Capítulo 11.1

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Nada más llegar soltaron su equipaje al suelo y observaron el lugar donde pasarían sus últimos días de vacaciones juntas.

Estaban en una especia de bosque acondicionado para acampar y con una zona donde poder cocinar y hacer barbacoas. También había un pequeño riachuelo que limitaba el bosque y que desembocaba en un lado al oeste. Más allá, entre los árboles, se hallaban un par de columpios.

En una zona descampada decidieron instalarse.

—Nosotros tenemos nuestra propia zona un poco más allá —dijo Sanosuke, quien los había llevado junto con sus amigos—. Si necesitáis ayuda para montar las tiendas, no dudéis en avisarnos.

—De acuerdo —respondió Sayo con una sonrisa—. Hagamos los grupos de las tiendas según la organización de las habitaciones.

El resto asintió con la cabeza, y se pusieron manos a la obra. Alexia y Kano intentaban equilibrar la tienda mientras la clavaban al suelo y Misao se las quedó mirando.

—¡Sano! —llamó Sayo—. Una ayudita, por favor.

—Sí, chicos. No tenemos ni idea —añadió Miyu que al parecer los amigos de Sanosuke le habían gustado.

Finalmente, entre todos levantaron las tiendas delimitando el espacio entre los chicos y las chicas, pero con unos diez metros de distancia.

Cuando los chicos decidieron acomodarse e instalarse en sus respectivos sitios, una nueva llegada apareció.

—¿No oís un jeep? —preguntó Kano mientras buscaba algo en su equipaje.

—¿Qué tiene de extraño? —dijo Misao perezosamente, sin moverse y sin darle importancia.

Alexia y Kano se asomaron movidas por la curiosidad para ver a los nuevos visitantes. Se pudo apreciar dos reacciones muy diferentes en cada una. Mientras que Alexia se apartaba rápidamente de la tela lanzando una maldición por lo bajo, Kano no perdía interés en lo que veía, y un extraño brillo apareció por sus ojos acompañado de una sonrisa satisfactoria.

—Voy a salir a saludarles.

Alexia reaccionó de inmediato y se lo impidió cogiéndole del brazo.

—¿Estás loca? Si lo haces, por lógica, sabrán que estamos todas aquí.

—Ese no es mi problema. Yo no tengo nada contra ellos, y no voy a renunciar.

—¿Qué pasa? —intervino Misao.

—¿Esta tienda tiene puerta trasera? —dijo Alexia desesperada—. Nos vendría muy bien.

—Exagerada —comentó Kano antes de salir.

Alexia se puso blanca y se dejó caer al suelo. Misao insistió con su pregunta.

—Adivina quién acaba de llegar... —pronunció con cierto sarcasmo en la voz—. No puedo creerlo... ¿Destino o coincidencia?

—No me digas que... —Incrédula, fue a comprobarlo con sus propios ojos.

—¡Asaba! —exclamó Kano al acercarse a su lado mientras descargaba. El resto de sus acompañantes la miraron sorprendidos.

—¡Ey, Kano! ¿Cómo tú por aquí? —la saludó con una fingida sorpresa.

—A veces hay que ayudar y dar un empujoncito al destino —murmuró ella.

—Si tú estás aquí... ¿significa que también están las demás? —preguntó Kazuma.

—Correcto.

—¡Genial!

Todos le miraron con curiosidad por su alegría.

—Verás... te presento a Tsubasa —Tras él había una chica castaña con el cabello largo, recogido en dos trenzas, y con unos ojos verdes que le resaltaban el rostro y la hacían parecer una chica guapísima con cara de ángel—. Es mi novia.

Kano se impresionó al verla, pero por un instante le vino la imagen de Misao a la mente.

—Encantada, yo soy Kano.

Tsubasa no dijo nada. Permanecía tras Kazuma observando en silencio.

—Iba a ser un problema el hecho de que no hubiera chicas, pero ahora estoy más tranquilo. Tsubasa ya no estará tan sola.

—¿Por qué no llamas a todas y os vais conociendo? —sugirió Asaba.

—¡Claro!

—Yo voy a empezar a montar. Con un par de kilómetros será suficiente... —dijo Kai.

—Te acompaño —le siguió su hermano.

—¡EH! —exclamó de imprevisto Tsubasa—. Nada de alejaros demasiado.

Ambos no se giraron y siguieron adelante, haciendo caso omiso de la pequeña. Tsubasa les fulminó la espalda con la mirada y temblaba de ira.

—Tranquila, no lo harán.

—Chicas, salid. Vamos a tener una nueva compañera.

—Yo no voy —protestó Misao.

Kano se resignó y se dispuso a salir de la tienda sola.

—¡Ey! Que yo sí que voy.

—Uy, supuse que tampoco querrías.

—No supongas tanto. No voy a huir.

En definitiva, al final salieron todas a conocer a Tsubasa, excepto Misao. Cuando Alexia la observó sintió una extraña sensación de desconcierto.

—Se parece a Misao, ¿verdad? —comentó Riku en voz alta.

Todas asintieron, excepto a Alexia.

—A mí no me lo parece...

Físicamente tal vez se parecieran, pero en los ojos de Tsubasa había algo completamente diferente que podría haber sido lo que Alexia había visto. En ese momento, Tsubasa avanzó y dejó la espalda de Kazuma para ponerse tras Alexia.

—¿Eh? —Todas se extrañaron ante su repentino comportamiento.

—Le caes bien —aclaró Kazuma—. Me alegro. Tsubasa es algo difícil de entender... Tened paciencia con ella, por favor.

—Bueno, os dejamos tratar con ella para que os conozcáis. Nosotros vamos a ayudar con las tiendas.

—¡Qué bien que estéis aquí! —exclamó Miyu emocionada.

Los chicos se despidieron y se reunieron con los hermanos que ya habían decidido dónde alojarse. Mientras Kai tensaba las cuerdas para equilibrar la tienda, este chocó con alguien.

—Oye, mira mejor por dónde vas.

Vacaciones de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora