Capítulo 05

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-Paloma... -reflexioné su nombre un momento y recordé que Miguel había mencionado algo acerca de ella.

Guardé el papel y lo dejé en dónde lo encontré, corrí entre los pasillos y busqué el lugar por dónde entré. Crucé el pequeño agujero y salí al "paraíso", vi a varios ángeles correr frente mío, todo parecía estar en un estado lleno de paz, como siempre, así que solo me dirigí al portal de los mundos y lo crucé, de nuevo impacté de manera brusca contra la puerta del baño.

-Amor, me estoy bañando -era la voz de Raúl y me estaba confundiendo con su novia.

Más rápido, incluso antes de que yo pudiera levantarme Raúl salió de la ducha solo con una toalla alrededor de la cintura y con una nube de vapor detrás.

-¡Ah! –exclamé con un grito –¿Podrías ponerte algo encima? –me cubrí los ojos y me arrastré hasta la esquina más cercana para así poder esconder mi cara entre mis piernas.

–Lo siento, lo siento, pensé que eras... –lo interrumpí.

–Tu novia –me quejé –¿Ya puedo hacer que mi cara sea libre? –pedí.

–Ah si, lo siento, ya puedes abrir los ojos

Lentamente subí la vista y sí, seguía en toalla pero traía una camiseta puesta.

–¿Qué haces aquí? –me reprochó.

–¿Qué no fuiste tú quien me dejó encerrada aquí hace unos instantes?

–Buen punto, pero en mi defensa, cuando yo entré a darme un buen baño tú no estabas ¿en dónde te habías metido?

–Estaba en el mundo, ese que ya conoces, fui a hacer unas cosas ¿Okey? –me levanté –¿Ya se fue tu novia? Digo, uno se aburre de estar encerrada en el baño –reproché.

–No, está allá afuera, ya nos vamos a ir a cenar, solo me está esperando

–Bien, vamos –sonreí y caminé hasta la puerta.

–¿Vamos? –se cruzo de brazos.

–Soy tu ángel guardián ¿qué esperabas? ¿Que te dejara libre?

–Pues claro, digamos que hasta ahora así ha sido y gracias a eso me pude enamorar

–Que tengas un ángel guardián no quiere decir que no te puedas enamorar ¿Estás de acuerdo?

–Pues si, pero es raro el hecho de ver a una persona que tiene alas, hablar con alguien que nadie más puede ver ¿por qué simplemente no me mandaron un ángel hombre?

–¿Eso quieres? Está bien, lo vas a conseguir, y yo me voy a encargar de eso

Me frustré demasiado y estuve a punto de cruzar el portal, pero me detuve, recordé que debía llevarme el collar que me dio Miguel.

–¿A dónde vas? –se mostró molesto.

–Por mi collar

–Pues ahora me esperas, que yo te acompaño para asegurarme que te lleves eso y no regreses por algo que se te haya olvidado

–No pues gracias, que considerado

Espere sentada en el inodoro mientras Raúl se vestía y cuando por fin terminó de alistarse salimos juntos del baño.
No cruzamos palabra mientras tanto ya que no queríamos que su novia se diera cuenta que había algo raro o pensara que su novio estaba loco, cosa que no sería tan mala, me divertiría mucho.

–Ortega ¿de quién es esto? –su novia tenía mi collar en sus manos.

–Ah, yo puedo explicar eso –estaba muy nervioso.

–Pues espero que si tengas una explicación para esto

–Es, ummm... Es tuyo –sonrió y yo lo miré con decepción, esperaba algo mejor, no eso.

–¿Qué estás haciendo? –le susurré.

–Salvando mi relación –dijo entre dientes.

–Wow, es hermoso –intervino su novia.

–Necesito que consigas ese collar devuelta lo antes posible –ahora yo le reclamé –no me voy a ir si no tengo eso antes, ese era el trato –él bufó.

–Bien, vámonos ya –me volteo a mirar a mi también. Sonreí victoriosa.

Raúl y yo nos la ingeniamos para que yo pudiera subir al vehículo y lo logramos, solo basto que el abriera la puerta trasera para "guardar su chaqueta" y rápidamente aproveche para subir al vehículo, justo con la astucia de un felino. Todo el trayecto me miro por el retrovisor.

–Te amo ¿lo sabías? –en el semáforo rojo habló su novia, que por cierto, aún no tenía el placer de saber su nombre.

–¡Ah! Que cursis son –rodé los ojos, Raúl pareció ignorar me.

–Claro que lo sé, y espero que tú también sepas que eres mi vida –ella sonrió.

–Perfectamente sabes que tú también eres la mía y si te perdiera no sé que haría

–¿En serio tienen que decir todas estas tonterías frente mío?

–¿¡Te puedes callar de una buena vez?!

–¿Qué?

–Perdón amor –tomó el volante con firmeza y arranco el auto –me estreso que el locutor hable y hable –solté una carcajada.

–Que excusa más tonta ¿no podías pensar algo mejor? –me fulminó con la mirada por el retrovisor.

–Estoy harto –giró la vista hacia mía, pero al hacerlo no vio al auto que venía en sentido contrario; rápidamente me incline hacia el frente y di un volantazo hacia la izquierda logrando evitar el impacto.

–¿Qué pasa contigo Raúl?

–No sé –deslizó sus manos por su cabello –perdóname mi amor

–Raúl —le puse una mano en el hombro y él se alejó –¿Estás bien? –el solo asintió.

–Llévame a casa –le pidió su novia.

Raúl condujo, esta vez en silencio, con la radio apagada y con una gran tensión en el ambiente.

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