abultado y frunció el ceño, negó con la cabeza y chasqueó los dedos. En menos de un parpadeo había recuperado mi figura inicial.

—Gracias. —Susurré con voz ronca después de tanto gritar y maldecir.

—Debes descansar. —Arwood me quitó a Korbin y besó mi coronilla. —Cuando despiertes podrás alimentarlo, ¿de acuerdo?

—Cuida de él.

—Con mi vida. —Asentí y se levantó, mirando a nuestro hijo con absoluto amor.

—Chase. —Murmuré, me miró. —Korbin Chase.

—Me gusta, se queda. —Sonreí y él salió, seguido por todo el personal que me había atendido.

Sonreí mirando al techo y luego observé cómo los rizos dorados de cierto niño que conocía se movían en compás mientras corría hacia mí. Reí mientras lo ayudaba a subir y lo abracé contra mi pecho, él ocultó su cabeza en mi clavícula y ambos caímos dormidos.

(...)

—Debes entrenar, Hope, hace semanas, meses, que no lo haces. —Riñó mi mentora, negué con la cabeza mientras llevaba a Korbin en brazos.

—Podría cortárseme la leche, ¿qué le daría de comer a Korbin?—Musité aferrándome con fuerza, pero sin hacerle daño, a mi bebé. Él continuó durmiendo contra mi pecho.

—Deja de poner excusas, Hope. —Dijo Ryan uniéndose a la conversación.

—Primero porque estabas embarazada. —Tyron comenzó a enumerar mis excusas, tragué con fuerza.

—Luego porque debías cuidar del bebé. —Le siguió Milo.

—Y ahora por la leche. Dime, Hope, ¿cuál es la verdadera razón?—Ryan me miró preocupado, todos mis hermanos lo estaban.

Miré a Híbrida a mis pies y la imagen del degollamiento de mi padre apareció ante mí, negué con la cabeza, di media vuelta y me alejé corriendo en dirección al castillo. Al entrar me estrellé accidentalmente contra Cedric.

—Lo lamento. —Dije a regañadientes y sin mirarlo, centrando mi atención en el pequeño que dormitaba entre mis brazos.

—Hope...

— ¡Nos atacan!—Gritó alguien desde la azotea interrumpiendo lo que sea que iba a decir Cedric, intercambié una mirada con él antes de correr dentro.

— ¡Aurora!—La llamé, ella tomó a mi hijo en brazos antes de correr hacia el sótano con Chelzea cargada en su espalda. — ¡Mathyas!

— ¿Dónde está?—Preguntó Colm, preocupado, lo miré asustada.

Cazadora: Licántropos y VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora