Flashback
Hace cuatro años...
—Buenos días. —Ronroneó una voz ronca en mi oído para después dejar un casto beso en él, sonreí y abrí los ojos. —Alguien quiere ver a mami. —Canturreó él con mi pequeño, Mathyas, en brazos.
—Buenos días. —Susurré, mi pequeño tiró sus bracitos en mi dirección. — ¿Extrañaste a mami, cielo?—Pregunté tomándolo en brazos.
—Dadada. —Balbuceó él y ambos reímos, el flash de una cámara siendo disparado hizo que nos encandiláramos, miré a Abraham y alcé una ceja al verlo muy sonriente.
— ¿Qué?—Inquirí, sonriendo a mi vez.
—Eres más distraída de lo que pensé. —Musitó y me tomó en brazos, solté una carcajada mientras aferraba a mi bebé contra mi pecho al tiempo que Abraham repartía una lluvia de besos por todo mi rostro, algunos también caían sobre el sonrosado rostro de nuestro hijo, ocasionando su risa por igual. Estando en brazos de Abraham, bajamos a la cocina, donde nos esperaban Taisa y un enorme pastel de cumpleaños.
— ¡Feliz cumpleaños! —Exclamaron ella y Abraham al unísono. Me di un golpe en la frente con la palma de mi mano y reí, ¡hoy era mi cumpleaños y lo había olvidado!
—Diosa, lo olvidé por completo. —Dije y ellos rieron, mientras Abraham me bajaba con cuidado.
—Lo sabemos.
Taisa, mi cuñada, corrió a abrazarme y me quitó a Mathy de los brazos, haciendo que él haga un puchero, puchero que fue ignorado por el dúo de hermanos mientras el menor de ambos rodeaba mi cintura con sus fuertes brazos y me aprisionaba en un cariñoso abrazo de felicitación.
—Feliz cumpleaños, amor. —Musitó Abraham contra mi cuello, suspiré ante la caricia que su aliento me proporcionó antes de soltar un pequeño grito cuando mis pies dejaron de tocar el piso, me aferré a sus anchos hombros cuando comenzamos a girar.
—Gracias, cariño. —Jadeé cuando se detuvo, le sonreí con dulzura y él me devolvió la sonrisa, para luego unir nuestros labios en un lento beso.
Abraham y yo estábamos casados, y con 15 y 18 años de edad tuvimos a nuestro Mathy. No fue porque yo fui una fácil y me abrí de piernas ante él en un club, no. Él y yo éramos Mates, yo soy humana, antes cazadora, y él un hombre lobo, Beta de Taisa, quien es Alpha de la manada.
— ¡Alpha Taisa!—Exclamó uno de los guardias interrumpiendo el beso de Abraham y yo.
— ¿Qué ocurre?
— ¡Estamos bajo ataque!—La cocina entera se volvió un caos ante el anuncio.
Por mi parte me apresuré en llegar hasta Taisa y Mathy, a quien tomé en brazos antes de correr escaleras arriba en busca de poner a salvo a mi hijo y enfundarme en mis antiguas armas. La manada no iba a defenderse sola.
—Mathy. —Lo llamé mientras lo dejaba en su cuna junto con sus juguetes y un biberón con leche. —Mami y papi deben cuidar a la manada, así que tú vas a quedarte aquí con el señor Sol. —Le dije mientras sacaba a Híbrida de debajo de su cuna. —Claro que no me entiendes porque apenas tienes un año. —Musité y besé su cabeza ataviada de rizos dorados. —Te amo. —Susurré y di media vuelta, cerré la puerta a mi espalda y eché el cerrojo, el cual impedía que cualquier criatura entrara gracias a un hechizo de una bruja amiga de la manada. Los únicos que podían abrir la puerta e ingresar a la habitación eran Taisa, Abraham y yo.
Troté hasta la sala de armas y tomé un carcaj con flechas envenenadas junto a mi ballesta, corrí escaleras abajo y salí de mi hogar, entrando en la batalla.
ESTÁS LEYENDO
Cazadora: Licántropos y Vampiros
Hombres LoboHope Green es una cazadora, la Cazadora, temida por muchos y querida por pocos. Ella ha sido entrenada desde que es una niña por tres despreciables brujas, quienes la han instruido en el arte de cazar, mutilar y matar. Debido a un pequeño desliz la...