Capítulo 8.1

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Aquella mañana se habían acostumbrado ya al horario de visitas y ya estaban preparadas para recibirles, lo cual resultaba un tanto extraño al disponer de tanto tiempo para ellas y no tener que ir corriendo porque se les echaba encima. Tanto era así, que ahora se hallaban sentadas en el salón charlando entre sí o leyendo revistas.

—Hey, Miyu, ¿qué te pasa? —preguntó Riku que se había detenido a mirar a su amiga que parecía más inquieta de lo normal.

—Paso de seguir con Kai —dijo de forma cortante y con la vista perdida, como si lo hubiera estado reflexionando durante mucho tiempo y por fin hubiera llegado a la conclusión acertada, diciéndolo en voz alta.

Todas se quedaron calladas de repente, acallando sus propias conversaciones, al escucharla y sin saber bien cómo reaccionar.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Ya no me gusta —dijo en un tono caprichoso, como si no la importara, llena de orgullo—. Además, no me hace ni caso y me siento incómoda pensando en que solo me está utilizando.

—¿Estás segura? ¿No te arrepentirás? —intervino Kano, que no pudo evitar unirse.

—No. Además, le he ido conociendo mejor y es que no tenemos nada en común.

—Ya lo has decidido entonces... —dijo Sayo.

—Así es. Cuando venga, hablaré con él.

—Últimamente no te duran los novios.

—No tengo buen ojo para ellos —dijo dramáticamente, pero al darse cuenta de quién había dicho esa frase, se rebotó—: Aunque, bonita, tú no eres quién para decir precisamente eso.

Touché. Pero no te preocupes, aún quedan vacaciones. ¡Hay tiempo!

—Ese es mi consuelo...

Cuando el reloj marcó las dos, decidieron empezar a preparar la comida y lo que quedó de mediatarde transcurrió con normalidad. Por la tarde, a eso de las seis, llegaron los chicos.

—¡Buenas! —saludó Asaba—. Les he comentado a estos lo de la partitura y les ha parecido bien, así que cada uno tenemos nuestra parte para aprendérnosla.

—Para no tener ninguna experiencia en música, está demasiado bien —comentó Kai perspicaz, mientras le echaba un vistazo a su parte y recordaba la conversación que habían tenido.

Kano se rió nerviosa ante su apreciación y respondió como pudo:

—Ya dije que Alexia me ayudó e hizo sus retoques...

La aludida, mientras tanto, prefirió mantenerse al margen por si decía algo que no debía y le estropeaba la tapadera a su amiga.

—¿Desde cuándo Kano compone? —murmuró Misao extrañada.

Alexia, que estaba a su lado, puso un dedo en los labios indicando silencio, y le dirigió una mirada recriminatoria.

—¿Vas a ponerle letra? —preguntó Kazuma, ajeno, igual que el resto, a los intercambios de gestos de las otras dos.

—Se lo dejo a Alex —respondió rápidamente, queriendo desentenderse cuanto antes del asunto—. Escribe mejor.

—Lo que significa —intervino ella para zanjar el asunto—, que empecéis a tocar.

Los Ice Eyes no objetaron y se pusieron a ensayar antes de tocarla entera. Mientras lo hacían, las chicas los miraban y cuchicheaban entre ellas.

—¿Cuándo se lo piensas decir? —le preguntó Sayo confidencialmente a Miyu.

Vacaciones de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora