Al girarse e incorporarse sorprendida por el comentario tan impertinente, se encontró cara a cara con Kai, y se subió las gafas para mirarle mejor.
—A diferencia de la gente, yo no sigo las normas y hago lo que quiero —respondió desafiante.
—Hmph. —Torció los labios formando una sonrisa sarcástica—. ¿Has venido sola?
—No, están allí con tus amigos aprendiendo a hacer surf.
—¿Y por qué no estás con ellos?
—Porque no quiero hacer surf.
—¿Tienes miedo?
Alexia le dirigió una última mirada y bajó sus gafas de sol tumbándose nuevamente, pasando de él.
—Lo tomaré como un gesto afirmativo —dijo él divertido.
Si esperaba una contestación comprometida, se equivocó. Alexia no respondió a su provocación y permanecía impasible tumbada, a lo que Kai extrañó un poco.
Por otra parte, en la orilla, Kazuma y Asaba intentaban enseñar a las cinco las posiciones correctas. Se tumbaban –en la arena– en la tabla y ágilmente se levantaban manteniendo el equilibrio en ésta.
—Intentadlo vosotras.
—El problema es que tener la tabla atada al tobillo resulta incómodo —protestó Riku.
—Incomoda un poco al principio hasta que te acostumbras... pero a la vez te hace sentir seguro porque sabes que no la has perdido... Si llegases a perder la tabla en el mar por no tenerla atada, os aseguro que preferiríais haberos perdido con ella.
—¿Por qué?
—No os podéis imaginar cuánto cuesta eso que lleváis atado.
Todas dirigieron brevemente una mirada a sus pies y tragaron dificultosamente.
—¡Hey! ¡Aoshi! —llamó Asaba—. ¿Nos ayudas a enseñar a estas preciosidades?
Aoshi se sacudió la cabeza despejando el agua de su cabello y se acercó a ellos.
Misao sintió un estremecimiento al notar la alta figura de Aoshi a su lado.
—Hola otra vez —saludó Aoshi—. Está bien, hagamos tres grupos de dos —se interrumpió—. ¿No falta una?
—Sí, Alex, pero no le apetecía y se ha quedado tomando el sol —explicó Misao buscando con la mirada a su amiga. Cuando la encontró, se sorprendió de verla acompañada y hablando con un chico de pelo grisáceo.
Aoshi siguió su mirada y se sorprendió tanto o más al distinguir al chico con el que estaba.
—¿Es Kai? ¿Hablando? Imposible... —murmuró.
Miyu escuchó atónita el comentario y también desvió la mirada hacia ellos, y vio cómo estaban discutiendo.
—¡Déjame en paz!
—Me ha costado un poco, pero al final he conseguido picarte —proclamó victorioso—. Ahora te reto.
—No sé si es que no entiendes mi idioma —dijo irritada mientras intentaba calmarse—. ¡Que me dejes tranquila!
Se levantó de un salto y dándole la espalda empezó a irse de allí. Estando a pocos metros se dio la vuelta mirándole y le dijo desafiante:
—Si quieres jugar, jugaremos.
Prosiguió su camino dejando a un satisfecho Kai mirando cómo se alejaba.
—En fin... concentrémonos en lo que estamos —dijo Aoshi—. Que Kazuma se ocupe de Riku y Sayo; Asaba de Miyu y Kano; y yo lo haré de Misao.
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Vacaciones de verano
JugendliteraturEl último curso se acaba y es hora de despedirse a lo grande de todo aquello que conoces: instituto, profesores... amigas. Por ello, seis chicas deciden hacer el viaje de sus vidas y pasar el verano juntas para crear recuerdos que poder atesorar en...