Capítulo veintiuno.

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Colm's POV

—Es un buen lugar. —Musité, observando al castillo en ruinas frente a nosotros, mis hermanos me secundaron. — ¿Entramos?

—Vamos.

Dejé a Matty con mi cuñada y mi sobrina antes de adentrarme con mis hermanos en el castillo, el cual parecía estar abandonado desde hacía mucho tiempo. Nos dividimos y fui a la tercera planta, agudizando todos mis sentidos, en busca de algún intruso, pero nada.

Satisfecho por lo que había visto en ese piso regresé con mis hermanos, quienes también parecían contentos por el castillo.

—Aquí es. —Masculló mi hermano mayor con una gran sonrisa. —Nos quedaremos aquí por un buen tiempo.

Asentí y sonreí ampliamente, al fin mi hijo y yo tendríamos un lugar donde vivir seguros junto con la manada y mi clan.

— ¡Adentro!—Exclamó Cedric a su manada, todos comenzaron a entrar. —Manada, ustedes van a quedarse aquí, en el primer piso.

—Chicos del clan, tercer piso, ahí casi no entra la luz del sol. —Hablé con los brazos cruzados.

—Eso quiere decir que el segundo piso es nuestro. —Dijo Aurora con Chelzea en brazos, mi hermano asintió y besó sus labios en un casto beso.

—Ven aquí, campeón. —Llamé a mi hijo y él corrió hacia mí. — ¿Te gusta el lugar?—Sonreí, cargándolo sobre mis hombros. Por alguna extraña razón le encantaba subirse a ellos, podría permanecer sobre ellos por horas.

—Síii. —Abrazó a mi cabeza y rio. —Papi, ¿aquí hay fantasmas?

—Probablemente, pero tranquilo, nada va a pasarte mientras yo esté aquí.

—Te quiero, papi.

—Y yo a ti, Mathyas. —Pellizqué su mejilla y, dando un buen salto, nos puse de cabeza.

Mi pequeño rio con fuerza mientras miraba en dirección a nuestra familia, donde mis hermanos se encontraban mirando con burla en mi dirección, claro que Aurora estaba pendiente de cada movimiento de Matty por si debía correr a atraparlo.

(...)

Subí las escaleras hasta llegar al piso de mi clan y observé todo y a todos. Caminé hasta Gabrielle, mi mano derecha, y ella me sonrió mostrando los colmillos.

— ¿Cómo está todo por aquí?—Pregunté llevando mis manos detrás de la espalda.

—Bien, aunque estamos hambrientos.

—Pueden ir a cazar por las noches, ya saben qué pueden comer y qué no.

—Sí, jefe, lo sabemos. —Se mofó y miró a Ramsés. —Vamos, chico, reúne a un grupo de diez, iremos a cazar.

—Cuídense y si la Cazadora los encuentra no peleen, pero tampoco vuelvan de inmediato aquí, ¿de acuerdo?

—Sí.

— ¡Vámonos!

Sonreí de lado al verlos marchar saltando por la ventana, le di una última mirada a Gabrielle mientras ella se tomaba de la mano con Ariel, su amada novia desde hacía un siglo.

(...)

Recorrí el castillo entero con una sonrisa traviesa mientras buscaba a Matty, ambos nos encontrábamos jugando al escondite y tal parece que yo iba perdiendo.

Agudicé mi oído y sonreí de lado al escuchar las risas quedas que soltaba el niño, rodeé una mesa y lo encontré sentado en un rincón, con una mano en la boca tratando de mitigar sus risas de niño que alegraban mis días desde que Hope lo había dejado a mi cargo.

— ¡Te encontré!—Exclamé tomándolo en brazos mientras le hacía cosquillas.

— ¡No, papi, no!—Chillaba mientras se retorcía entre mis brazos a causa de las cosquillas. — ¡Papi!—Gritó sin dejar de reír, yo también reía al verlo, contagiado de su felicidad.

Claro que no duró mucho.

— ¡Señor!—Exclamó Ramsés corriendo hacia mí, se veía aterrorizado y sangre manchaba su camiseta y parte de su rostro.

— ¿Qué pasó?

—La Cazadora, ella pasó.

Miré a Matty en mis brazos y lo bajé, le ordené que fuera a cuidar a Chelzea y junto con Ramsés fui a nuestro piso en el castillo.

—Habla. —Me crucé de brazos, preocupado.

—La Cazadora atacó a Ariel, estábamos cerca cuando ocurrió pero no hicimos nada por órdenes suyas, pero... Gabrielle no pudo contenerse y se entrometió. —Apreté el puente de mi nariz, cerrando los ojos.

—Sigue.

—Ariel estaba muy malherida y Gabrielle se ofreció en irse en lugar de ella, la Cazadora aceptó, pero Ariel lo arruinó todo y ahora las tiene a ambas.

—Debemos ir a rescatarlas.

—No lo creo, señor. Por la expresión que tenía la Cazadora puedo decir con certeza que ambas han perecido.

—No voy a rendirme tan fácil.

—Señor, por favor, no haga ninguna estupidez. —Lo miré con furia, él no se amedrentó. —Tiene que cuidar a Mathyas, no puede darse el lujo de ser capturado y posteriormente morir.

Tenía razón, pero me ardía la sangre de solo pensar en mis dos chicas, ambas eran viejas amigas mías y el hecho de que Hope sea la causante de todo esto me llena de confusión, ¿cómo es que no reconoció a Gabrielle si llegó a conocerla antes de que se la llevaran?

—Vete, Ramsés, y no le digas a nadie de esto, no quiero que todo el clan se levante y vaya a darle caza a la Cazadora, todos sabemos que eso sería insensato y un completo suicidio.

—Sí, señor.

¿Y ahora qué? ¿Debo ir en busca de Hope para que me entregue a Gabrielle y su novia? ¿Debo quedarme y dejarlas morir? ¿Qué debo hacer?

—Se te ve agobiado, hermano.

—Es Hope. —Miré a Luther, su rostro se desfiguró.

— ¿Qué pasó? ¿Está bien? ¿Dónde está? ¿Debemos ir a rescatarla? ¿La has visto? ¿Cuándo nos vamos?

—Calma, hermano. —Dije sentándome en una silla de por ahí. —Hope ha capturado a dos de mis chicas, Gabrielle y Ariel, y yo...

—No sabes qué hacer.

—Exacto.

—Haz lo que diga tu instinto, en estos casos es mejor pensar con la cabeza fría y el corazón inexistente. —Y sin más se fue.

Suspiré y tallé mi rostro con ambas manos con cansancio, ser el jefe ya no era tan divertido como lo era hace 103 años.

Miré por la ventana y suspiré, levantándome con pesadumbre. Ramsés tiene razón, posiblemente Gabrielle ya esté muerta para este punto, ella y Ariel. Cerré las manos en puños y los descargué con violencia sobre una mesa, partiéndola en dos.

Oh, Hope, si sigues así iniciarás una guerra que no podrás terminar.



Oh, Hope, si sigues así iniciarás una guerra que no podrás terminar

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Cazadora: Licántropos y VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora