Capítulo veinticinco.

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Arwood's POV

—Querida prima, es un gusto volver a verte. —Dije con sarcasmo al verla sentada en la cama donde antes estuvo atada Hope. Desvié la mirada ante el recuerdo de su rostro haciendo una mueca de profundo dolor y la centré en mis manos, la cuales habían lanzado la magia que ocasionaron dicho dolor. Maldición. — ¿A qué debo tu agradable visita?

—Las cosas han cambiado.

—No puedes acabar con la Cazadora. —Le siguió mi otra prima saliendo detrás de mí. Mi oscuro corazón albergó un diminuto brillo de esperanza, esperanza sobre dejar de torturar a Hope.

—La profecía cambió.

—Así que el plan debe cambiar.

—Deberás tratar de la peor de las formas a la Cazadora. —Y el pequeño brillo murió.

—Hasta llegar a un punto entre su vida humana y la sobrenatural.

—Ahí deberás tomarla.

—Y preñarla.

— ¿Disculpa?—Traté de interrumpir, ambas me ignoraron.

—Pero solo podrás hacerlo en unos días.

—Cuando la luna esté en su mayor esplendor.

—Y la Diosa te dé su bendición. —Y, sin más, desaparecieron.

Gruñí y tiré de mi cabello, ¿tener un hijo con Hope? La apreciaba, aunque ella no lo supiera, y también la deseaba, pero no hasta el punto de tener un hijo con ella.

Lancé un relámpago de oscuridad hacia el espejo y lo fragmenté, hasta que pedazo a pedazo los nuevos mini espejos cayeron. Uno solo se quedó en el marco de plata, así que lo tomé y lo aplasté con un puño, haciéndome múltiples cortadas que poco me importaron.

Caminé hasta el baño y me miré en el espejo que había ahí, donde mi rostro, desfigurado por el pánico, apareció ante mis ojos, en los cuales se reflejaba temor puro.

No tenía la menor idea de cómo ser padre, estaba aterrado en lo más profundo de mi negro y vacío corazón, ¡y aún no me acostaba con Hope!

Froté mi cuello con la mano herida y me obligué a tranquilizarme, yo podía, e iba, a ser el mejor padre del mundo.

Protegería a ese niño, o niña, a toda costa, al fin y al cabo, sería mío. Mío y de Hope.

En un impulso me asomé por la ventana y salté, creando un portal tridimensional que me llevó a Nueva York, o bueno, al centro comercial de ahí. Siguiendo otro impulso de mi, aparente, existente corazón, entré en una tienda para bebés y compré un peluche de un elefante violeta.

Ese sería el primer regalo hacia mi hijo no nato.

(...)

—No voy a tomar a la Cazadora. —Les informé a mis primas cuando aparecieron para informarme que hoy sería el gran día de la concepción. Sus rasgos comenzaron a mostrar hostilidad. —Y mucho menos voy a acostarme con ella para embarazarla, ¿quién mierda se creen que son?

—Vas a hacerlo, Arwood.

—A menos que quieras enfrentar nuestra ira.

—La respuesta sigue siendo un rotundo no. —Tensé la mandíbula y me crucé de brazos, comenzando a juguetear con una pelotita de magia negra creada por mí para manejar mi temperamento entre mis dedos.

—Entonces lo harás por las malas. —Amenazaron al unísono y lanzaron en mi dirección uno de sus famosos y letales polvillos. Sacudí la cabeza, retrocediendo, pero fue tarde. Mis ojos se cristalizaron y pronto la oscuridad se cernió a mi alrededor.

(...)

Hice una mueca mental al ver el dolor en el rostro de Hope cuando más de mi magia negra la golpeó.

Traté de detenerme, no quería hacerle más daño, pero lo que sea que me dieron mis primas me obliga a hacerle esto y mucho más. Obligué a mis piernas a retroceder cuando Hope pareció quedar inconsciente y pegué mi espalda a la pared, una capa de sudor comenzó a bajar por mi mente mientras un calor agradable e invasor se instalaba en mi cuerpo.

Cerré los ojos, sintiendo al calor bajar por mi cuerpo hasta tenerme rodeado por completo, y, en menos de un parpadeo estaba besándome con Hope. Traté de detenerme, pero mi cuerpo no me respondía, lo único que lograba controlar en estos momentos eran mis pensamientos, y hasta ellos eran muy confusos.

Mi mente terminó por desconectarse cuando ambos estábamos desnudos, dejándome en una infinita oscuridad mientras el invasor en mí disfrutaba de placer carnal con Hope.

Hijas de perra.

(...)

Bien, ya había pasado una semana con dos días desde que mis primas había obligado a mi cuerpo a acostarse con Hope. He notado algo extraño en ella, además de que su comportamiento se ha vuelto más bipolar y explosivo.

Y ahora estoy sorprendido, sorprendido al tenerla frente a la puerta de mi habitación con los ojos anegados en lágrimas de sufrimiento y tormento, de los cuales soy causante.

— ¿Qué pasa, Cazadora?—Pregunté de manera mordaz, ella tragó saliva con fuerza y se derrumbó en mis brazos.

El pánico me inundó al tener una idea de lo que le ocurría, por lo que suavicé mi expresión y la obligué a mirarme.

— ¿Qué ocurrió, Hope?

—Ocurrió que nos acostamos. —Asentí dándole la razón, ambos tragamos saliva con fuerza. —Y también ocurre que seremos padres. —Dijo, me quedé de piedra, ella mordió su labio inferior con fuerza. —Estoy embarazada, Woody.

Tomé una bocanada de aire de golpe y nos encerré a ambos en la habitación. Con un chasquido de dedos la dejé sobre la cama y comencé a pasearme por la habitación. Ya sabía que esto podía pasar, no, ya sabía que iba a pasar. Así que... ¿por qué me siento de esta manera tan... humana?

—Entenderé si rechazas al bebé. —Dijo Hope con un hilo de voz, me detuve en seco pero no la miré. —También entenderé si me hechizas para provocarme un aborto.

— ¿Qué mierda acabas de decir?—Grité, mirándola con furia. —Jamás haría algo así, jamás. Mucho menos cuando es mi hijo de quien hablamos, joder.

— ¿Eso quieres decir que no lo odias y desaparecerás?

—No, Hope, no haré nada de eso. —La miré a los ojos. —Vamos a hacernos cargo, tú y yo, juntos, por más que eso no sea de mi agrado.

En unos segundos fui rodeado por sus brazos, miré su cabellera azabache con incredulidad antes de cerrar los ojos y devolverle el abrazo con fuerza.

Era oficial, iba a ser padre.


Era oficial, iba a ser padre

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Cazadora: Licántropos y VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora