Llevaban ya una semana de vacaciones durante la cual habían ocurrido muchas cosas, entre las cuales cabía destacar que habían conocido a cuatro chicos de ensueño. En esos momentos, andaban arreglándose precisamente para citarse con ellos.
—¿Dónde habré dejado mi bolso azul? Es el único que hace juego con este vestido —dijo Sayo buscando por todas partes.
—Mira debajo de toda esa ropa —señaló Miyu a la columna de ropa amontonada que habían sacado del armario.
—¡Ay! No consigo que me salga el peinado —protestó Misao algo histérica.
Con tanto revuelo, cada una solo prestaba atención de sí misma porque bastante tenían ya con eso. Al cuarto de hora después, todas por fin estaban listas.
—¡Venga! Vámonos —apresuró Kano.
—Un momento... ¿y Alex?
Se miraron entre sí y notaron la extraña ausencia de su amiga.
—¡Alexia! —vociferó Misao—. ¡Mueve el culo hasta aquí! Como me prives de mi tiempo con Aoshi te enteras.
—Así se habla, Misi —dijo Kano—. ¡Lo mismo te digo yo con respecto a Asaba!
—Ya vaaaa —sonó una voz cercana—. ¿Qué se siente al tener que esperar con la hora pegada?
De pronto la puerta del servicio de abajo se abrió y por ella salió Alexia muy arreglada, demasiado para ser ella. Llevaba una falda larga negra con unas sandalias del mismo color. Por arriba, se había puesto un top rojo bajo una cazadora negra con las mangas remangadas, y una pulsera y colgante negro como accesorios. El pelo se lo había recogido todo hacia arriba, sujeto por una cinta.
Todas, al verla, no supieron cómo reaccionar.
—¿Quién eres tú? ¿Qué has hecho con Alexia? —dijo Miyu alucinando.
—¡Si hasta se ha puesto color! —añadió estupefacta Sayo.
—¿Qué pasa? —protestó—. Siempre me decís que me arregle y cuando lo hago también me criticáis... No hay quién os entienda.
—Ni caso. Estás muy bien.
—Gracias, Riku. Vamos.
Bajaron hacia la parada más próxima y esperaron al autobús.
—¿Seguro que sabes dónde está la dirección? —preguntó Miyu.
—Que sí, no he ido nunca, pero la zona me la conozco.
—Deberían haber venido a buscarnos.
—No son nuestros chóferes —les defendió Alexia.
Cuando llegaron a la parada correspondiente, y el autobús frenó, las chicas se bajaron enseguida.
—¡Alex! Te has quitado el maquillaje. ¡¿Por qué?!
—Ehm... digamos que he tenido un presentimiento.
—Allí está la calle —interrumpió Sayo—. ¿Veis? Estaba en lo cierto.
—Kano, te tiemblan las rodillas —apuntó Riku.
—También me duele el estómago. Quizá he cogido frío.
—¡Tonterías! Son solo nervios —dijo Miyu, agarrándola del brazo.
—Yo tengo las manos frías y sudorosas —confesó Misao.
—Prácticamente los mismos síntomas —dijo Alexia sin darle importancia—. Venga, que tú no tienes nada que temer. Donde pisas, arrasas.
—No estoy tan segura.
—Nosotras, sí —respondieron todas al unísono en un tono cansado.
Por fin localizaron la puerta del local y, yendo Sayo en cabeza, la abrieron pasando al interior. Cuando vieron el ambiente, todas se paralizaron por la sorpresa. Desentonaban bastante con aquellas pintas.
—Alex... La próxima vez que tengas un presentimiento tan fuerte, nos lo comunicas a todas, ¿vale?
Ella soltó una risita respondiendo y observó con detenimiento el famoso lugar. Era una especie de pub, con mesas y una barra, con la diferencia de que también había un escenario. No era muy elegante, por eso la gente que allí frecuentaba iba de calle, y por eso ellas no pasaban precisamente desapercibido.
—Si nos quedamos aquí paradas, llamaremos aún más la atención.
Avergonzadas, se abrieron paso hasta llegar a una mesa donde se sentaron silenciosamente.
—Para estar así, deberíamos irnos —opinó Riku.
—¿Tan pronto? Si acabáis de llegar —dijo una voz masculina que se acercó a la mesa.
—¡Kazuma!
—¡Vaya! Qué arregladas habéis venido —comentó Aoshi apareciendo también—. Quizá haya sido culpa mía por no avisaros.
—¡No! Si ir así tampoco es que sea anda malo —dijo Misao—. Además... ¿No estamos bien?
—Claro que sí. Estoy seguro de que todos os miran de reojo con interés.
—¿Qué es esto exactamente? —pregunto Alexia desviando el tema.
—Un karaoke —aclaró Kai—. Aunque también se hace parapara.
—¿Y eso qué es? —preguntó Miyu.
—Baile escenográfico —respondió Alexia.
Kai la miró sorprendido.
—Veo que estás informada... ¿Acaso lo practicas?
—No, nunca he estado en un lugar como este, y tampoco lo he probado.
—Estás diferente, pero no logro adivinar en qué —declaró el chico con un murmuro y con el ceño fruncido.
Alexia se encogió de hombros con una sonrisa sarcástica.
—Oye, Kai —dijo entonces Miyu—. ¿Por qué no nos apuntamos y me enseñas?
—Vale, me parece bien.
—Alex y yo también —sentenció Misao levantándose y llevándose a Alexia.
—Pero ¿qué...?
—En un sitio u otro tenemos que hacer juntas un karaoke.
—¡Aitsu!
—Muy buena elección. ¡Eh! Apúntenos.
—Marchando, señoritas. ¿Vuestros nombres? —El joven que se encargaba de llevar la lista de participantes levantó la vista del papel y las observó—. ¡Vaya! Volvemos a encontrarnos. ¿Qué tal, chicas? Hoy estáis más guapas que de costumbre.
De repente, una colleja sonó procedente de su nuca.
—Céntrate, Asaba —dijo Kai.
—¿Trabajas también aquí?
—Solo apunto nombres en una lista; esto no se puede considerar un trabajo. Aunque tengo la ventaja de ponerme el primero y cuantas veces quiera.
—Ponnos a nosotras un par.
—¡Así me gusta! Gente animada.
—A nosotros en parapara —añadió Kai.
—¡Hoy va a ser un gran día! Buenas voces y buenos bailarines en el escenario... ¡Esto se merece un concurso!
—¿¡Qué!?
Asaba se levantó de su asiento, se subió al escenario, cogió el micrófono y anunció:
—Se va a cerrar dentro de poco el plazo de inscripción. Últimos participantes, dense prisa, por favor.
ESTÁS LEYENDO
Vacaciones de verano
Teen FictionEl último curso se acaba y es hora de despedirse a lo grande de todo aquello que conoces: instituto, profesores... amigas. Por ello, seis chicas deciden hacer el viaje de sus vidas y pasar el verano juntas para crear recuerdos que poder atesorar en...