Capítulo 3.3

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Pasaron dos horas más ensayando y abajo el resto de las chicas escuchaban hipnotizadas su música, hasta que acabaron.

—¡Waaa! ¡Habéis estado genial! —comentó Miyu embobada.

—¡Sí! Y Aoshi tocando estaba muy guapo —murmuró Misao sonrojada recordando el momento de la sustitución.

—El control sobre el piano de Asaba me ha fascinado —dijo Kano.

—Y el compás y el marque de ritmo de la batería también —añadió Riku.

—¡Hey! A todo esto... ¿dónde está Alex? —preguntó Sayo echando en falta a alguien.

—Es cierto... ¿Cuándo se ha ido? —preguntaron por ahí.

—No me lo puedo creer —comenzó Kai—. ¿Alexia lleva tres horas arriba y ninguna se había dado cuenta?

—Es que es muy discreta...

—Y silenciosa.

—Excusas —se oyó una voz bajar por las escaleras con un cuaderno en la mano.

—¿Te has perdido el concierto? —preguntó Miyu indignada.

—Querida, mejor que tú, no creo que haya nadie que sepa lo bien que se oye todo desde arriba.

—A todo esto... ¿cómo se llama la canción que habéis estado ensayando? —preguntó Misao.

—Que te lo diga Kai, es suya.

—Lo cierto es que aún no le he encontrado un buen nombre —le dirigió a Alexia una mirada.

—Eso lo haces tú, bonito. Yo ya he hecho suficiente —dijo Alexia un poco molesta entregándole el cuaderno—. ¿Por qué te habré hecho caso y dejado meter en todo esto?

—¿De qué hablas? —preguntaron sus amigas.

—Nada, nada. Es que ya me he acostumbrado a hablar sola, así que ni caso.

Kai la ignoró y abrió el cuaderno leyendo su contenido. No estaba muy limpio, pues había infinidad de tachones, pero era legible.

—No eres precisamente Mozart*, ¿sabes? (*Nota: Mozart fue, como todos sabréis, un compositor del siglo XVIII. Era un prodigio y todo lo que escribía lo hacía de un tirón y sin error alguno. Jamás había ningún tachón en sus partituras y por eso el comentario.)

—Desde luego que no. Él era un genio.

—Y sin duda más limpio.

—¡Que te den!

—No te enfades —dijo divertido—. En realidad, no está tan mal. Pero ahora lo único que falta es que la cantes.

Le entregó el cuaderno de nuevo.

—¿Cómo? Me parece que no te he escuchado bien... ¿Que cante?

—Exacto.

—Pero Kai —dijo Aoshi—, tú nunca has querido...

Kai le frenó con una mano y con su dedo índice pidió silencio. A continuación, volvió a coger su guitarra y les hizo una señal al resto de la banda para que tocaran a la señal.

—No, esperad. ¡Me niego! —reprochó Alexia.

—Venga, Alex, no sé de qué estáis hablando pero cantas bien —comenzó Misao—. Tu voz con sus música ha de tener un curioso resultado... ¿no creéis chicas?

Todas afirmaron.

—¿Alexia canta bien? —preguntó Aoshi dirigiéndola una mirada dubitativa.

Vacaciones de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora