Capítulo 6.2

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Emprendieron nuevamente el camino hacia la casa y, durante este, Alexia tuvo una conversación con Kano.

—Me vas a tener que perdonar y agradecer a la vez.

—¿Qué has hecho ya, Alex?

—¡Nada! Bueno... algo. Cuando entramos a la tienda, nos encontramos con Asaba, y descubrimos que trabajaba allí, pero no te dijimos nada, lo siento.

—¿¡Qué?! ¿Por qué? ¿Qué os he hecho yo?

—Espera, no te precipites. Es que antes tenía que hablar contigo... si no lo has hecho todavía no puedes verle.

—¿Por qué? —dijo a la defensiva.

—Es que... digamos que he hecho algo para que llames su atención.

—¿No le habrás enseñado ninguna foto comprometedora, verdad?

—Pues, ahora que lo dices, eso tal vez hubiera sido más fácil.

—Alex... —pronunció amenazadoramente.

—Tranquila, que nunca haría algo así. Lo que pasa es que le he dado una composición de música que tenía desde hace algún tiempo, y le dije que era tuya.

—¿Crees que ha sido buena idea? Yo no tengo ni idea...

—¡Claro que lo ha sido! Ahora te enseño un poco cómo es el ritmo y además... así mataba dos pájaros de un tiro. Lo cierto es que nunca la he oído tocar entera, y como los instrumentos que se usan son justamente el piano, bajo y batería...

—¿Lo tenías todo pensado?

—¡Qué va! Fue verle, y ocurrírsemelo.

—Tan improvisadora como siempre —dijo en un tono de reproche.

—Ya verás, ya.

Llegaron a la casa pasado un tiempo, y Alexia pidió a Sayo que la sustituyera en la cocina con Misao, mientras ella le explicaba a Kano todo lo que Asaba podría preguntarle, o comentar.

—Le dije que lo compusiste con mi ayuda, así que si no sabes qué responder me pasas a mí la bola —se sentó frente al teclado—. Así es más o menos como sonaría al principio.

Empezó a tocar suavemente al principio y, poco a poco, fue incrementando su intensidad hasta el punto de crear el efecto de que parecía que, a la siguiente nota, todo estallaría en tus oídos. Al tocar la siguiente, volvió a ser suave, dando un toque de relajación tras tanta tensión.

—¡Como mola! ¿Por qué no sigues?

—Ejem, bueno... no se puede.

—¿Cuándo dijiste que no se había tocado nunca entera, te referías a que solo se había tocado el principio?

—Ehh... sí, jeje. Nadie la había visto hasta ahora, y como se necesitan más instrumentos para que suene bien, pues... no se puede.

—¿Y por qué la compusiste?

—Un venazo, ¿qué quieres? Al menos te ha servido para algo, ¿no?

—Todavía no lo sabemos.

—¡Bah! Pero tendréis un tema de conversación que poder utilizar.

Misao salió de la cocina y les dijo que ya estaba preparada la comida. Comieron tranquilamente, y después decidieron bajarse a la playa a disfrutar del mar.

—Deberíamos venir más a menudo —dijo Sayo con los rayos del sol rozándole la piel.

—¡El último en llegar al agua es idiota!

Antes de que pudiera reaccionar, Alexia vio cómo sus amigas desaparecían hacia el mar. Así que se encargó de colocar las cosas sobre la arena, recogiendo la ropa que sus amigas habían desparramado por ella. Cuando hubo acabado, se quitó la suya, se puso las gafas de sol y crema, y se tumbó a tomar el sol.

—¡Ahhh! —gritó Misao siendo víctima de una ahogadilla—. ¡Sayo! Ahora verás.

—Cógeme si puedes.

—Miyu... parecéis unas niñas.

Ella y Riku estaban en la orilla haciendo un castillo de arena.

—Di lo que quieras, pero es entretenido.

Al final, Kano acabó uniéndose a ellas, mientras que las otras dos seguían picándose y persiguiéndose por el agua.

En la arena, ajena a aquella diversión, seguía Alexia sumida profundamente en sus pensamientos, hasta que fue interrumpida por su móvil.

—Será posible... Nadie me llama nunca y ahora que no quiero, lo hace todo el mundo.

Vacaciones de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora