Capítulo 22

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−Bien, ahora que ya esta arreglado el portal iré al mundo de Raúl

−Cualquier cosa con respecto a Paloma o el collar no dudes en buscarme−me recordó Miguel.

− Sí, gracias−le dediqué una sonrisa y caminé para darle un abrazo.

−Cuídate y anda con cuidado por favor−me dio un beso en la frente.

− Si Miguel, gracias por preocuparte y te prometo que recuperaré ese collar, te lo juro

Crucé sin muchas prisas el portal y caí sobre uno de los sofás de la sala, apliqué las técnicas de Miguel para ocultar mis alas y de esta manera no lastimar más mi ala.

−¿Yoseline?−escuché la voz de Raúl viniendo del pasillo−¿eres tú?

−¿Raúl? Sí, si, soy yo

−¿En dónde estabas? −me preguntó paranoico −te desapareciste por un montón de días

−Lo siento, en verdad perdóname

−¿En dónde estabas?

−En mi verdadero mundo, hubo un problema con el portal y todos los ángeles guardianes nos quedamos atrapados en el mundo

−Está bien, pero necesito que le ayudes a Brenda con la elección del vestido

−¿Ya tienen fecha para la boda?

−Si, es en medio mes

−¿Tan pronto? ¿no crees que es un poco precipitado?

−Sí, pero es lo mejor

−¿Mejor para qué o para quién?

−Para mi y para o que estoy sintiendo por ti

−¿No has dicho que he tardado varios días en aparecer? Pensé que en todo ese tiempo habías aclarado tus sentimientos hasta desaparecerlos 

−No, no pude y créeme que lo intente con todas mis fuerzas −me tomó por el rostro y yo no pude contener ese impulso de besarlo, yo también me estaba confundiendo pero sabía muy bien que iba a romper la regla de oro y que no podía aceptarlo, pero tampoco rechazarlo.                          

  −No, no, no, otra vez no Raúl −me alejé de él y corrí a la habitación del fondo

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  −No, no, no, otra vez no Raúl −me alejé de él y corrí a la habitación del fondo. Raúl me siguió hasta que de un portazo cerré la puerta.

−Abre por favor −me pidió.

−No, déjame pensar ¿si?

− Está bien −dejo de golpear la puerta, me voltee recargando mi espalda sobre la madera de la puerta y solté un suspiro.

−¿Qué pasa angelita? −solté un grito, ya que me asusto ver a José Luis sentado sobre la que se suponía era mi cama.

− ¡Ay! me espantaste −puse mi mano derecha sobre mi pecho −si no tuviera vida eterna diría que casi me matas de un susto

−No es para tanto, pero dime −se fue acercando lentamente a mí −mejor dime ¿por qué discutías con mi hermano?

−No estaba discutiendo con él

−Pues eso parecía, pero si no es así entonces explícame ¿qué estaba pasando?

−Solo estaba diciéndole que es chocante convivir y pasar tiempo con Brenda, su prometida  

−Sí, sé que es irritante, pero no tenías que gritarle a mi hermano, hasta parecía que te estaba siguiendo y le cerraste la puerta en la cara

−Es que ahora quiere que pase todo e día de mañana con ella y me frustró, me enojó y pues no supe como controlar mis impulsos, ya sabes que los ángeles jóvenes somos medio explosivos−sonreí.

−Bueno, te creo −me tomó de la cintura mientras sonreía −ahora dime, ¿cómo está tu ala?

−Me ayudaron a curarla, los ancestros de la tribu del agua −le expliqué.

−¿Los qué? −me tomó entre sus brazo mientras reía.

−Luego te explico −lo miré directamente a los ojos y me percaté que tenía un hermoso color avellana−pero pues bájame

−No −me dio un beso en el cuello y me recostó sobre la cama.                                 

–Nos vamos a caer –le advertí cuando se colocó sobre mí.

–No, nos vamos a caer –parecía muy confiado.

–Eso crees tú, pero la cama es muy pequeña, si das un movimiento en falso uno de los dos se va a caer

–Yoseline, no seas tan pesimista –me dio un beso.

–No soy pesimista, solo que –hice una pausa –Vas a ensuciar mi uniforme, los ángeles me ayudaron a lavarlo y digo, yo no lo voy a lavar si se ensucia

–No importa, yo me encargo de eso

–¡Ja! –solté una carcajada –¿Tú? ¿Lavando? Yo quiero ver eso –comencé a reír.

–No, digo, yo me encargo de que no se encucie –sentí como deslizó su mano por toda de mi pierna.

–No vayas a empezar –le pedí mientras lo empujaba levemente.

–Pero te extrañé –empezó a besar mi cuello.

–José Luis –me quejé –está tu hermano por ahí, si no es que se quedó allá afuera esperando a que se me pase lo enfadada

–No, él no es entrometido –me explicó –y si te molesta el asunto de la cama, los podemos mudar al sofá –comencé a reír.

Él se separó de mi, me tomó de la muñeca y me jaló hacia él para levantarme del colchón.



Hola, espero que la hayan pasado bonito en la noche vieja y que tengan un excelente inicio del año nuevo!

Saludos

Alejandra Roma

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