Cuando los primeros rayos del sol rozaron las sábanas de la cama de ambas habitaciones, sus respectivas ocupantes se despertaron. Misao y Riku se levantaron adormiladas en dirección al baño. Se cruzaron por el pasillo y se saludaron, entrando cada una en un servicio distinto.
Quienes dormían en los sacos, seguían haciéndolo sin disturbios, sumidas en sus sueños.
-¿Regresó Alex al final? -preguntó Riku a Misao.
-Pues ahora que lo dices... no me he fijado -respondió meditando.
Se aproximaron sigilosamente hacia la puerta y metieron la cabeza entre el espacio producido por su entreabierto pudiendo así ver a su amiga durmiendo tranquilamente en su saco, con la ropa puesta.
-¿A qué hora llegaría? -se preguntó Riku.
-Yo no la sentí llegar -respondió Misao-, así que debería haber estado dormida profundamente...
-Eso en ti no es raro... -se burló Riku.
La discusión fue interrumpida por la aparición de Kano que salía de su habitación dispuesta a entrar en el baño.
-¿Podríais tener la delicadeza de discutir en otro lado que no sea frente a esta habitación con la puerta abierta?
-Perdona... ¿te hemos despertado?
-No, lo cierto es que no -confesó distante.
-¿Te ocurre algo? -preguntó Riku, observándola.
-No... Es que he tenido un sueño muy raro que ha hecho que me plantee cosas.
-La de los sueños raros es Alex -bromeó Misao.
-Sí, y debe de tener uno de ellos porque duerme que no veas... incluso murmura cosas angustiada.
-¿En serio?
Volvieron a asomarse por el resquicio de la puerta para contemplar con curiosidad una vez más a su amiga.
-¿Qué hacéis? -preguntó Sayo que había aparecido también.
-Nada. ¡Yo soy la primera en ir al baño! -anunció Misao, corriendo hacia la puerta de éste.
-¡Ah! ¡Y yo! -dijo Riku, desapareciendo por la otra.
Kano y sayo se miraron perplejas y luego soltaron una carcajada.
Diez minutos después, Miyu se levantó y se encontró en el pasillo a las cuatro chicas ya vestidas y despejadas.
-Echo a alguien en falta, pero no sé quién -murmuró Miyu pensativa.
-¿Alex, tal vez? -respondió Sayo irónicamente.
-¡Ah! Es verdad... menos mal que no se ha enterado de esto -dijo nerviosamente.
-Empiezo a pensar que tiene ella razón -comentó Misao.
Momentos después, la aludida apareció cambiada de ropa, con unos simples pantalones sustituyendo al pareo. Miró brevemente a sus amigas sin pronunciar palabra y después pasó de largo desapareciendo tras la puerta del servicio.
-Buenos días a ti también -dijo Kano confusa.
-Bueno, voy a ir a hacer la cama antes de desayunar -anunció Misao entrando a su habitación.
A los tres segundos volvió al pasillo donde aún se encontraban las demás.
-¿Se te olvida algo? -preguntó Riku.
-No... Ya está hecha -respondió anonadada.
-¡Qué rapidez! -exclamó Sayo.
-No, a ver... que yo no la he hecho; ya estaba.
La puerta del servicio se abrió en ese momento y Alexia salió de ella, aún silenciosa.
-¿Has hecho tú la cama?
-No, ha sido un duendecillo que se nos ha colado y la ha hecho él - respondió sarcásticamente avanzando por el pasillo y perdiéndose en las escaleras.
-¿Y a ésta qué la pasa hoy? -preguntó ceñuda Miyu.
La mañana pasó rápidamente y ya era mediodía.
-Necesitamos comida -comento Misao.
-Tú siempre la necesitas -bromeó Riku.
-Misao tiene razón, se nos están acabando las provisiones que compramos el otro día -dijo Sayo.
-¿Significa eso que podemos llamar a Aoshi? -preguntó intencionadamente.
-Un día sin verle y, ¿ya estás desesperada?
-No estoy desesperada, solo que quiero verle.
-Ayer no vinieron... No pude ver a Asaba -dijo Kano lastimera.
-¡Decidido! Voy a llamarle -exclamó Misao cogiendo su móvil.
Mientras tanto Alexia permanecía ausente, como durante toda la mañana.
Cuando Misao terminó de hablar, anunció las buenas nuevas y todas se entusiasmaron. Después se fijó en Alexia y se acercó a ella.
-¿Qué te parece?
-¿Eh? ¿El qué? -preguntó distraída.
-Que hoy volverán los Ice Eyes aquí.
-¿Cómo?
-¡Ay! -suspiró-. Pero ¿dónde estás? Baja de esa nube y hazme un poco de caso.
-Perdona...
-¿Qué te pasa? Estás así desde por la mañana... ¿Has tenido algún sueño premonitorio o algo?
-Apenas he podido dormir...
Misao la miró con la cabeza ladeada a modo interrogativa, pero antes de que pudiera añadir nada, las interrumpieron.
-Venga, venga. Tenemos que prepararnos y ser buenas anfitrionas.
Cuando terminaron de comer y empezaron a organizar todo, Alexia volvió a desaparecer. Subió al piso superior buscando un sitio donde nadie la encontrase. Quería esconderse. No ver a nadie y mucho menos a aquel chico que vendría. Sabía que esa actitud era muy cobarde y que lo que hacía era huir, algo muy impropio en ella, pero no la importaba. Sólo quería que la tragara la tierra.
Cerró los ojos con la cabeza inclinada hacia arriba y ahogó un grito de rabia. Al abrirlos, descubrió una novedad en el techo: había una trampilla. Se percató entonces que la estructura exterior de la casa parecía indicar que tenía una bohardilla, pero por dentro no la había detectado y pensó que sería únicamente un acto ilusorio. Sin embargo, ahora todo encajaba.
Miró a un lado y a otro, buscando el palo que llegase hasta la puertecilla para bajar las escaleras que debería tener. Pero en mitad del pasillo no halló nada. Así pues, decidió entrar al trastero de al lado y probar suerte allí. Buscó por toda la sala y afortunadamente para ella, lo encontró apoyado en la pared, junto a la puerta.
Salió de nuevo al pasillo y con el palo intentó abrir la trampilla y bajar la escalera. Al tercer intento lo consiguió y subió hacia el máximo piso. Consecutivamente, recogió la escalera para borrar su rastro y se quedó allí arriba escondida. En ese momento, pudo escuchar un leve sonido parecido al de un timbre.
La bohardilla era desigual, y en algunas zonas había que agacharse al pasar. Tenía una pequeña ventana y Alexia se aproximó a ella, no sin dificultad. Estaba muy sucia y con mucho polvo. Para poder ver a través de ella, cogió un trozo de tela que encontró cerca y lo utilizó para limpiar el cristal un poco. Cuando lo hizo, pudo distinguir en el exterior unos vehículos deportivos y con bastante clase, que ella ya bien conocía. Suspiró. Al menos nadie la encontraría allí arriba... o eso pensaba.
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Vacaciones de verano
Genç KurguEl último curso se acaba y es hora de despedirse a lo grande de todo aquello que conoces: instituto, profesores... amigas. Por ello, seis chicas deciden hacer el viaje de sus vidas y pasar el verano juntas para crear recuerdos que poder atesorar en...