Capítulo cuarenta y uno.

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— ¿Qué has hecho?—Dije con un hilo de voz, repentinamente débil y, creo, pálida. — ¿Qué has hecho?—Repetí, furiosa y mareada.

—Lo que tenía que hacer. —Y, sin mirarme, le devolvió a Korbin, Asedora sonrió abiertamente y chasqueó los dedos, una especie de portal azul comenzó a formarse frente a ella.

— ¿Qué harás? ¿Lo matarás?

—Eso tendrás que averiguarlo. Verás, Cazadora, la muerte de alguien querido luego de unos años se supera, pero, en un destierro a un paradero sin conocer genera angustia eterna, siempre estarás preguntándote dónde está tu querido hijo, desquiciándote ante el pensamiento sobre si estará vivo o muerto, y eso, querida, es lo que espero sufras. —Una sombra comenzó a emerger de entre la luz azul. —Arwood, Abraham, sosténganla.

— ¡No! ¡Korbin!—Intenté correr hacia ella pero tanto Woody como Abraham me detuvieron, cada uno tomándome de un brazo. — ¡No tenías derecho! ¡Es mi hijo, Cedric! ¡No puedes hacer esto!

—Él es mi padre.

— ¿Sí? Pues adivina qué: en cuanto mi hijo cruce por ese portal y no lo vuelva a ver me aseguraré de matarte, a ti, a Aurora, a papá de nuevo y ¿quién sabe? Tal vez torture un poco a la bebé. —Mi voz se había tornado amenazante y mis manos picaban con la tentación de tomar mi espada y cortarlo en miles de pedazos. —Haré de sus vidas un infierno, lo prometo, y una promesa de una Cazadora siempre se cumple.

Él me miró a los ojos, encontrando la terminación en ellos, y me dio la espalda, sollocé y seguí luchando, no iba a quedarme mirando cómo pierdo a mi segundo hijo, no otra vez.

— ¡Yo elegí a Chelzea!—Grité por encima del sonido del viento que ocasionaba el portal, la sombra había crecido. — ¡Cuando me pidieron que eligiera entre tu maldita hija y mi hijo la elegí a ella! ¡Porque eso es lo correcto!

—Pues ahora he elegido a mi padre, eso es lo correcto.

—Te odio. —Sollocé, dejando de luchar, no serviría de nada.

Pronto mi padre salió del portal, parpadeó sorprendido y una enorme sonrisa afloró en sus labios al ver a Cedric frente a él, Asedora cambió el color del portal, me miró a los ojos y tiró a Korbin en él. Solté un grito desgarrador.

Y grité, grité y grité, pero él ya se había ido, Ni siquiera pude despedirme o decirle que lo amaba y que lo encontraría, solo se fue, mi bebé se fue.

Me dejaron caer en el césped, miré este sintiéndome vacía e incompetente. Quería llorar, romper en llanto y perder el conocimiento, pero no podía. Cerré los ojos y me recosté en el césped, llevé mis piernas a mi pecho y las abracé, enterrando mi rostro entre mis brazos.

Había perdido, y Asedora era la ganadora.

— ¿Y ya está?—Tronó ella, no la miré, seguí en posición fetal. — ¿Solo vas a recostarte y lamentarte? ¿Dónde queda la furia y la pelea? ¿Dónde queda la batalla final?

—No habrá. —Mi voz estaba rota, la miré con ojos vacíos. —Me rindo, tú ganas. Felicidades. —Ella palideció y miró a su alrededor, indecisa, comenzó a pensar y sonrió.

—Ya sé, te devolveré a uno de ellos, ¡Colm!—El susodicho apareció ante ella en un parpadeo, Asedora lo rodeó en una luz negra y luego él retrocedió. —Es todo tuyo, yo ya no podré controlarlo.

— ¿Qué...? ¡Hope!—Corrió hacia mí y cayó de rodillas, no lo miré. —Hope, lo siento tanto.

—Aléjate de mí. —Gruñí, me miró sorprendido. —Tú eres su hermano, compartes parentesco con este hijo de perra. —Señalé a Cedric y a su padre. —Debí acabar con su manada desde el inicio. —Tomé el mango de mi espada. —Ya cometí el error de confiar en ustedes y perdí a mi hijo. —Desenvainé la espada, retrocedió. —No lo haré dos veces. —Intenté atravesarle el pecho, pero nuestro lazo me lo impidió. Grité, furiosa y frustrada, y cambié de dirección, yendo hacia Cedric.

A mirad del camino me detuve y agudicé el oído, miré rápidamente a Cedric y una sonrisa se formó en mis labios al oír un pequeño latido proveniente del vientre de Aurora, miró a su esposa y me gruñó, reí y aparecí ante ella de un parpadeo.

—Si yo no puedo tener a mi hijo, tú tampoco. —La miré a los ojos y hundí mi espada en su vientre.

Jadeó y sus ojos se llenaron de lágrimas, Cedric y Spencer gritaron, los ignoré y recorrí de lado a lado el abdomen bajo, cortando los canales del útero, dejándola estéril. Saqué mi espada y la empujé contra el césped, ella soltó un borbotón de sangre por la boca y lloró de manera silenciosa, la odié por eso.

Miré en dirección a Asedora y ella, junto a Abraham y Arwood, se habían ido. Clavé la espada ensangrentada en el césped y me senté a su lado, observando como Cedric, Colm y su padre intentaban ayudar a Aurora, desvié mi mirada de ellos y observé al vacío, recordando los ojos negros, como los de su padre, de Korbin.

Enterré mi cabeza entre mis manos y sollocé, una mano se posó en mi cabeza y levanté la mirada, Mathyas hizo un puchero y se refugió en mis brazos, lo abracé con fuerza, pegándolo contra mi pecho y creando una prisión y protección con mi cuerpo.

Kobi se fue. —Lloró, no contesté. —Quiero a mi hemanito, mami.

—Yo también, cariño, yo también. —Besé sus rizos dorados y mi mirada se encontró con la de Colm, le mostré los colmillos de forma instintiva.





 —Besé sus rizos dorados y mi mirada se encontró con la de Colm, le mostré los colmillos de forma instintiva

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Cazadora: Licántropos y VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora