Capítulo quince.

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Pronto fui rodeada por una docena de mujeres y hombres armados hasta los dientes, nueve hombres y tres mujeres para ser exactos. Todos llevaban entre sus manos armas de fuego, Mike era el único que portaba un hacha y una espada. Lo miré, furiosa, y me puse en posición de defensa, plantando los pies firmemente en la tierra lodosa y poniendo mis brazos a cada lado de mi torso con las manos vueltas puños.

—Adelante, asesíneme, si pueden. —Los reté y elevé una de las comisuras de mi boca con desdén.

Las primeras en atacar fueron las tres mujeres, dos intentaron golpearme con la culata de sus armas y la otra solo me apuntaba con el cañón del arma, lista para dispararme en cuanto bajara la guardia, cosa que no iba a suceder.

Poniendo los ojos en blanco con fastidio, tomé una de las culatas y acerqué a la mujer con fuerza, chocando con violencia mi frente contra su nariz y logrando que quede inconsciente al instante, dejándome su arma a mi merced.

Cargué el arma mientras esquivaba el disparo de una de las cazadoras restantes, antes de apuntar y dispararle en la pierna a una de ellas, derribándola, y volví a disparar, dándole justo en medio de los ojos, ensuciando a uno de los cazadores con sus sesos y sangre.

Esquivé otro disparo antes de girarme con rapidez y volver a disparar, dándole en una mano y luego en el cuello, agujereando parte de este. Reí, levantando su escopeta, cargué y miré a los demás, desafiante.

Salté lo más alto que pude cuando todos me dispararon a la par antes de comenzar a disparar con rapidez y sin piedad alguna a todos ellos, dejando malheridos a tres y muertos a dos, quedando así cuatro con vida. Gruñí cuando una bala por poco me da y estrellé el cañón de la escopeta en la entrepierna de uno, antes de golpear a otro con la culata en el estómago y dispararle a uno justo debajo de la barbilla, todo en un zigzagueo veloz.

Y pronto quedamos solo Mike y yo.

Le sonreí con suficiencia y él solo me miró con odio puro, hice una mueca ante su mirada y le apunté con la pistola justo al corazón.

—Ríndete, niño, antes de que salgas herido.

—Nunca, criatura. —Gruñí ante su apodo y disparé a la tierra a sus pies, haciéndolo dar un salto atrás, asustado.

—Soy mejor que tú por mucho, así que será mejor que termines con esta clase de berrinche antes de que te meta una bala en la entrepierna o por el culo.

—No eres capaz. —Me retó, alcé ambas cejas y lo miré con burla.

—Sigue con ese pensamiento y te asesinarán antes de que pronuncies mi nombre. —Dije y le disparé en la entrepierna, yo siempre iba en serio, nunca decía las cosas solo por decir.

Mike cayó al suelo con un grito agonizante de dolor, soltando sus armas. Me encogí de hombros y me fui de ahí, con la escopeta sobre el hombro y varias armas en mi cadera, listas para ser usadas.

Luego de unos minutos caminando por el bosque por fin llegué a la manada, pero al parecer también los Cazadores, por lo que había varios lobos y vampiros heridos en las calles, algunos muertos y una que otra cabaña se incendiaba.

Suspiré con pesadumbre y me froté el cuello, comenzando a caminar en dirección al hogar de Cedric, donde la mayoría de las personas estaban vueltas locas. Fruncí el ceño, ¿qué pasa?

Los gritos de dolor de Autora me dieron la respuesta y en menos de un minuto ya estaba entrando por la puerta, encontrando a los hermanos del Alpha y al Alpha mismo junto a su Luna en la habitación.

— ¿Qué está pasando?

—Aurora entró en trabajo de parto desde hace media hora, asesinaron a todo el personal médico y no hay nadie con experiencia que nos ayude.

—Oh, no. —Corrí hacia Aurora y la miré. — ¿Cómo te sientes?

— ¡Quiero que esta niña nazca ya!—Chilló, apretando la mano de Cedric con fuerza.

—Créeme, sé lo que es eso. —Reí y negué con la cabeza, una idea iluminó mi mente. —Yo...puedo ayudarte a dar a luz.

— ¿Qué?—Preguntaron todos a la vez, inclusive Aurora olvidó el dolor que padecía.

—Ya he dado a luz antes y he ayudado a algunas lobas con el alumbramiento de sus cachorros. —Expliqué con cierta incomodidad.

— ¿Qué?

—Fui Luna del Beta Abraham Bennett y ambos tuvimos un hijo. —Un nudo se formó en mi garganta y acomodé las almohadas alrededor de Aurora, tratando de ahuyentar su recuerdo. No podía distraerme con eso ahora.

— ¿Qué?

— ¿Quieren que ayude o no?—Espeté, hastiada de su estúpido comportamiento, todos asintieron con rapidez. —Bien. Traigan toallas limpias, agua caliente y algo punzante y esterilizado para cortar el cordón umbilical.

Asintieron y salieron corriendo, por mi parte fui al baño a lavarme y cambiarme de ropa por mis cómodos jeans y una camiseta holgada perteneciente a Aurora.

—Tengo que ver qué tan dilatada estás, ¿de acuerdo?—Le dije a Aurora, ella asintió y me puse entre sus piernas, comenzando a revisarla. —Todo está en orden por aquí, sospecho que necesitas algunas pulgadas más pero Chelzea está descendiendo con rapidez.

— ¿Qué ocurrió con tu hijo y Abraham?—Preguntó Aurora con la respiración acelerada.

—Murieron, mis tías los asesinaron. —Tragué saliva con fuerza y los demás me dieron lo solicitado. —Bien, ahora solo debemos esperar un poco más y podremos comenzar.

— ¿Te casaste?—Preguntó Luther repentinamente, tragué salvia con fuerza, de nuevo, y asentí.

—Nos casamos cuando me enteré que estaba esperando a Mathyas. —Sonreí al recordar ese día. —Yo tenía ya 2 meses cuando dije el sí, y 7 meses después tuve a mi hijo en mis brazos.

— ¿Qué le ocurrió?—Preguntó Colm, inexpresivo. — ¿Por qué no estás tú con él? ¿Es que acaso no lo quieres por ser un licántropo?

—No es eso. —Lo miré frunciendo el ceño, ofendida por tal insinuación. —Una mañana la manada del Alpha Taisa fue atacada por las criaturas Oscuras, traídas por mis tías. En batalla murió Abraham y Mathyas... —Un nudo se instaló en mi garganta. —Lo dejé en su habitación y salí a acabar con los intrusos pero, al volver, mis tías lo tenían y...no dudaron en asesinarlo frente a mí, para luego tirar su pequeño cuerpo al fuego. —No lloré, no frente a ellos. —Ese día me largué de la manada y me volví más despiadada, comencé a cazar a diario para mitigar el dolor, para hacer sufrir a otros. —Apreté las manos en puños y Aurora gimió. —Está lista. —Dije luego de revisarla. —Comencemos.

(...)

Limpié las perlas de sudor de mi frente con mi antebrazo y apreté las rodillas de Aurora, las cuales estaban flexionadas a cada lado de mí mientras que yo intercambiaba mi mirada entre su entrepierna y su rostro.

— ¡Vamos, Aurora! ¡Puja! —Le grité y ella lo hizo. Vi la cabeza, al fin. — ¡La cabeza!—Exclamé con júbilo y palmeé sus piernas. — ¡Falta un poco más! ¡Puja!—Ella chilló en respuesta, haciendo lo indicado, y apretó la mano de Cedric.

Pronto el torso salió y sonreí, solo faltaban las piernas. Tomé el pequeño torso y tiré levemente de él cuando Aurora volvió a pujar, sacando a la pequeña por completo. Sonreí con lágrimas en los ojos al escuchar a Chelzea llorar con estridencia, corté el cordón umbilical y limpié su pequeño rostro con una toalla húmeda de agua tibia.

—Y aquí está la nueva Alpha. —Musité sosteniendo a la bebé de manera vertical, permitiendo a sus padres verla por primera vez. —Felicidades. —Musité y se la pasé a Aurora.

Me tensé al sentir una ligera tensión en mi abdomen, jadeé al sentir algo comenzar a desgarrarse dentro de mí y pronto lo sentí con claridad. Hambre atroz.

Miré a Chelzea y mis colmillos salieron en contra de mi voluntad. Mi vista se nubló y siseé, mostrándole los colmillos al Alpha.

— ¿Hope?—Sacudí la cabeza y me abalancé sobre Aurora, más específicamente sobre Chelzea.

Cazadora: Licántropos y VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora